Ahmadineyad desenvaina el sable económico
21 de enero de 2006Ante la perspectiva cada vez más probable de convertirse en blanco de sanciones internacionales por su obstinada negativa a renunciar a su programa nuclear, Teherán comienza a posicionar sus fichas en el tablero de este delicado ajedrez político. Evidentemente, sus autoridades perdieron la indiferencia con que hasta hace poco reaccionaban a las advertencias occidentales y ahora se han puesto en movimiento.
El arma económica
Irán está desenvainando el sable económico y lo exhibe ante el resto del mundo como arma de disuasión. Este sábado se desmintió en Teherán que el país haya comenzado a retirar sus depósitos de divisas de bancos europeos y que existan planes en ese sentido. Aunque la situación sigue siendo confusa, de todos modos es evidente que las versiones de la víspera no se filtraron casualmente a los medios de comunicación. Y cumplieron el objetivo de llamar la atención sobre el poder económico de Irán, el cuarto mayor exportador de petróleo del mundo.
De forma explícita, el presidente iraní habla ahora de utilizar precisamente ese poder contra sus adversarios. "Paralelamente a la guerra política, hoy está en marcha una gran guerra económica velada, y los países islámicos deberían utilizar su potencia económica para cortarles las manos a sus enemigos", dijo Ahmadineyad al término de una visita a Siria, en un discurso que la agencia de noticias iraní difundió este sábado. Según el jefe de Estado iraní, los mismos países islámicos tienen la culpa si respaldan la economía occidental, dando así a Occidente la posibilidad de ejercer presión cada vez que lo desee.
¿Oferta de negociación?
Paralelamente, Irán intenta sin embargo evitar que la sangre llegue al río. Por lo menos eso es lo que se desprende de una información de la revista alemana Der Spiegel, según la cual el ministro de Relaciones Exteriores germano, Frank-Walter Steinmeier, habría recibido una nueva propuesta de negociación de parte de Teherán. Ella consistiría en retomar la oferta de Moscú de enriquecer uranio en una empresa conjunta en territorio ruso, pero incorporando también a China en el proyecto.
El Ministerio de Relaciones Exteriores alemán no quiso pronunciarse sobre esta versión periodística, pero da la impresión de que al menos algo comienza a moverse en la hasta ahora rígida postura iraní. Y eso es lo que cuenta, más allá de las bravatas verbales que de seguro no se acallarán tan fácilmente en Teherán.