Acra se está convirtiendo en un desierto de hormigón
30 de julio de 2019La construcción está en auge en Acra, capital de Ghana. Nuevos y brillantes bloques de altos edificios y centros comerciales están brotando por toda la ciudad, en la costa atlántica. Las numerosas grúas que salpican el horizonte muestran que hay más edificaciones en camino.
El auge de la construcción va acompañado de nuevas riquezas. Se espera que Ghana sea la economía de mayor crecimiento del mundo en 2019, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). El crecimiento también se refleja en el aumento de su población. Algunas estimaciones indican que la población de Acra alcanzará los 10 millones de habitantes para el año 2037, convirtiéndose en una megaciudad. Esto supondría un aumento significativo de la población en comparación con los 4 millones de personas que vivían en 2010 en la capital.
A muchos les preocupa que los parques y espacios verdes, que ya son escasos en Acra, sean víctimas de la urbanización, ya que tanto propietarios privados como el Estado buscan espacio para construir.
"Estamos viviendo una situación en la que Acra se está convirtiendo en un desierto de hormigón”. Según un proverbio africano "cuando muere el último árbol, también muere la última persona”, recita Awula Serwah, abogada y activista ghanesa, que está al frente de una campaña para salvar las tierras boscosas que rodean el Departamento de Parques y Jardines de Ghana.
Vandalismo ambiental
A principios de 2019, se talaron más de 140 árboles y se destruyeron 5.000 plantas en un terreno que es administrado por el organismo gubernamental responsable de las zonas verdes. Todavía no está claro para qué fin se empleará la tierra. El gobierno se ha visto obligado a negar los rumores de que el suelo será vendido a inversores privados.
Sin embargo, Serwah, que divide su tiempo entre la capital de Ghana y Londres, describe el proceso como "vandalismo ambiental”.
Algunos critican que esta es solo una de las innumerables historias que tienen lugar a diario en la carrera por la construcción de terrenos en la capital.
"Los parques urbanos de Acra se encuentran en un estado lamentable”, señala Kuukuwa Manful. La arquitecta ghanesa está investigando la arquitectura de los estados africanos para su tesis doctoral en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Londres. "Los intereses comerciales y el interés estatal hacia la privatización han llevado a que las ganancias de unos pocos estén por encima de las necesidades sociales de muchos”, explica.
Incluso los pocos parques públicos y espacios verdes "mal gestionados” que tiene Acra se están perdiendo, según Manful. Es difícil encontrar datos fiables para ello, pero una investigación publicada en 2018 por Alex Barimah Owusu, de la Universidad de Ghana, estima que la ciudad perdió el 65 por ciento de su vegetación urbana entre 1986 y 2013.
Problemas de contaminación atmosférica
Muchas ciudades africanas se enfrentan al mismo problema. En Lagos, Nigeria, la vegetación urbana cubre el tres por ciento de la superficie total de la tierra; en Kumasi, Ghana, el siete por ciento; y en Adís Abeba, capital de Etiopía, tan solo el uno por ciento.
Al mismo tiempo, la percepción pública de la importancia de la vegetación urbana va en aumento, no solo para el propio bienestar, sino también para hacer frente a la crisis climática. Los árboles y las zonas verdes mantienen a las ciudades frescas y combaten la contaminación atmosférica.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de Ghana atribuye casi 3.000 muertes en el área metropolitana de Acra a la contaminación del aire en 2015. Esto podría aumentar a 4.600 muertes para 2030, según advirtió la EPA.
Desde que asumió el cargo en 2017, el alcalde de Acra, Mohammed Adjei Sowah, ha puesto en marcha dos iniciativas destinadas a aumentar los espacios verdes de la ciudad y a combatir la contaminación atmosférica. Una de las iniciativas incluye actividades que animan a los escolares a plantar árboles.
Pero Sowah admite que es difícil fomentar acciones en una ciudad que está cambiando tan rápido y donde la competencia por la tierra es feroz.
"Debo confesar que tales medidas son un gran desafío porque se trata de iniciativas nuevas en un área muy caótica y densamente poblada, donde la lucha por el espacio está a la orden del día”, lamenta Sowah.
Ciudadanos activistas
En ausencia de una acción gubernamental significativa, los ciudadanos están tomando cartas en el asunto.
En 2018, la arquitecta Namata Serumaga-Musisi diseñó y construyó un pequeño parque infantil en colaboración con una asociación de residentes locales en el barrio "Teshie Nungua Estate”. Muchos vecinos contribuyeron al proyecto. El imán local proporcionó agua para los trabajos de construcción y otra persona proporcionó herramientas de soldadura y espacio de almacenamiento para el material de construcción.
Docenas de ghaneses donaron dinero a través de sus teléfonos inteligentes en respuesta a una petición de financiación colectiva para la compra de césped para el parque. La arquitecta también lanzó un llamamiento en internet para buscar voluntarios que no fueran del barrio.
"Un día tuvimos alrededor de 50 personas durante el día carreteando, moviendo rocas, rastrillando la tierra, siempre hay algo que hacer y la gente venía a ayudar. Hacía mucho calor, pero era muy importante para ellos estar ahí fuera”, señala la arquitecta.
Por ahora, sin embargo, la visión de un parque de libre acceso está en suspenso. Un miembro del parlamento local, Bernard Okoe Boye, cercó el terreno y bloqueó el acceso público. Okoe Boye declaró a DW que quiere "poner el lugar en orden para que la comunidad pueda maximizar el uso” y prometió reabrir el parque a finales de julio.
Negar el acceso a los parques es habitual en Acra. En el Parque Infantil Efua Sutherland, de unas cinco hectáreas, es decir, el tamaño de siete campos de fútbol, en el corazón de la ciudad, a veces se cierra a los visitantes. La familia del dramaturgo Efua Sutherland, que dio nombre al parque y falleció en 1996, dice que tuvieron que oponerse masivamente a la inminente privatización del lugar. Ahora, después de muchos años de abandono del parque por parte de las autoridades responsables, dirigen su propio pequeño parque infantil sin ánimo de lucro.
Por otro lado, muchos parques privados están reservados para eventos, como bodas y fiestas. Otros, como el Jardín Botánico de Legon, cobran una entrada que para algunos es inasequible. Según Serumaga-Musisi, sin embargo, el deseo de la población de contar con espacios verdes libres se hizo evidente cuando comenzaron a construir su parque.
Durante los trabajos de construcción "siempre había muchos niños que venían de todos los rincones y hacían sus deberes aquí o simplemente querían columpiarse”, cuenta Serumaga-Musisi a DW. "Fue muy satisfactorio porque me demostró que estábamos respondiendo a una necesidad muy real”, señala.
(ar/er)
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