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Adiós al satélite Envisat

15 de mayo de 2012

Dio la vuelta a la Tierra más de 52.000 veces y durante diez años recogió valiosos datos sobre el medio ambiente. Ahora, el satélite de observación más grande de nuestro planeta dice adiós, de modo msiterioso.

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Satélite alemán EnvisatImagen: picture-alliance/dpa

Hace más de un mes saltaron las alarmas en la Agencia Espacial Europea (ESA). El satélite medioambiental más grande de Europa se tornó ilocalizable. Todos los intentos de los ingenieros por contactar de nuevo con el Envisat resultaron fallidos. El pesado dispositivo de 8,2 toneladas no daba señales de vida. Desde entonces, reina el silencio entre el mayor satélite de observación en órbita y la estación terrestre. La Agencia Espacial Europea (ESA) da por concluida la Misión del “Envisat”.

El satélite se ha mantenido en órbita mucho más tiempo del que los investigadores habían pensado cuando el dispositivo fue lanzado el 1 de marzo de 2002. “Los satélites siempre se envían con una determinada esperanza de vida”, explica Johann-Dietrich Wörner, presidente de la junta directiva del Centro Alemán del espacio aéreo y la astronáutica (DLR).

Cuando el satélite Envisat, partió hacia el espacio hace 10 años, se daba por sentado que duraría unos 5 años. Lo que inquieta ahora a los expertos en aeronáutica es el hecho de que el satélite vuele a la deriva por el espacio, ya que llegaría a ser un problema si llegara a chocar con algún fragmento estelar o un meteorito.

Los investigadores aún no tienen claro por qué el dispositivo ha fallado. “No se han esclarecido los posibles motivos todavía”, lamenta Wörner. Las diferentes causas que se barajan varían desde el comprensible proceso de envejecimiento hasta la colisión del satélite con un meteorito, con lo que se podría haber dañado alguna pieza central del aparato.

Un satélite multifuncional

Como su propio nombre indica, el Envisat (del inglés medio “Ambiente” para el medioambiente) se empleaba para la observación del entorno medioambiental. “Por ejemplo, el satélite era capaz de medir con precisión la humedad en la atmósfera terrestre y también la temperatura de la superficie marítima”, añade Wörner. A través de un sistema de radar especial, el satélite funcionaba incluso bajo condiciones atmosféricas adversas, como los cielos nubosos. Además, trabajaba independientemente de la luz solar. “La gran ventaja del Envisat es que era un satélite multifuncional”, puntualiza Wörner.

Especialmente en el ámbito de la gestión de catástrofes naturales, el Envisat, suspendido a 800 km de altitud, podía aportar informaciones y datos importantes, como por ejemplo tras un terremoto. Con sus cámaras y espectrómetros, podía registrar con bastante precisión los sucesos locales.

“Podía acceder donde la mayoría de los hogares habían sido destruidos o detectar el origen de los incendios forestales”, aclara Wörner. Estos datos podían ayudar a reaccionar con mayor rapidez ante los cambios medioambientales. “Si después de un terremoto, sobreviniera un maremoto, el nivel del agua tendría que cambiar”. Y como el satélite estaba en disposición de hacer grabaciones exactas de la superficie del mar, se podría avisar más rápidamente del peligro de un tsunami. En Indonesia, por ejemplo, esta práctica funciona bastante bien, asegura el experto.

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Tras la explosión de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon en el Golfo de México, el satélite Envisat mostró a los investigadores la envergadura de la mancha de aceite.Imagen: ESA

Se busca sustituto

Los expertos en aviación y aeronáutica tienen ya a un sustituto para el Envisat. Ya en los próximos años una familia pequeños satélites debe emprender al completo el viaje hacia el espacio. “Sentinels” (en español: centinelas) es el nombre que recibe la nueva generación de satélites del medioambiente que la Agencia Espacial Europea junto con la Comisión Europea, enviarán a órbita en 2013.

De todos ellos, ninguno será tan grande y complejo como el Envisat. Los expertos trabajan ahora bajo presión. La marcha de Envisat ha dejado un gran vacío, comenta Wörner. El hasta ahora satélite más grande de Europa, convertido ahora en chatarra espacial, permanecerá girando sobre el eje de la tierra unos cien años, incluso más.

“El satélite no caerá a la Tierra”, asegura Wörner. Sin embargo, los expertos mediambientales ultiman una misión para poder capturar el Envisat y otros “díscolos satélites”. Todo ello tardará aún algunos años. “La tecnología es mucho más complicada de lo que uno puede haber visto en Armageddon”, replica Joahnn –Dietrich. Wörner sonríe.

Autor: Judith Hartl/ Nuria G.R.

Editor: Enrique López

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