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A sobra de sol, buena es el agua

Luna Bolívar Manaut27 de noviembre de 2006
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Desierto de Atacama: uno de los lugares con menos nubes del mundo.Imagen: AP

Uno de los compromisos adquiridos por Michelle Bachelet es que, mientras ella sea presidenta de Chile, y presidenta de Chile sólo puede serlo por ley una legislatura, no se hará uso en el país de la energía nuclear. El compromiso no está libre de trasfondo. Chile tiene un problema energético que se creyó solucionado gracias a una serie de acuerdos firmados con Argentina por los cuales el Estado vecino debía ayudar a compensar la carencia de recursos energéticos propios de Chile. Pero el gas argentino se agota, y no fluye con la agilidad esperada.

Ante la escalada de los precios mundiales de la energía, Chile parece volver la vista tímidamente a las energías renovables, cuyo desarrollo en el país presenta gran potencial de futuro, pero es muy escaso en el presente. Una serie de leyes se han modificado a la rápida para darle a las fuentes alternativas de energía una oportunidad. Se han anunciado ayudas y créditos blandos para poner en marcha proyectos que hagan uso del viento, el agua a pequeña escala y la biomasa. Pero el sol no parece resultar atractivo. Y eso a pesar de que Chile posee una de las regiones más mimadas por el astro rey de todo el planeta: el desierto de Atacama.

Un país con mucho centro

Siedlung in der Atacama-Wüste in Chile
El turismo es una de las pocas salidas que les quedan a los pueblos del desierto.Imagen: DW/Luna Bolivar

Chile es un país “a la largo”. Una fina franja de compleja situación geográfica al borde del océano Pacífico. Chile se divide en regiones que van de norte a sur y están enumeradas del I al XII. El país tiene aproximadamente 16 millones de habitantes. De ellos, más de 12 millones viven en los 110.000 km² que van de la V a la IX región, en la zona central de Chile. Las cuatro regiones del norte superan los 375.000 km² de extensión, pero no cuentan con más de 1.700.000 habitantes.

El norte de Chile es el gran desierto de Atacama. En él existen algunas ciudades pero sobre todo, diminutos pueblos aislados que poco a poco van muriendo por la imposibilidad de desarrollar una economía viable. Aquí el negocio lo hacen las mineras. Porque el suelo es rico en cobre, pero también en litio y otros metales. Esta es la zona que más riqueza le reporta a Chile. Pero el centralismo político y la concentración poblacional hacen que poca de esa bonanza llegue a sentirse en el pobre norte. El dinero tiene otras prioridades, y están casi siempre en la región central.

Esperanza en la electricidad

Eine Atacamena, Chile
Una atacameña.Imagen: DW/Luna Bolivar

La única esperanza de vida que les queda a los pequeños pueblos norteños es lograr desarrollar una economía agrícola a escala reducida, o atraer al turista con el encanto del desierto. Así quizás logren ofrecer un futuro a sus jóvenes, que casi siempre se van para no volver. Para ello necesitan electricidad, porque por lo general, estos pueblos no suelen estar conectados a la red eléctrica nacional.

La conexión a la red nacional es difícil y costosa. A la hora de buscar alternativas más viables, las primeras miradas se fijaron en Argentina y su gas. Estaba planeado que un gaseoducto pasase cerca de San Pedro de Atacama. San Pedro de Atacama es uno de los pueblos que se ha logrado gran desarrollo, convirtiéndose en destino predilecto de los turistas. Su abastecimiento de electricidad proviene de unos generadores que funcionan con gas. En San Pedro de Atacama la luz se va a cada momento, paralizando toda la actividad.

Ein Haus in der Atacama-Wüste in Chile
Pequeño pueblo en el desierto de Atacama.Imagen: DW/Luna Bolivar

Ahora que ya no se puede contar con Argentina y que seguramente el gaseoducto nunca llegue ha construirse, se está empezando a pensar en hacer uso de los recursos naturales. Sin embargo, en este pueblo del desierto y en los restantes de las cercanías, el sol entrará en juego sólo cuando se hayan agotado todas las posibilidades. Cuando no quede otro remedio, dicen en la municipalidad de San Pedro de Atacama.

Energía solar sí o no

La Cámara de Comercio Chileno-Alemana ha elaborado un largo informe animando a los germanos a invertir en energías renovables en Chile. No cabe duda de que en el país queda mucho por hacer. Y Chile carece de la tecnología necesaria para llevarlo a cabo.

La mayoría de los pequeños paneles fotovoltaicos instalados en puntos aislados del desierto son marca Siemens. Son pocos, no producen muchas horas de electricidad al día y su rendimiento no es comparable al de la construcción de una turbina hidráulica. Pero también su tamaño es reducido y, dicen desde Siemens, que son muy antiguos. Porque Siemens hace tiempo que no vende paneles fotovoltaicos a Chile.

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El desierto más árido del mundo tiene gran encanto.Imagen: DW/Luna Bolivar

“Hoy en día existen buenos módulos de energía solar con una capacidad de 180 kw. Los que hay en Chile deben producir de 100 a 80 kw. Los estándares europeos establecen que se necesitan 30 m² de placas solares por cada cuatro personas. Con esta cantidad, el abastecimiento de energía es completo e igual que si se estuviera conectado a la red corriente. En Chile se necesitarían menos paneles, porque hay más horas de sol que en Europa”, dice la experta en energía solar Lucy van Keulen, de Siemens Holanda, a DW-WORLD.

San Pedro de Atacama tiene 2.500 habitantes. Para abastecer a todo el pueblo siguiendo los estándares europeos de Siemens se tendrían que instalar 18.750 m² de módulos solares y gran cantidad de baterías. "Para suministrar electricidad a toda una comunidad, la energía solar no es muy propicia. Pero a nivel individual, la tecnología está altamente desarrollada y es muy eficiente. Además de mucho más barata que ampliar el tendido eléctrico tradicional", asegura van Keulen.

La Comisión Nacional de Energía de Chile sostiene que el principal obstáculo a una mayor explotación de la energía solar en el país es el alto costo que tiene la inversión. Pero reconocen estar tratando de llevar a cabo proyectos con esta fuente energética.

"El problema tiene un trasfondo político", indica Manuel Vaquedano, del Instituto de Ecología Política, a DW-WORLD. "En Chile nunca ha habido una política seria de fomento de las energías renovables porque sobre la toma de decisiones ejercen mucho poder los grandes consorcios energéticos. Y éstos tienen los ojos puestos en otras cuestiones: en las grandes centrales hidroeléctricas en el sur del país o, a largo plazo, en la energía nuclear".