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El Deutsche Bank y la maldición de los números rojos

Henrik Böhme
2 de febrero de 2018

Qué no hubiera dado John Cryan para, por fin, poder repartir buenas noticias. Pero un tal Donald Trump lo impidió. El Deutsche Bank tuvo pérdidas por tercer año consecutivo. Desde Frankfurt informa Henrik Böhme.

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Deutsche Bank Aktie erstmals unter 10 Euro
Imagen: picture-alliance/dpa/A. Dedert

El veredicto de los inversores fue categórico: ¡vender! El valor de las acciones del Deutsche Bank perdió cinco por ciento y descendió hasta el sótano al comenzar la jornada bursátil en Frankfurt.

Esto sucedió a pesar de que, a unos 200 metros de distancia del piso bursátil, en la central del banco, John Cryan se esforzaba por explicar las nuevas pérdidas anuales y por demostrar que la tendencia no pudo ser revertida pese al avance en el proceso de reforma estructural de la institución bancaria. Por mucho esfuerzo que hizo el británico de 57 años, presidente del Deutsche Bank desde 2015, no pudo mostrar éxitos visibles.

El lastre de una reforma fiscal

Hasta poco antes de la Navidad, ejecutivos del banco pensaban que tras dos años de grandes pérdidas, finalmente podrían presentar un balance positivo en 2018. En 2015, las pérdidas alcanzaron un récord de 6.800 millones de euros. En 2016, el saldo negativo fue de 1.400 millones.

La intención era que en 2017 por fin la tendencia viera su fin. Pero llegó Donald Trump con su reforma fiscal, en los bancos comenzaron a hacer cuentas, y llegaron a una conclusión: los números no serían negros sino rojos. La reforma implicó pagar una alta cuota, no solo para el Deutsche Bank, sino para todos los bancos activos en Estados Unidos.

John Cryan, presidente del Deutsche Bank desde 2015
John Cryan, presidente del Deutsche Bank desde 2015Imagen: picture-alliance/dpa/B. Roessler

Lo que para unos fue apenas una abolladura, para el mayor banco alemán implicó egresos fiscales por 1.400 millones de euros. Fue un duro golpe a las finanzas del banco, que dejó al final un saldo negativo anual de 500 millones de euros. El propio banco lo reconoció públicamente a principios de año. Sin dichos egresos, el Deutsche Bank hubiera podido reportar ganancias por 900 millones de euros.

Avances que no se ven

Los números rojos eclipsaron los esfuerzos de John Cryan por liberar al Deutsche Bank de antiguas cargas, así como por sentar nuevas y firmes bases y reparar la dramática pérdida de credibilidad en el banco. Éste pudo superar ad acta los más costosos procesos judiciales a raíz de los escándalos por manipulación de tasas de interés. Los procesos que quedan abiertos parecen manejables desde el punto de vista financiero.

También se fortalecieron los mecanismos de control interno, con la contratación de 2.500 nuevos empleados en sus unidades. Se equilibraron antiguas cargas financieras y los sistemas informáticos del banco fueron modernizados gradualmente. El banco se retiró de diez países.

Como puede imaginarse, todo esto tiene un alto costo. Lo mismo puede decirse de la integración del Postbank. Primero se buscó llevarla a cabo, pero el intento fracasó. Luego se quiso vender el Postbank, sin éxito. Actualmente se contempla la posibilidad de crear una institución bancaria que, con 20 millones de usuarios, se constituiría en el mayor banco alemán para clientes privados y empresariales. Esto quizá costará varios miles de millones de euros.

Lo demás no se oye mal. En cuanto a la banca de inversión, el Deutsche Bank vuelve a ascender en la clasificación y entre todos los bancos no estadounidenses tiene la mayor participación en ese mercado. El negocio del asesoramiento y acompañamiento de fusiones empresariales es otro terreno en el que pisa fuerte.

Incluso en el sector de la administración patrimonial, Cryan pudo reportar un claro flujo de fondos, luego de que en 2016 los clientes retiraran de manera masiva sus capitales por miedo a un desplome del banco.

Pocos beneficios, muchos premios

Tomando en cuenta todo lo anterior, las cifras presentadas por primera vez por el jefe financiero James von Moltke dejan en claro que los negocios del banco no andan del todo bien. Los beneficios –un indicador importante para evaluar las ganancias del banco- descendieron un doce por ciento.

El comercio con divisas y acciones (antes una auténtica perla) se vio especialmente afectado: sus beneficios cayeron cerca de un tercio. El banco afirma que esto se debió a un "mercado de capitales desacostumbradamente tranquilo". Pero a ese factor también se enfrentaron los otros bancos, algunos de los cuales salieron mejor librados.

El Deutsche Bank apareció en los titulares en días pasados. Cuando ya habían sido digeridas las noticias sobre sus nuevas pérdidas, surgió la información acerca de los vinos pagados a sus ejecutivos de la banca de inversiones.

Luego de pasar una temporada en la precariedad, éstos aparentemente pusieron a sus jefes entre la espada y la pared: "más dinero, o nos vamos". Todo indica que la amenaza surtió efecto. El pozo de los bonos se llenó con 1.000 millones de euros, que en marzo serán repartidos.

La clase política y la opinión pública protestaron y John Cryan intentó calmar los ánimos. No se trata de una práctica permanente, dijo, sino de una inversión única para consolidar la posición en el mercado. En lo sucesivo habrá una compensación similar y variable, solo en casos de grandes logros por parte de los ejecutivos.

Con todo, John Crayn parece llevar al Deutsche Bank por el rumbo correcto. El banquero, cuyo contrato finaliza en 2020, cree firmemente que en 2018 se verán los frutos de su programa estructural, incluyendo el cierre con ganancias. "Desde un principio estaba claro que se tardaría más de dos o tres años", dice el británico. Sus primeros éxitos, según él, ya están a la vista: "el Deutsche Bank hoy es totalmente distinto al que llegué en 2015".

Henrik Böhme (EL/VT)

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