Apesta al viejo régimen
30 de diciembre de 2003
El diario independiente serbio, Danas, escribe: “Serbia vio su propia faz en las elecciones parlamentarias y esa cara, como es hoy, fue la que mostró al mundo. Se trata más o menos de una imagen auténtica del ser político serbio, pero con esa imagen no puede gustar Serbia al mundo. (...) el convincente primer lugar de los ultranacionalistas de Seselj y el retorno al parlamento de los socialistas de Milosevic muestran claramente que Serbia no respalda la política detrás del Tribunal de crímenes de guerra de la ONU en La Haya”.
No hay un final a la crisis
El diario conservador polaco, Rzeczpospolita, también reflexiona sobre el resultado de los comicios. “Las elecciones parlamentarias del domingo en Serbia no sólo no pusieron fin a la crisis política en la que se encuentra sumergido el país, sino que la profundizaron aún más. El triunfo de los ultranacionalistas significa que el país podría caer en un peligroso populismo y totalitarismo que conduciría al aislamiento y la confrontación interna”.
Culpa de Occidente
El diario moscovita, Iswestija, comenta así los resultados de los comicios: “No son los divididos demócratas sino más bien los estados occidentales quienes ayudaron al triunfo a los ultranacionalistas serbios. Tanto americanos como europeos hicieron lo posible y lo imposible para que los votantes volvieran a sus líderes radicales. La prometida ayuda económica que desearon los serbios se comprobó insuficiente. No así las exigencias de Carla del Ponte y del Tribunal de La Haya, que eran cada vez más duras, se volvieron casi ultimátums y sobre todo siempre denigrantes”.
Ninguna sorpresa
El diario británico, The Guardian, afirma que los resultados no son ninguna sorpresa. “El socialismo de Estado se mantuvo en Serbia por mucho más tiempo y con más dureza que en ningún otro estado europeo. Esto fue posible gracias a su comunión con un nacionalismo militante. (...) Por ello apenas sorprende que esta alianza peligrosa y carismática sea, ante la división y fracaso de la coalición de reformistas que derrocaron del poder a Slobodan Milosevic hace tres años, quien haya sido la gran ganadora de las elecciones”.
Ayudar a Serbia en vez de condenarla
El diario conservador parisino, Le Figaro, escribe: “En vez de amenazar, condenar y presionar, debiera Occidente ayudar a Serbia a continuar el camino de reformas. Para Europa debiera ser igual importante el contribuir a reducir el desempleo que afecta a casi la mitad de la población económicamente activa, que el procesar a criminales de guerra. Ése es el precio de la continuación del proceso democrático de la antigua Yugoslavia. Sigue sin resolverse la situación de la provincia de Kosovo ni tampoco el estatus de los serbios de Bosnia. En juego está la estabilidad de los países balcánicos y de toda Europa”.
Una peligrosa ironía
El rotativo alemán, Der Tagesspiegel, señala: “Muy probablemente Serbia es el único país europeo cuyos votantes respaldan supuestos criminales de guerra. Quien abre la página internet del partido radical de Serbia, mira al instante la cara del presidente del partido Vojislav Seselj. Entre otros datos también se encuentra su actual dirección: La cárcel de la ONU, Tribunal Penal Internacional para la Ex-Yugoslavia, Scheveningen, Países Bajos. Con 82 escaños ingresará el partido en el nuevo Parlamento. Simbólicamente quedará libre el lugar correspondiente a Seselj. Serbia envía a Europa un escenario a la Godot, un pedazo de Beckett en el escenario político. Cuidado, pese a lo curioso de todo esto no hay que caer en el engaño. Se ha dado el poder a figuras que existen, que no han aprendido nada del pasado y que quieren seguir decidiendo el futuro”.