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Adiós a la guerra fría

ers.29 de mayo de 2002

La entrada en escena del Consejo Otan-Rusia, calificada de histórica, abre una nueva dimensión en las relaciones entre los enemigos de antaño. Pero no implica que todas las diferencias estén zanjadas.

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El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, el presidente ruso, Vladimir Putin, y el secretario general de la OTAN, George Robertson, en la cumbre de Roma.Imagen: AP

El fantasma de la confrontación Este-Oeste ya no infunde mayor temor. El mundo ha dejado de ser un escenario bipolar y las mayores amenazas para la paz del siglo XXI difieren de las de la guerra fría. La creación del Consejo Otan-Rusia da cuenta de esta nueva realidad, aunque subsistan resabios de desconfianza hacia el antagonista de antaño.

La nueva estructura no es una mera envoltura novedosa de viejo contenido. Hasta ahora, los mecanismos de cooperación contemplaban el diálogo entre Moscú, por un lado, y el bloque de los aliados occidentales, que ya habían acordado una posición conjunta frente a determinado tema. En consecuencia, se trataba en realidad más de informar a la contraparte que de tomar decisiones conjuntas.

Limitaciones definidas

Ahora, en cambio, Rusia tendrá voz y voto en un foro en el que será un participante más, y en el que las decisiones se tomarán por unanimidad. Dicho en otros términos, los interlocutores ya no serán 19 + 1, sino 20. Claro que con sustanciales limitaciones. Porque el paso dado, si bien marca un hito, no equivale en absoluto a una incorporación rusa a la alianza.

Las materias que abordará este Consejo se restringen a la cooperación contra el terrorismo, control de armamento y manejo de crisis. Se trata de terrenos en los que ya existe una comunicación bastante fluida, como lo demostró la actitud adoptada por Moscú tras los atentados del 11 de septiembre pasado.

En cambio, Rusia no tendrá derecho a intervenir en los asuntos internos de la Alianza Atlántica -como su decisión de incorporar a países del Este-, y menos en la decisión de actuar en defensa de alguno de los miembros.

Resquemores rusos

Este acercamiento, que hace tan solo una década habría parecido impensable, no implica sin embargo el término de cualquier discrepancia. De hecho, Rusia continúa oponiéndose a la ampliación de la OTAN hacia el Este. Pero no tiene forma de evitarlo en la práctica. Como lo formulara el presidente ruso, Vladimir Putin, en la base militar italiana Pratica di Mare este martes: "No hay alternativa a la cooperación de la OTAN y Rusia".

La formalización del nuevo acuerdo, de hecho, no despierta sin embargo tanta algarabía en Moscú. El matutino Nesawisimaja Gaseta, por ejemplo, habló recientemente de una "amistad ficticia", mientras el periódico Kommersant comentó que Rusia disfruta de los mismos derechos que los estados de la OTAN, pero "sólo en aquellos terrenos en los que ellos quieren".

Con todo, la relevancia del paso dado es evidente y queda reflejada en el comentario que formuló el secretario general de la OTAN, George Robertson, en la cumbre de Roma: "Veinte naciones, desde Vancouver hasta Vladivostok, se sientan a la misma mesa, para encontrar soluciones conjuntas a problemas compartidos".