Airbus versus Boeing: yo subvenciono, tú subvencionas…
6 de octubre de 2006Así es como se espera que en los próximos días la Organización Mundial del Comercio (OMC) tome una decisión sobre el caso. Un pleito que siempre ha amenazado con endurecer aún más las relaciones trasatlánticas entre Europa y los Estados Unidos, como sedes de las empresas aeronáuticas constructoras más grandes del mundo.
Cualquier decisión negativa, sea para Airbus o sea para Boeing, enrarecerá el clima económico entre dos de los más potentes socios comerciales. El comercio entre Europa y Estados Unidos alcanza el orden de los 400 mil millones de euros. Entre ambas partes se compran y venden diariamente productos por más de mil millones de euros.
Las exportaciones a Estados Unidos representan alrededor de una cuarta parte del volumen de exportaciones comunitarias. Así que en la disputa entre Airbus y Boeing están en juego unas muy buenas relaciones comerciales y millonarias inversiones a uno y otro lado del Atlántico.
¿Qué se esconde tras la disputa?
Pero no todo es lo que parece. Por lo menos oficialmente, la mencionada disputa es provocada por las subvenciones para el desarrollo y construcción de nuevos aviones concedidas por Berlín, París, Londres y Madrid, pero también por Washington. Son cada vez más los que afirman que la verdadera razón de las acusaciones provenientes de Estados Unidos tiene más que ver con la fuerte competencia mundial que significa el auge de Airbus, a pesar de todos los problemas estructurales actuales. A la creciente pérdida de la supremacía estadounidense en la industria aeronáutica se suman las claras exigencias europeas a Washington de permitir el libre comercio de sus productos.
Lo cierto es que aquí se enfrentan dos sistemas de subvenciones. Los europeos apoyan a Airbus con subvenciones que promueven el desarrollo de novedades como el planeado A-350. El dinero entregado a Airbus por los gobiernos europeos dueños del consorcio aeronáutico se declara como préstamo que debe ser devuelto a los correspondientes Estados.
La Comisión Europea, por su parte, aprueba dichas “ayudas” basada en las leyes del Tratado de la Unión Económica que prevé la promoción financiera de los proyectos de alto interés comunitario.
Estados Unidos, por su parte, entrega a Boeing subvenciones indirectas. Como en el caso de concesiones de fabricación de armamento y contratos de la NASA con la misma Boeing. Para la transferencia de los dineros, Washington utiliza empresas presuntamente extranjeras como en el caso de aquella que fabrica en el Japón el 30% del nuevo Boeing 7E7, también conocido como Dreamliner. El hecho de que la fábrica tenga una base en dicho país nipón lo aprovecha entonces Boeing para recibir de Tokio un 7% de las subvenciones japonesas.
Subvenciones no son subvenciones
Una importante diferencia entre las “ayudas” directas de Airbus y las indirectas de Boeing es que éstas últimas no deben ser reembolsadas.
En un acuerdo bilateral entre la Unión Europea y Estados Unidos sobre el desarrollo de la aviación civil firmado en 1992 se fijaron límites máximos para las formas de subvención. Según éste, los europeos no pueden sobrepasar el 33% de los costos de desarrollo de ayuda financiera inicial, mientras los estadounidenses no pueden superar el 3% de subvenciones indirectas sobre las transacciones totales de su industria aeronáutica doméstica.
Si estos acuerdos existen y todos conjugan el verbo subvencionar en todas las personas, lo sorprendente es por qué tanto los unos como los otros se olvidan del “yo subvenciono” y se empeñan en el “tú subvencionas”.