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Argentina: un colapso anunciado

Pablo Kummetz26 de junio de 2014

Axel Kicillof, el ministro de Economía argentino, dijo en Nueva York que los holdouts empujan al país a “una crisis económica similar a la del 2001”. En efecto, la situación es muy complicada para la Argentina.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Argentina se declaró en cesación de pagos el 23 de diciembre de 2001. Le había precedido una política de tipo de cambio fijo de un peso por un dólar. Eso llevó al país a perder competitividad, ya que no podía devaluar. Sus exportaciones eran cada vez más caras y sus importaciones, más baratas. Para mantener el tipo de cambio, el Banco Central debió vender dólares en el mercado. Además, ya en el tercer trimestre de 1998 había comenzado una recesión que sacudió la economía. Un aumento de las tasas de interés internacionales aumentó la deuda externa y el riesgo país. Con la creciente desconfianza en el modelo, tanto externa como interna, la demanda de dólares adquirió tal volumen, que satisfacerla se hizo imposible. Una corrida bancaria en diciembre de 2001 hizo colapsar el sistema financiero. Al final del experimento, el país se quedó sin dólares y con una deuda externa que ascendía a unos 144.000 millones de dólares.

En 2003 comenzaron negociaciones con los acreedores. En 2005 y 2010 se llevaron a cabo dos programas de reestructuración de deuda. Los acreedores que aceptaron los programas renunciaron a hasta el 70 por ciento de su dinero y aceptaron por el resto nuevos bonos a más largo plazo. Pero no todos lo hicieron. Un 8 por ciento de ellos se mantuvo al margen de ese acuerdo (holdouts).

Argentina, ¿en default técnico?

En 2008, fondos hedge (de riesgo) le comenzaron a comprar a esos holdouts bonos de deuda argentina en el mercado secundario por mucho menos de su valor nominal y exigieron ante juzgados de Estados Unidos el pago total de la deuda. El juez neoyorkino Thomas Griesa les dio la razón y determinó que hasta el 30.06.2014 debían recibir 1.500 millones de dólares. Griesa es competente porque en los bonos se fijó como jurisdicción la de Nueva York.

El importe de 1.500 millones podría ser pagado por la Argentina. El problema es otro: mientras no le pague a los fondos hedge, tampoco podrá pagarle a los acreedores que aceptaron la reestructuración. La razón: no bien los dineros sean depositados en Nueva York, los fondos hedge los pueden hacer embargar. En ese caso, Argentina entra el 1 de julio en “default técnico”, es decir, podría pagar la deuda reestructurada, pero no la dejan. El próximo lunes (01.07.2014), Argentina debería pagar unos 900 millones de dólares a los tenedores de deuda reestructurada.

Kicillof dijo el miércoles (25.06.2014) en una conferencia de prensa en Nueva York que solo podrá negociar con los fondos hedge si el juez emite una disposición (“stay”) que permita continuar pagando a los tenedores de bonos de la deuda reestructurada. Este jueves (26.06.2014), el juez Griesa no dio lugar al "stay", por lo que parte de los fondos depositados en cuentas que el Bank of New York Mellon posee en el Banco Central Argentino podrían ser embargados para pagar a los fondos hedge.

Todos o ninguno

El asunto es, sin embargo, más complicado aún: si Argentina le ofrece a los fondos hedge mejores condiciones que las que le ofreció a quienes aceptaron la reestructuración, estos pueden reclamar el mismo trato. Ello se debe a la cláusula “pari passu”, contenido en los bonos, que dice que no se puede tratar a algunos acreedores mejor que a otros.

En los últimos años, los países que emiten deuda incluyen en los bonos una cláusula de acción colectiva, un mecanismo que introdujo México en 2003. Esta establece que si un porcentaje de acreedores, generalmente un 75%, está de acuerdo con una reestructuración, esta es válida automáticamente también para el resto. Los bonos argentinos no contienen esa cláusula.

Argentina está dispuesta a negociar con los fondos hedge, pero necesita más de tres días, dijo Kicillof el miércoles (25.06.2014) en Nueva York. Pero, acotó, existe el peligro de que luego del pago de los 1.500 millones de dólares, otros tenedores de bonos de deuda no reestructurada exijan 15.000 millones de dólares y también los tenedores de deuda reestructurada reclamen asimismo el pago completo de sus bonos originales, lo que supondría otros 120.000 millones. Y a más tardar entonces la situación se pone muy complicada para Argentina.