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Alemania congela el gasoducto Nord Stream 2 (por ahora)

23 de febrero de 2022

El gobierno alemán suspendió la aprobación de Nord Stream 2. Pero el gasoducto ruso-germano no ha muerto. Alemania se reserva la posibilidad de revivirlo y mantiene una puerta abierta, a juicio de Sabine Kinkartz.

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Deutschland Lubmin 2020 | Nord Stream 2
Imagen: Hannibal Hanschke/REUTERS

Pareció un anuncio rotundo. Mientras en la Unión Europea aún se discutía sobre qué sanciones se aplicarían a Rusia, y en qué orden, el canciller Olaf Scholz puso sobre la mesa el aporte alemán: el gasoducto Nord Stream 2 no entrará en operaciones. El proceso de aprobación del proyecto fue suspendido.

Para ello no se requiere más que un acto administrativo. El Ministerio de Economía retira un estudio en el que se califica al gasoducto de importante para la seguridad del abastecimiento alemán.Sin esa calificación, la agencia encargada de la materia no puede certificar la tubería, es decir, aprobar su puesta en funcionamiento.

Evaluación del abastecimiento

El canciller agregó que el Ministerio "hará una nueva evaluación de la seguridad de nuestro abastecimiento, considerando lo que ha cambiado en los últimos días”. Una frase que admite varias lecturas. Por una parte, Scholz admite que se equivocó en diciembre, cuando sostuvo que el gasoducto era un "proyecto económico privado” y que el proceso de aprobación era "absolutamente apolítico”.

En segundo lugar, con esa frase, Scholz deja abierta una puerta. Porque se puede interpretar que, con cada cambio que se produzca, es posible evaluar nuevamente la seguridad del abastecimiento. Si Rusia diera marcha atrás, se produciría un viraje. ¿Qué impediría en tal caso aprobar Nord Stream 2 después de todo? Máxime teniendo en cuenta que la tubería está lista y solo falta ponerla a funcionar.

Nord Stream 2 no ha muerto

Eso seguramente no les agradaría a los estadounidenses. "Si Rusia atraviesa la frontera ucraniana con taques y tropas, por ejemplo, no habrá más Nord Stream 2”, señaló el presidente Joe Biden durante la visita que le hizo el canciller Olaf Scholz en Washington. Cuando un periodista le preguntó cómo lograría que ello ocurriera, dado que el proyecto está en manos alemanas, Biden respondió: "Se lo prometo; lo conseguiremos”.

Kinkartz Sabine Kommentarbild App
Sabine Kinkartz.

Nord Stream 2 sigue ahí. Congelado, pero siempre listo para ser revivido. De este modo, el socialdemócrata Scholz evita también disgustos con su propio partido. Sobre todo la primera ministra de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Manuela Schwesig, había hecho en el pasado todo lo posible para asegurar que se acabara de construir la tubería, que termina en su estado federado. En la actual situación, a Schwesig no le queda más alternativa que secundar la política de sanciones del gobierno federal. Pero, en secreto, en Mecklemburgo se mantiene la esperanza de que algún día Nord Stream 2 pueda operar.

La jugada de Scholz

Fijándose bien, se ve que no fue tan rotundo el anuncio de Olaf Scholz, sino más bien una jugada astuta desde su perspectiva. Podría decirse que pasó gato por liebre. Scholz hace de Nord Stream 2 la contribución alemana a las sanciones, y demuestra así que su país es un aliado fiel. Al mismo tiempo, mantiene a futuro todas las opciones abiertas. Incluso se pone en una posición de ventaja, en el sentido de que en lo sucesivo podrá decidir cómo seguirá el asunto.

El más contento con el hecho de que Nord Stream 2 no haya muerto del todo debe ser el excanciller alemán Gerhard Schröder. No solo es un estrecho amigo del presidente Vladimir Putin, sino un socialdemócrata muy activo en el negocio del gas ruso. Preside el comité de accionistas de la empresa Nord Stream SA y su consejo de administración. Además, es el jefe del consejo de vigilancia de la empresa rusa de energía Rosneft.

Recientemente fue también nominado para formar parte del consejo de vigilancia de la empresa estatal rusa Gazprom. Quizás porque Putin esperaba influir de ese modo en la decisión del canciller socialdemócrata alemán. Pero, a estas alturas, está claro que eso no impresionó a Olaf Scholz.

(ers/ms)