Africanos ahora buscan su suerte en Malasia
17 de agosto de 2013
Hace algunos días, a propósito de una protesta de refugiados en Grecia, se escribía en DW que las condiciones de vida son tan duras tanto al norte como al sur del Sahara que ni el auge de la xenofobia en Europa consigue desalentar a los africanos de emigrar hacia el Viejo Continente. Aspirando a que se les permita trabajar y disfrutar de los estándares de bienestar que el bloque comunitario ofrece, muchos de estos aventureros protagonizan odiseas que no terminan cuando alcanzan las playas de Italia, Grecia o España.
A este comentario cabría agregar que los flujos migratorios que comienzan en África no sólo terminan en Europa. Muchos de sus habitantes también buscan una vida mejor en Asia; países tan lejanos como Malasia, por ejemplo, son muy atractivos por su prosperidad económica. Hasta el año pasado, 80.000 personas provenientes del continente africano se hallaban en territorio malasio; 25.000 de ellos con visa de estudiante, según las cifras que manejan las autoridades locales.
No obstante, también en esas tierras se topan los extranjeros de piel oscura con actitudes racistas y prácticas discriminatorias que les hacen imposible sentirse en casa. El nigeriano Robert Adesina cuenta que todas las mañanas le ocurre lo mismo cuando toma el tren para ir al trabajo: en cuanto aborda el vagón, todos los viajeros enmudecen y lo miran, dice, como si estuvieran en presencia de un extraterrestre. "Siendo adultos, los malasios se comportan como uno sólo lo esperaría de un niño", lamenta.
Por su parte, su compatriota Michael Oni comenta que, aunque no se considera arrogante, su primer impulso al conocer a alguien es dejarle saber que está estudiando en un instituto de educación superior. Es un mecanismo que ha desarrollado para blindarse contra las imágenes que los malasios tienden a proyectar en él. "A veces siento como si todos me percibieran como un africano más por el cual hay que sentir lástima", admite Oni, subrayando que su meta es tener éxito en Malasia y ganar todo el dinero que no puede ganar en Nigeria.
Frente a una Europa en crisis, Asia se torna atractiva
Pero no a toda costa, aclara el estudiante. Oni asegura que paisanos ligados al crimen organizado le han ofrecido "trabajo" en los ámbitos del fraude, el proxenetismo y el narcotráfico, a pesar de que el tráfico de drogas es castigado con la pena capital. El líder de una banda que se mueve a sus anchas en varias zonas de Kuala Lumpur, la ciudad más poblada de Malasia, habló con DW bajo condición de anonimato. "¿Cree usted que yo no intenté ganar mi dinero de una manera honesta en este país? Para los asiáticos yo no soy más que un mono negro; ellos ni siquiera me miran", señala el entrevistado.
Puede que a muchos les parezca que este hombre es víctima de sus propios "complejos de inferioridad". Pero, ¿cómo surge esa autopercepción distorsionada y por qué es su clamor tan parecido al de muchas otras personas que han sido objeto de exclusión social alrededor del mundo, también en Alemania? Kofi Addo, funcionario de la embajada de Ghana en Kuala Lumpur, se queja de la tendencia de los malasios a hablar de "los africanos" como si fueran una masa homogénea. "La culpa de eso la tienen los medios. Ellos nunca mencionan el país de origen de los africanos aludidos", sostiene Addo.
"Es como si estos brillantes periodistas no supieran que África es un continente compuesto por cincuenta y cinco Estados", acota el funcionario. Puede que Addo no lo sepa, pero, en eso, la prensa malasia y la alemana se parecen mucho. El profesor de psicología Tony Epstein cree que el rechazo expresado por los malasios no es un gesto racista, sino evidencia de lo mucho que ignoran sobre los inmigrantes. "Sus experiencias con los colonizadores británicos les permitieron conocer mucho sobre Europa, pero muy poco sobre el resto del mundo", explica Epstein.
Lo que el catedrático parece ignorar es que los europeos también exportaron a sus colonias sus nociones seudocientíficas sobre las razas y la idea de la supremacía blanca. Steven Njordge, estudiante de economía empresarial en la Universidad de Malaya, prefiere hablar de las circunstancias globales que fomentan la emigración desde África hacia Asia. A sus ojos, la crisis europea convierte a Malasia en un destino más prometedor.
Autores: Najad Abdullahi / Evan Romero-Castillo
Editor: Diego Zúñiga