Artistas callejeros conquistan Alemania

Su escenario es la vía pública. Son artistas callejeros y ofrecen sus destrezas al paso: malabares, acrobacias y rutinas de circo a cambio de una sonrisa, un aplauso o un pequeño reconocimiento económico.

Es su forma de vida: hacen lo que les apasiona, trabajan duro y generan su sustento. Y, por sobre todo, valoran la libertad.

Así, desde Latinoamérica llegaron a Alemania, para deleite de transeúntes, peatones y automovilistas locales.

"Es arte que sucede en la calle, en los rincones donde nada llega. Es llevar luz y colores a las zonas grises, al asfalto, a un escenario cotidiano”. Así define su tarea Almendra Heredia, nacida en La Serena, en Chile, y afincada desde hace 3 años en Berlín.

"Siento que me desconecto del mundo cuando juego malabares. En el semáforo, la luz roja para los autos, es luz verde para mí, mi momento: el mundo se para por 30 segundos”, dice a DW la artista sudamericana, especializada en técnicas de circo, juegos con clavas de luces y fuego, manipulación de objetos, equilibrio y baile.

"Cuando hago circo me siento libre, siento que cambio y genero emociones en mí y en las demás personas”, apunta, por su parte, Matías Barral Ganeau, artista circense, payaso, malabarista y músico argentino, residente desde hace algunos meses en Mülheim an der Ruhr.

Y destaca "la felicidad que te devuelve el público, el agradecimiento que te llena el corazón”.

Pero no todo es positivo. El día a día, en ocasiones, también puede incluir sinsabores. "En la calle te expones a todo: al borracho que pasa caminando, a algún violento que decide expulsar su odio hacia ti, a la gente que está de malhumor, o a algún policía que quiere reprimir tu trabajo”, detalla Barral Ganeau en diálogo con este medio sobre su experiencia en varios países de Latinoamérica y Europa.

"Es difícil tener la disciplina, estar siempre, en días fríos o muy calurosos, y, por lo general, sin comodidad alguna”, indica en tanto Koyam Lef, experto en portes acrobáticos y malabares, oriundo de Santiado de Chile y radicado desde hace 8 años en Colonia.

Con todo, el artista venido del sur del continente valora lo que hace: "Soy muy afortunado de tener la instrucción técnica para hacer de mi hobby, mi trabajo, organizar mi tiempo y poder regalar un lindo momento al público”, destaca en entrevista con DW el también músico de la banda "Los placeres de la calle”.

"Antes, en mi país, me dedicaba a trabajar de forma independiente como electricista y aprendía por las tardes circo. Aquí en Alemania puedo dedicarme todo el día al circo. El semáforo es mi 'sala de ensayo' que me da ingresos”, cuenta Lef.

Vivir del arte callejero

Al respecto: ¿Pueden generar ingresos suficientes para vivir? La respuesta, con matices, es sí.

"Es relativo: depende de la ciudad, el día y la hora, pero, como en cualquier trabajo, puedes vivir de él, si le dedicas tiempo”, sostiene el malabarista chileno. "Yo vivo actualmente solo del semáforo”, indica.

"Al ser un trabajo informal, cada día que sales a trabajar, no sabes con cuánto dinero volverás. A veces ganas mucho, a veces, poco, y a veces, prácticamente nada. Pero siempre me alcanza para vivir y viajar modestamente”, se alegra Matías Barral Ganeau en un breve alto en su trabajo.

"Estoy en Alemania con una visa de artista de circo, lo que me permite vivir al 100 por ciento de esto, que es la pasión más grande de mi vida. Es un sueño hecho realidad: vivo del circo y vivo bastante bien”, comparte asimismo la artista chilena.

"Triste es trabajar de algo que a uno no le gusta”, contrapone Barral Ganeau. "Yo amo a mi trabajo, amo la calle, e intervenirla me parece algo maravilloso, que nunca tendría que desaparecer. Un artista callejero hace que el mundo sea un poco menos cruel”, asegura.