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Abbas intenta meter en cintura a Hamás

Emilia Rojas Sasse18 de febrero de 2006

El presidente palestino, Mahmud Abbas, instó a respetar los acuerdos alcanzados con Israel en la sesión constitutiva del nuevo parlamento palestino, en el que el grupo radical Hamás cuenta con mayoría absoluta.

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Ismail Haniye, candidato a primer ministro palestino, es considerado una figura pragmática de Hamás.Imagen: AP

El movimiento radical Hamás cuenta ahora oficialmente con el mandato de formar un nuevo gobierno, después de haber obtenido sorpresivamente la mayoría absoluta en los comicios parlamentarios. La primera sesión de la nueva cámara legislativa dejó de manifiesto cuán difícil será esta nueva etapa, para la que el presidente palestino intentó trazar líneas claras. "La presidencia y el gobierno seguirán respetando sus compromisos (...) como una opción estratégica y pragmática", afirmó Mahmud Abbas, refiriéndose a los acuerdos alcanzados hasta ahora con Israel, que calificó de "realidad política".

La intransigencia de Hamás

Pero la visión de Abbas no es compartida por Hamás, que rechazó de inmediato tales demandas. Si bien su líder designado para encabezar el futuro gobierno, Ismail Haniye, es considerado un político pragmático con el que podría sostenerse un diálogo, por ahora no ha dado pie a mayores esperanzas de conciliación: "nosotros hemos sido elegidos con otra agenda", subrayó ante el parlamento. Y otras fuentes de Hamás fueron más claras aún, al señalar que mientras persista la ocupación israelí, el movimiento mantendrá su resistencia contra el "agresor".

Cinco semanas tendrá a partir de ahora Haniye para formar su nuevo gobierno y quizá para repensar la actitud que adoptará una vez en el poder. Porque una cosa es clara: persistir en su actitud radical contra Israel supondrá no sólo un desastre para las perspectivas de paz, sino también un problema de aislamiento para la administración palestina, que depende de la ayuda financiera internacional.

Europa y el dilema de la ayuda

Abbas intenta por todos los medios evitar el colapso y ha exhortado a Estados Unidos y la Unión Europea a no cancelar sus programas de ayuda, subrayando que el pueblo palestino no debe ser castigado por la elección que llevó a cabo en las urnas. También los europeos saben que cortar el flujo de dinero no sólo produciría el efecto de presionar a Hamás, sino que acarrearía para la población problemas tan concretos como la imposibilidad de pagar sueldos a los empleados públicos. Y ello redundaría, a su vez, en un peligroso aumento de la efervescencia política, en la que nadie puede estar interesado, Además, queda la posibilidad de que otros actores interesados en acrecentar su influencia en la región, como Irán, se ofrecieran para reemplazar a los países occidentales como fuente de recursos económicos.

¿Qué hacer, ante ese complejo dilema? En Europa, algunos abrigan una más o menos secreta esperanza de que Rusia logre efectivamente inducir a Hamás a cumplir las condiciones básicas que lo habiliten como interlocutor: deponer las armas, reconocer el derecho a la existencia de Israel y respetar los acuerdos sellados, como lo prometió Mahmud Abbas. El presidente palestino, por su parte, insinuó otra posibilidad, al instar en la sesión constitutiva del parlamento a "fortalecer el papel de la OLP como única representante del la nación palestina". Porque una forma de soslayar a Hamás sería entregar la ayuda económica directamente a la OLP, como lo ha sugerido el presidente del partido laborista Israelí, Amir Perez. De momento, sin embargo, prosigue el compás de espera.