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Alemania integra con fútbol a los refugiados

Daniel Martínez (VC)15 de marzo de 2015

Un balón y una cancha. En Alemania le han dado a estos dos elementos un papel protagónico en la política de integración de los refugiados aprovechando la popularidad y el entusiasmo que despierta el fútbol.

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Imagen: picture-alliance/dpa

A lo largo y ancho de Alemania, con el respaldo de las autoridades deportivas y civiles, se han formado equipos conformados por refugiados de distintas nacionalidades, credos religiosos y convicciones políticas, a los que lo único que los une es el fútbol y el doloroso drama que los tiene buscando asilo en el país.

Proyectos como FC Lampedusa en Hamburgo, Campeones sin Fronteras en Berlín o el Welcome United en Postdam, alivian la larga espera de los refugiados por una definición de su situación legal. Cada una de las casi 230.000 solicitudes de asilo en Alemania presentadas entre enero del 2014 y febrero del 2015 debe esperar por lo menos seis meses por una decisión, que en la mayoría de los casos es solo una autorización de permanencia.

La cita con el balón

Para gran parte de ellos, a falta de una autorización para trabajar que no reciben por encontrarse en un limbo legal, el fútbol llena su agenda diaria. Los entrenamientos y los partidos son las únicas citas regulares para los refugiados de países como Somalia, Siria, Irán, Irak, Mali, Macedonia o Nigeria.

“En tiempos como los que estamos viviendo es necesario mostrarle a los refugiados que están en Alemania que son bienvenidos, que no tenemos prejuicios en su contra, que, por el contrario, los aceptamos y los recibimos cordialmente”, explica Manja Thieme las razones que la llevaron a impulsar la idea de crear el equipo Welcome United.

En esa misma dirección trabaja también la Federación Alemana de Fútbol, DFB, cuyo vicepresidente para asuntos de política social, Eugen Gehlenborg, ha recalcado que “la integración es uno de nuestros temas principales. El fútbol lleva a la gente a formar equipo, y eso no es otra cosa que integrar a los individuos en un grupo, en una sociedad”. La tarea, sin embargo, no es tan fácil como parece.

De hecho, muchos de los equipos en los que juegan los refugiados empezaron a formarse ante las dificultades burocráticas con las que estos inmigrantes se encontraron al intentar sumarse a clubes alemanes ya establecidos. Obtener el permiso para jugar, incluso en aquellos equipos dispuestos a recibirlos, se convirtió para los solicitantes de asilo en una prueba de paciencia, pues, en sus casos, por venir del extranjero, aplicaban procedimientos similares a los del fútbol profesional. El principal escollo era la remisión de la ficha deportiva por parte de la federación del país de origen.

Soluciones para grandes y chicos

Las organizaciones dedicadas a ayudar a los refugiados demandaron entonces que se agilizara el proceso de autorización para poder jugar, haciéndolo menos complicado y burocrático. “Es un poco absurdo preguntar por la ficha deportiva de futbolistas en países que no pueden responder porque están en guerra. El procedimiento es ajeno a la realidad”, contó al canal de televisión ZDF la directiva de Campeones sin Fronteras, Carolin Gaffron.

La solución llegó pronto. Oficialmente se solicita el historial de la ficha deportiva, pero si luego de un mes de espera no se recibe información de la correspondiente federación, el refugiado recibe una autorización a término indefinido para poder jugar. De esta forma desapareció el temor que existía en los clubes alemanes de poder estar infringiendo las normas si inscribían en la plantilla de sus equipos a solicitantes de asilo.

Los niños refugiados también podrán jugar al fútbol competitivo gracias a programas hechos a su medida.
Los niños refugiados también podrán jugar al fútbol competitivo gracias a programas hechos a su medida.Imagen: picture-alliance/dpa/Birgit Reichert

Además, en muchas partes del país, como forma de abrirle las puertas a estos inmigrantes, los miembros de los clubes hacen colectas o identifican patrocinadores para cubrir los gastos extras que se les generan a los refugiados que juegan al fútbol, tales como la dotación deportiva, el transporte y en muchos casos la cuota mensual de su membrecía.

Junto al tema de los adultos, también se ha abordado a través del fútbol el problema de los refugiados menores de edad, en cuyo caso cada vez son más los que llegan a Alemania en solitario, sin la compañía de sus padres. Para permitirles jugar torneos oficiales en sus categorías se ha optado por una inscripción formal firmada por el director del asilo donde residen transitoriamente.

Ellos reciben adicionalmente la ayuda de varios clubes de la Bundesliga como el Bremen, que abrió las puertas de su ciudad deportiva a 500 niños refugiados, acogiendo a más de 50 de ellos en el programa “Campo de Juego” (Spielraum) que prevé entrenamientos diarios y partidos amistosos frecuentes. Para los pequeños refugiados hay también torneos especiales, el más popular de ellos se realiza cada cuatro meses en Hamburgo y cuenta cada vez con la participación de 150 niños. La misma iniciativa está planeada para los mayores que ya cuentan con su equipo propio y que a través del fútbol están poniendo un pie firme en Alemania.