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100 días de guerra: en Ucrania, la paz es por ahora ilusoria

2 de junio de 2022

Cuando Rusia invadió Ucrania, algunos pensaron que todo acabaría en tres días. Tres meses después, no se vislumbra el fin de la guerra. La fase más peligrosa recién comienza y será prolongada, según Roman Goncharenko.

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Ukraine Invasion Russlands Donbass
Imagen: Aris Messinis/AFP/Getty Images

100 días. ¿Es mucho o poco? ¿Quién gana y quién pierde? Es mucho, porque no pocos creyeron al comienzo, sobre todo en Occidente, que el gobierno de Kiev solo podría ofrecer resistencia por dos o tres días al ataque ruso. Ese fue probablemente también un motivo por el cual algunos países, entre ellos Alemania, titubearon en enviar armas. Fue un error. Otros, sobre todo Estados Unidos y Gran Bretaña, enviaron armas profusamente. Con ello, ayudaron a evitar una derrota temprana de Ucrania. Por eso, la primera lección de esta guerra es: el rápido envío de armas salva vidas.

Siguiendo con el ejemplo de Alemania: la evolución desde el ofrecimiento de mandar cascos, en febrero, hasta el anuncio de que se enviarán modernos sistemas de defensa antiaérea Iris-T a Ucrania, tomó casi tres meses. Es demasiado tiempo, aun si se toma en cuenta la historia alemana. Berlín puede hacerlo mejor, y la última declaración del canciller alimenta la esperanza de que puede actuar de otra manera. Por favor, ¡sigan por ese rumbo, y sin dilaciones!

Rusia quiere ocupar gran parte de Ucrania

Pero 100 días son también pocos, porque la guerra recién comienza. Rusia intentó al comienzo lanzar una guerra relámpago, fracasó y cambió su plan por una táctica de desgaste. Su consigna: uno no se traga una manzana de una vez, para no atragantarse, sino que come un trozo tras otro. Ucrania es una de esas manzanas. Y así llegamos a la segunda lección de esta guerra.

Desgraciadamente, Rusia es tan desquiciada como se predicó durante años en los debates propagandísticos de TV, cosa que muchos ignoraron. Eso no augura nada bueno para Ucrania, ni para Europa y el mundo. El presidente Vladimir Putin emprendió una guerra revanchista de exterminio y no se detendrá. La amenaza moscovita con las armas atómicas no es un bluf.

Roman Goncharenko
Roman GoncharenkoImagen: DW

En consecuencia, hay que hacer ahora, y no después, todo lo posible para detenerlo. Porque después puede ser demasiado tarde. Ucrania pierde cada día, y a cada hora, soldados, civiles y territorio. El número estimado de muertos es de decenas de miles. Ese es otro amargo balance preliminar de los primeros 100 días de guerra. Entre tanto, los objetivos de Rusia están claros: a corto o mediano plazo, Rusia quiere ocupar gran parte de Ucrania, privarla de su acceso al mar y borrar todo lo ucraniano. Si lo consigue, otros países de Europa oriental serán extorsionados y tendrán que optar entre someterse a Moscú o arriesgar una guerra.

El cansancio de la guerra

La fase más peligrosa de esta guerra recién comienza. Los combates más enconados se libran en la región carbonífera del Donbás. Allí es donde el ejército ucraniano está mejor preparado, porque tuvo ocho años para hacerlo. Por eso, Rusia apenas pudo avanzar al comienzo en el Donbás. Esto está cambiando ahora, porque Moscú concentra toda su fuerza en un tramo del frente y así logra una clara superioridad.

Si Rusia lograra tener éxito en Donbás, podría luego abrirse paso a bombazos hacia el centro más rápidamente e intentar de nuevo tomar Kiev y derribar al gobierno. Putin no está interesado en negociar, porque cree tener más recursos. Esta fase también es más peligrosa porque la guerra se ha vuelto cotidiana. Otros temas dominan entretanto los titulares, el cansancio comienza a notarse precisamente antes de la temporada de vacaciones. La atención se disipa, el cansancio de la guerra amenaza con reducir la disposición a ayudar. Eso no debe ocurrir.

La paz en Ucrania es, en este momento, algo ilusorio. Ucrania necesita con urgencia armas pesadas, pero también sanciones más duras contra Rusia. El embargo petrolero arduamente negociado tiene que entrar de una vez por todas en vigor y pronto tendrá que endurecerse. La hora de la diplomacia llegará solo cuando se haya detenido al menos el avance ruso. Cada día cuenta.

(ers/cp)