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Aferrarse a la patria

26 de enero de 2013

Al principio, los judíos alemanes huidos del nazismo no fueron bienvenidos en Palestina. Después, ayudaron en la construcción de Israel. Allí hay un museo dedicado a su herencia y su memoria.

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Imagen: DW

Una habitación estrecha y sin ventanas en la que se amontonan cajas sobre estanterías que llegan hasta el techo. No entra ni la luz solar ni el aire, pero a Nili Davidson le encanta su lugar de trabajo, pues esas cajas contienen las historias de incontables vidas. Davidson examina cuidadosamente cartas, fotos y hasta notas insignificantes. “Apenas tiro nada”, dice, y uno se da cuenta de que se toma su labor muy a pecho: “Incluso el papel más pequeño puede ser la clave que nos conduzca a algo más grande”.

Muchas personas entregan a Nili Davidson documentos que han dejado sus parientes, pues el Museo de Inmigrantes Germano parlantes de Tefen, al norte de Galilea, no solo tiene salas de exposición donde se puede admirar la historia de los llamados “jeckes”, sino también un archivo donde se almacena y preserva su legado. Lo que a primera vista parece algo sin importancia, puede convertirse en algo sensacional.

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La difícil adaptación

Nili abre cuidadosamente una caja y extrae un telegrama: “Está fechado en Düsseldorf en 1888. Ofrece detalles sobre la salud del Kaiser, que en esos momentos está en el hospital. Imagínese: Los ancestros de este joven guardaron el telegrama y él lo trajo a Israel cuando emigró. ¿Cómo lo voy a tirar? ¡Imposible! Nos ofrece un bonito retrato de esta familia.”

Mientras Nili Davidson trabaja como directora del archivo en las entrañas de la institución, el Museo presenta a plena luz en espaciosas salas la historia de los “jeckes”. La misma curadora Ruthi Ofek huyó cuando era niña de Salzburgo junto a sus padres hacia Palestina. Ofek sabe lo que es empezar desde cero: “Fue muy difícil adaptarse, no solo por el clima. También la lengua, la mentalidad, la nueva vida…Y nuestra familia que se había quedado en Alemania. Las cosas aquí distaban de ser ideales.”

Jeckes-Museum in Tefen Israel
Nili Davidson, directora del archivo del Museo de Inmigrantes Germano parlantes de Tefen.Imagen: DW

Pianos de cola Blüthner y mantelitos de croché

En una especie de contenedor llamado “lift”, los emigrantes trasladaron en barco sus pertenencias. A menudo, los muebles de roble y los pianos de cola Blüthner no tenían espacio en las nuevas viviendas. Pero, aun así, trataban de traer consigo un pedazo de su Alemania.

Rodillos, mantelitos de croché, agarradores de tela, libros de cocina… En Tefen puede apreciarse hasta qué punto los judíos emigrados se aferraban a su cultura cotidiana. Sin embargo, a muchos “jeckes” les resultaba incómodo hablar de su origen y su lengua materna, que era, al fin y al cabo, la misma que la de los asesinos nazis. “Alguien me dijo entonces: ‘el alemán se habla solo en voz baja”, recuerda Ruthi Ofek. “Había cierta presión al respecto”. Además existía animosidad entre los “jeckes” y los judíos emigrantes del este de Europa. Estos últimos habían puesto el pie en Palestina en 1933 y miraban por encima del hombro a los recién llegados.

El entonces denigrante apelativo de “jecke” se aplicaba a los emigrantes alemanes que, en su burguesa severidad, no prescindían de sus elegantes chaquetas ni en el abrasador calor del desierto.

Jeckes-Museum in Tefen Israel
Libro de cocina y tareas del hogar "Illustrirtes Koch Notiz-Buch".Imagen: DW

Orgullosos de Israel

También en la cuestión política había diferencias. Los judíos que procedían del este de Europa eran mayoritariamente sionistas que querían construir un nuevo estado nacional judío. Los germano-hablantes tenían otros objetivos: “Vinieron aquí porque no podían ir a ninguna otra parte”, dice Ruthi Ofek, "América y otros países no estaban preparados para recibirlos. Eso no quiere decir que no se convirtieran en sionistas más adelante. Estaban muy orgullosos de lo que habían construido en Israel”.

El museo muestra hasta qué punto se integraron de hecho en la construcción de Israel. La institución no quiere ser un museo del Holocausto. Su existencia se debe a un empresario de la Selva Negra llamado Stef Wertheimer, que nació en 1926 y emigró junto a sus padres en 1937. Allí fundó una empresa de procesamiento de metales, Iscar. Se dice que logró convertirse en la persona más rica de Israel. Aquello hizo posible la fundación de parques industriales, tal y como el que existe en Tefen, en el que las empresas se ubican junto a atractivos museos.

Jeckes-Museum in Tefen Israel
Vista de una cocina de "jeckes", expuesta en el Museo de Inmigrantes Germano parlantes de Tefen.Imagen: DW

Muy pocos pacientes

Wertheimer no es un caso único. Ya en 1933 los “jeckes” fundaron en Palestina unas cien empresas, sobre todo en los sectores químico, alimentario, textil y del metal. También eran muy activos en el terreno de los medios de comunicación: el empresario alemán Salman Schocken compró el diario Ha'aretz ya en 1937 y hoy día un 75% de la compañía continúa en manos de la familia, dirigida hoy día por Amos, el nieto de Schocken. “Sus páginas dieron mucha más publicidad de la que nosotros podíamos permitirnos pagar al “encuentro de jeckes”, dice Ofek.

Los emigrantes judeo-alemanes realizaron importantes aportaciones en el terreno de la ciencia, la educación y la medicina: “Antes había muy pocos médicos especialistas en Israel”, aclara Ruthi Ofek. “Después vinieron tantos, que lo que faltaban eran pacientes” Se aprovechó entonces la ocasión para modernizar el sistema de salud y los seguros por enfermedad según el modelo alemán.

Un violinista que salvó vidas

También hubo aportes de los “jeckes” al arte, el teatro, la danza y la música. En la Orquesta Sinfónica de Palestina, que después se convirtió en la mundialmente famosa Orquesta Filarmónica de Israel, tocaban sobre todo emigrantes judeo-alemanes. El fundador fue el músico polaco Bronislaw Huberman, que había vivido mucho tiempo en Berlín y Viena. Intuyó que se acercaba el Holocausto y animó a innumerables músicos a emigrar como él. “¡Les salvó la vida!”, afirma Ruthi Ofek.

Jeckes-Museum in Tefen Israel
Ruthi Ofek, curadora del Museo de Inmigrantes Germano parlantes de Tefen.Imagen: DW

Finalmente, la arquitectura. Junto a Tel Aviv, “la ciudad blanca junto al mar”, muchos kibutz tienen la huella de los arquitectos del movimiento Bauhaus. Entre los más conocidos se encuentran el alemán Munio Weintraub y Erich Mendelssohn, que vivió un corto período en el exilio en Jerusalén. “Después llegaron otros arquitectos que continuaron el estilo Bauhaus”, dice Ofek.

Damas octogenarias

Quien viaje hasta Tefen, a unas dos horas y media de distancia de Tel-Aviv en auto, verá recompensado su esfuerzo disfrutando de los numerosos objetos, documentos y videos que Ruthi Ofek y el trabajo incansable de su equipo han reunido. Tienen grandes planes de futuro, incluyendo al archivo: “Queremos escanear todos los documentos”, explica Nili Davidson. Actualmente hay unos 30.000, pero mensualmente llegan de dos a cuatro aportaciones más”. Todo ello tiene que ser accesible para la investigación científica, pues actualmente hay jóvenes que se interesan por la historia de los “jeckes”. “El problema es que no saben alemán. Me encantaría que llegara alguien que supiera hebreo moderno y alemán”, dice la directora del archivo. “Aun así no sería suficiente, ya que algunos documentos están en alemán antiguo y eso nos crea algunas dificultades. Algunas damas octogenarias nos ayudan voluntariamente a leerlos, ya que ellas todavía pueden hacerlo”.

Autora: Aya Bach/MS
Editora: Claudia Herrera