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Argentina: reestructuración de deuda, inicio de más desafíos

1 de septiembre de 2020

La reestructuración de deuda extranjera que logró Argentina es un hito muy positivo, pero el país debe continuar con la estabilización fiscal, generar empleo e inversiones, y cuidar su gasto, dicen expertos.

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Bandera argentina con monedas debajo: símbolo de la deuda argentina.
Imagen: picture-alliance/Zuma/Shutterstock Para Ef

Con el canje del 99% de su deuda externa, este 1 de septiembre de 2020 Argentina tiene motivos para celebrar. Si el gobierno sabe manejar los próximos desafíos, la economía del país podría reactivarse y consolidarse, con beneficios para todos. Pero el país se enfrenta a la pandemia del coronavirus con más del 35% de su población en la pobreza y una inflación anual por encima del 40%. El lastre total de la deuda externa argentina ascendía en mayo de 2020 a casi 324.000 millones de dólares, lo que representa cerca del 90% de su Producto Interno Bruto (PIB). Y de esa suma, todavía le debe al Fondo Monetario Internacional (FMI) casi 52.000 millones de U$S, que debe pagar hasta 2024, y que empezarían a vencer en 2021.

Tras la reestructuración de 66.137 millones de dólares de deuda bajo legislación extranjera, el presidente argentino, Alberto Fernández, planea presentar un paquete de 60 medidas que incluiría estímulos al consumo, incentivos a la producción energética y a las exportaciones. De ese modo, la golpeada economía argentina, afectada por la recesión desde 2018 y ahora por la pandemia, podría ver por fin la luz al final del túnel tras la renegociación del 99% de su deuda bajo legislación extranjera y una adhesión al canje propuesto por el gobierno del 93,55%.

Un “cláusula de acción colectiva” hace el canje extensivo incluso a quienes hayan preferido quedar fuera del mecanismo, con lo que también se aleja el fantasma de los litigios de los fondos especulativos o “holdouts”, un 1% de bonistas que, si bien no puede descartarse que puedan demandar al Estado argentino, no podrán argumentar con la mala fe de pago de Argentina en este caso. “Una reestructuración exitosa de la deuda calma las expectativas de devaluación y además permite que empresas de primera línea y provincias con buen crédito salgan a colocar deuda a los mercados internacionales, más allá de que el soberano no tenga el acceso a los mercados internacionales de capitales”, explica en entrevista con DW Federico Furiase, director de la consultora argentina Eco Go y profesor de Economía de la Universidad Torcuato Di Tella.

Martín Guzmán, ministro argentino de Economía, fue alumno de Joseph Stiglitz.
Martín Guzmán, ministro argentino de Economía, fue alumno de Joseph Stiglitz.Imagen: Getty Images/AFP

El arreglo del default: necesario, pero no suficiente

La pregunta que surge ahora es si esta reestructuración abre un capítulo más sostenible en la dinámica económica de Argentina. “El arreglo exitoso del default es muy positivo y era una condición necesaria para recuperar la estabilidad nominal y volver a crecer, pero no llega a ser suficiente para mitigar, y mucho menos revertir, ninguno de los desequilibrios macroeconómicos ni las fallas estructurales que hoy enfrenta la Argentina. Y ello no es a causa de la coyuntura sanitaria crítica gatillada por la pandemia de COVID-19”, dice a DW el economista argentino Luis Secco, director de la consultora Perspectiv@s Económicas. Y añade que Argentina ya venía enfrentando serias restricciones al crecimiento antes de la pandemia, que se reflejaron en la fuerte caída del PBI del primer trimestre de 2020. “Ya entonces el PBI había caído un 4.8% respecto del cuarto trimestre de 2019, el consumo privado un 6% y la inversión y las exportaciones se habían desplomado más de 10%”, puntualiza.

Con él coincide el profesor de Economía Julián Leone, subsecretario de Investigación en Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires: “La reestructuración es una excelente noticia, pero es solo el inicio. Sin este canje, Argentina hubiera tenido un problema mayúsculo, y se nos habría cerrado cualquier tipo de crédito del extranjero. Eso está despejado, pero no quiere decir que inmediatamente vengan a llover las inversiones. Es una condición necesaria pero no suficiente, ya que Argentina tiene por delante desafíos mucho más complejos, por ejemplo, que el dólar no vuelva a subir ni haya perspectivas de devaluación”. Asimismo, menciona la necesidad de generar empleo -el desempleo actual es del 10,4%, según el INDEC- , de atraer a los inversores extranjeros y de mejorar el volumen de exportaciones.

“En este año de pandemia, tan complejo para las cuentas fiscales argentinas, es probable que terminemos con un déficit del PBI mayor del 10%, y eso es solo un ejemplo. Si a eso se le adicionaba la cantidad de intereses que Argentina tenía que pagar en concepto de deuda, era una situación absolutamente explosiva”, señala. “No quiero plantear una dicotomía entre salud y economía, pero sí va a haber que poner el foco en la cuestión económica”, sostiene, refiriéndose al otro desafío: el de movilizar las estructuras necesarias para revivir la economía en medio de la pandemia.

Alberto Fernández, presidente de Argentina.
Alberto Fernández, presidente de Argentina.Imagen: Reuters/A. Marcarian

Recuperación económica con deuda con el FMI

Para la profesora Barbara Fritz, investigadora de Economía Latinoamericana de la Universidad Libre de Berlín, “la cuestión ahora es de qué forma puede recuperarse la economía argentina. El país está en una grave recesión, y ante una crisis económica mundial cuya magnitud aún se desconoce”. Según la experta, “sería bueno que ahora el FMI, que tomó repetidas veces decisiones catastróficas con respecto a Argentina, no espere un pago de deuda que no sea realista. El FMI nunca otorgó un préstamo tan alto como el que le dio a Argentina en 2017/2018, cuando era de prever que el país no podía pagarlo. Por eso debería haber presión internacional, también de parte de los representantes alemanes en el FMI, para que ese organismo, como acreedor que se ha equivocado en su decisión, asuma su responsabilidad. Lamentablemente, no hay un actor institucional que pueda ponerle límites al FMI”, subraya.

La deuda externa argentina impacta en el bolsillo de los argentinos desde hace décadas.
La deuda externa argentina impacta en el bolsillo de los argentinos desde hace décadas.Imagen: picture-alliance/ZUMAPRESS/R. A. Aveledo

Luis Secco resalta que para capitalizar los beneficios de una reestructuración exitosa de la deuda con el sector privado, que descomprime fuertemente el perfil de vencimientos hasta 2024, "Argentina ahora tendría que mostrar una trayectoria de consistencia fiscal y monetaria, en el marco de un nuevo acuerdo con el FMI, que a su vez permita reprogramar los altos vencimientos que tenemos con el organismo entre 2021 y 2023, para bajar el costo de refinanciamiento cuando Argentina tenga que volver a los mercados internacionales de crédito a partir de 2025, que es cuando el perfil de vencimientos en dólares se pone más exigente. La idea del gobierno es llegar a un acuerdo con el FMI hacia fines del primer trimestre de 2021, por lo que hasta entonces no habrá un programa económico conocido y monitoreable por todos”.

En cuanto al bolsillo de los argentinos ¿se puede ser optimista con respecto al futuro? Según Federico Furiase, “sin consistencia fiscal y monetaria no hay salida, y sin eso la deuda no será sostenible a pesar de la reestructuración”. Julián Leone dice que todavía quedan muchas políticas que desarrollar, no para crecer, sino para volver a los niveles prepandemia. “Argentina necesita estabilizar la cuestión fiscal, ya no puede mantenerse con un déficit por arriba del 5 por ciento, y tiene que repensar su gasto público. Por eso, creo que el país tiene que debatir un nivel de cuarentena compatible con los factores económicos y sociales”, indica. El objetivo, según Barbara Fritz, “es una conversión de deuda que sea tolerable para Argentina. El país necesita apoyo internacional para aliviar el pago de su deuda”. Para Luis Secco, “las perspectivas de recuperación son estrechas, debido a las restricciones impuestas por el gobierno. Estamos mejor sin default que con default, pero es mucho lo que resta hacer para volver a recuperar la confianza, el crédito y el crecimiento de manera sustentable.”

(ers)