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Alemania no quiere quedar fuera de juego

27 de noviembre de 2015

El Ejército alemán cooperará para combatir a la organización terrorista Estado Islámico en solidaridad con Francia, pero no enviará soldados. ¿Hay peligro de atentado en Alemania? Nina Werkhäuser opina.

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Imagen: Bundeswehr

Los atentados terroristas de París cambiaron el curso de los acontecimientos. Golpearon duro en el corazón de Europa, y ahora Europa contraataca con toda su fuerza. La lucha contra la organización terrorista autodenominada Estado Islámico (EI) “no se puede ganar solo militarmente”, dijo Angela Merkel el miércoles pasado en el Parlamento. Y esa frase hizo que muchos escucharan atentamente. Hasta ahora Alemania no se había implicado directamente en el combate contra el EI y, en lugar de eso, apoyaba a los kurdos “peshmerga” en el norte de Irak. Tal vez un aporte valioso, pero no suficiente como para que Alemania se escondiera detrás de él para no participar activamente luego de los atentados de París.

El giro decisivo llegó con un pedido urgente del presidente francés, François Hollande, para que Alemania haga más de lo que hace. La canciller no se hizo rogar. Visto de ese modo, Merkel demuestra verdadera solidaridad con los amigos franceses. ¿Acaso el gobierno francés no subraya todo el tiempo que no quiere hacerse a un lado en tiempos de graves crisis? Esa expresión de deseos vale no solo para el apoyo militar, pero tampoco lo excluye.

Nina Werkhäuser, de DW.
Nina Werkhäuser, de DW.

Es por eso que ahora el Ejército alemán quiere colaborar en la lucha contra el EI. Se sobreentiende que está en juego la credibilidad de Alemania. Pero también sorprende, ya que, hasta este momento, parecía que se había hallado una solución en la planeada ampliación de la misión en Mali a fin de que el Ejército cumpliera su labor, pero lejos de Siria.

El gobierno acaba de oficializar un paquete de medidas de apoyo militar a alianza que combate contra el EI y concretó el envío de hasta seis aviones Tornado de reconocimiento, una fragata para proteger al portaaviones Charles de Gaulle, un satélite y recarga de combustible. Todo un paquete muy bien pensado que tiene como fin cumplir con las expectativas de los aliados de Alemania, pero que de ningún modo hará que soldados alemanes participen en el frente de una cruenta guerra civil. Si bien Alemania quiere demostrar así su solidaridad, se enfrenta a un peligroso dilema: sin apoyo militar, no será posible derrotar al EI. Pero cuanto más grande sea la presión militar, más grande es también el peligro de una venganza del EI con ataques terroristas, también en Alemania.