Acreedores aceptan la oferta de reestructuración de bonos argentinos
4 de marzo de 2005Miles de pequeños inversionistas de Alemania, Italia, Japón, Argentina y otros países perdieron el 70 por ciento de su capital invertido en bonos estatales argentinos.
La acción de reestructuración de deuda más grande de la historia moderna finalizó el pasado viernes 25 de febrero.
El 76,07 por ciento de los accionistas optó por perder el 70 por ciento del capital invertido. Los bonos que no fueron cambiados hasta esa fecha no serán reconocidos por el Gobierno argentino. La deuda pública se reduce así, según información del ministro de Economía argentino, Roberto Lavagna, de más de 100.000 millones de dólares a 30.000 millones de dólares.
Argentina se impuso
El banco alemán Dresdner Bank partía de que el 70 por ciento de los implicados aceptaría la oferta Argentina. El Deutsche Bank pronosticó incluso un 85 por ciento, según un artículo publicado en el periódico Die Zeit.
No resulta tan sorprendente el gran número de acreedores que decidió tomar la amarga medicina de la reestructuración e intercambiar sus viejos bonos por nuevos de menor valor, tomando en cuenta que aquellos que optaron por tratar de recuperar su dinero peleándolo ante los tribunales, enfrentarán obstáculos casi insuperables y difícilmente lograrán imponer sus demandas frente a un país soberano.
Escoger entre peste y cólera
La pérdida de capital ha sido altísima y muchos de los perjudicados califican la reestructuración de un "gran robo". Nunca antes en la historia los acreedores privados tuvieron que pagar una inversión de riesgo a un precio tan alto. En otros casos de moratoria como por ejemplo el de Rusia o Ecuador, los inversionistas perdieron el 40 por ciento de su capital.
En un principio muchos dudaron que Argentina lograría imponerse. Pero los argumentos esgrimidos por los representantes argentinos que no se cansaron de indicar que sólo un país que cataloga realistamente sus posibilidades y no promete más de lo que puede cumplir puede a largo plazo convertirse en un socio confiable de inversionistas internacionales, se impuso en la práctica.
El gobierno de Buenos Aires logró convencer a los acreedores de que no tenía ninguna oferta mejor que hacer. Enfrentados a escoger entre la peste y la cólera, más del 70 por ciento decidió darse por satisfecho con recuperar por lo menos un 30 por ciento de lo invertido.
Despejado el camino para nuevos créditos del FMI
Ahora el presidente, Néstor Kirchner, es festejado como un campeón que ha logrado ganar una batalla más en camino hacia un futuro prometedor para este país tan vapuleado.
Ya el pasado lunes indicó que "en vez de dilapidar, como ha sucedido muchas veces, la riqueza nacional, se le ha ahorrado por primera vez al pueblo argentino miles de millones de dólares", omitiendo el hecho de que casi la mitad de los acreedores que salen perdiendo son ciudadanos argentinos, ya ni hablar de los extranjeros.
En juego estaban bonos por un monto de 81.800 millones de dólares así como cerca de 20.000 millones de dólares en intereses. Esta vez Argentina se ha salido con la suya.
Los expertos prevén incluso que el Fondo Monetario Internacional califique de exitosas las negociaciones por el gran número de acreedores que decidieron aceptarla. Así quedaría nuevamente abierto el camino para créditos frescos por parte del FMI a Argentina. Organismo al que, por cierto, Argentina se ha cuidado de devolver hasta el último centavo prestado.