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Alemania, sus refugiados y los salafistas

Kersten Knipp23 de septiembre de 2015

DW habló con la etnóloga Susanne Schröter, especializada en el estudio del Islam, sobre el riesgo de que los refugiados provenientes del Cercano Oriente sean reclutados en suelo germano por “misioneros” del salafismo.

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Imagen: picture-alliance/dpa/J. Büttner

En los últimos años, la atención de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV) ha dejado de ser acaparada por los extremistas políticos de derecha e izquierda para incluir a fundamentalistas religiosos, como los salafistas asentados en Alemania. Según la BfV, el salafismo es una ideología teñida por el wahabismo cuyo fin último es jerarquizar una severa interpretación de los preceptos del Corán y una versión temprana del Islam por encima del Estado laico, de sus leyes, de los derechos individuales y de las libertades civiles. DW habló con Susanne Schröter, directora del Centro de Investigación del Islam Global (FFGI), con sede en Fráncfort, sobre el riesgo de que los refugiados provenientes del Cercano Oriente sean reclutados en suelo germano por los autoproclamados “misioneros” del salafismo.

Deutsche Welle: ¿Comparte usted el temor de la BfV a que los salafistas estén ofreciéndole apoyo moral y material a los refugiados que llegan a Alemania con miras a ganarse su confianza e integrarlos a sus filas?

Susanne Schröter: Es un hecho que en las redes salafistas se promueve una gran campaña para que se atienda a los refugiados. A los salafistas les preocupa mucho que los musulmanes recién llegados puedan terminar abandonando su religión o convirtiéndose al cristianismo. De ahí que los salafistas lleguen a las estaciones de trenes ofreciendo ropa, comida, ejemplares del Corán y alfombras para arrodillarse y orar, pero también se planteen otras medidas, como acoger a refugiados en el seno de sus propias familias.

¿Cómo reaccionan los refugiados sirios a esos intentos de aproximación?

Hasta ahora no hemos realizado investigación sistemática alguna; pero hemos entrevistado a algunos de los jóvenes que llegaron a Fráncfort y nos hemos percatado de la enorme necesidad que tienen de recibir ayuda y calor humano. Cualquier manifestación de solidaridad o simpatía que reciban caerá en suelo fértil. No obstante, es importante hacer un análisis diferenciado: quienes huían del autoproclamado Estado Islámico no se van a sentir atraídos hacia los salafistas, que son la contraparte alemana de aquellos terroristas.

Susanne Schröter, directora del Centro de Investigación del Islam Global (FFGI), con sede en Fráncfort.
Susanne Schröter, directora del Centro de Investigación del Islam Global (FFGI), con sede en Fráncfort.Imagen: picture-alliance/dpa/FFGI/Privat/Schröter

Por otro lado están los musulmanes devotos que huían de las fuerzas de Bashar al Assad y terminaron en Alemania, un país que a sus ojos es tierra de ‘infieles’. Ellos seguramente se alegrarán de toparse con correligionarios que se ocupen de ellos. En esos casos, si se deja que las cosas sigan su curso, pueden surgir problemas.

¿Con qué se puede contrarrestar la oferta que hacen los salafistas y con qué rapidez deben ser integrados los refugiados?

Eso dependerá del Estado alemán, pero también de la sociedad civil. Las instancias estatales dan la impresión de querer hacer mucho y, al mismo tiempo, de estar sobrecargadas de responsabilidades. De momento, los refugiados están contentos de sentirse seguros; pero, al mismo tiempo, hay una atmósfera opresiva en los lugares de acogida: la gente se aburre y se siente incómoda. Garantizarles circunstancias en las que se sientan bien recibidos –también como musulmanes– le restaría atractivo a las ofertas de los salafistas.

Si el Estado alemán y la sociedad civil ignoran las necesidades de expresión religiosa de los refugiados, surge un vacío que puede llenado por otras instancias. En la Oficina Federal para la Migración y los Refugiados están buscando la manera de ampliar su personal para que procese las solicitudes de asilo. Y es necesario hacer lo mismo a escala municipal lo antes posible porque ese es el primer paso hacia la integración de los refugiados.

Apartando ese proceso burocrático, ¿cuáles son las medidas de integración más urgentes?

Lo que ocurre es que, a corto plazo, Alemania no está preparada para integrar a todo nivel a una masa de personas tan grande. De buenas a primeras no es posible ofrecerles clases de alemán, transmitirles la cultura alemana o inscribir en los centros de estudios a todos los refugiados. Alemania debe sopesar a cuántas personas puede integrar y atender, porque esos procesos tienen un límite y cuando ese límite se rebasa, se pierde el control de la situación.

El tópico de la formación académica o técnica de los refugiados es complicado. Ahora están llegando a Alemania muchos refugiados sirios con una buena formación; entre ellos habrá personas que reúnen las cualificaciones necesarias para integrarse al mercado laboral local. Pero también recibiremos a muchos analfabetas y a gente con trasfondos muy disímiles. Esta gente debe recibir ofertas formativas inmediatas para que puedan adquirir las destrezas que les abran puertas en el ámbito laboral.

¿Cómo restarle atractivo a las acciones y discursos de los “misioneros” salafistas?

Uno no puede permitir que unos se acerquen a las estaciones de trenes para expresarle su solidaridad a los refugiados e impedírselo a otros. Lo que sí se puede hacer es prestar atención a qué contactos establecen los refugiados cuando los contingentes son distribuidos en los municipios. Sobre todo en el caso de los refugiados menores de edad. Es importante asegurarse de que los niveles de impotencia, indefensión y desamparo no sean muy altos porque, de otra manera, los refugiados van a terminar depositando su confianza en el primero que les tienda la mano. El Estado alemán y la sociedad civil deben darles la mano.