Así operan los talibanes
9 de agosto de 2013“Salimos a patrullar en la provincia de Baglán (norte de Afganistán), cuando de pronto escuchamos tiroteos en una calle cercana. Nos echamos al suelo, como nos habían dicho en los entrenamientos, y no tardamos en contraatacar. El asalto terminó tan súbitamente como había empezado. Sin embargo, los insurgentes se mezclaron entre los transeúntes, haciendo imposible distinguir quiénes eran civiles y quiénes no”.
Así lo cuenta el teniente alemán Christian B., quien sirvió en Afganistán como parte de las misiones de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán (ISAF, por sus siglas en inglés). Él da detalles claves de la técnica de combate preferida de los talibanes: la emboscada.
Los expertos creen que su facilidad para adaptarse a los combates es lo que los hace tan peligrosos. “Sus estrategias se han hecho cada vez más brutales y sofisticadas”, dice Rolf Tophoven, director del Instituto para la Investigación del Terrorismo y las Políticas de Seguridad, basado en Alemania.
Sus ataques también se han hecho más mortales, ya que cada vez apuntan más contra objetivos civiles, en un esfuerzo por controlar el territorio del que se retiran las fuerzas de la coalición dirigida por Estados Unidos. De acuerdo con un informe reciente de Naciones Unidas, las muertes de civiles en Afganistán han aumentado en un 23% durante los primeros seis meses de 2013, en comparación con el mismo período del año pasado.
El informe señala que los insurgentes fueron culpables del 74% de las muertes de civiles, en su mayoría causadas por artefactos explosivos improvisados. Los especialistas dicen que las bombas caseras se han convertido en una de las principales armas de los talibanes para luchar contra las fuerzas internacionales y afganas.
En distintos frentes
Sin embargo, los talibanes no son un grupo de combate homogéneo. Marvin Weinbaum, especialista en Afganistán del Instituto para el Medio Oriente, basado en Washington, explica que existe principalmente una red de insurgencias locales que operan tanto en Afganistán como en Pakistán utilizando la “marca Talibán”.
Los talibanes tienen combatientes muy diversos, que actúan principalmente en Afganistán, explica Weinbaum. “Están concentrados sobre todo en las provincias del este y del sur, pero también se encuentran en lugares de Pakistán considerados ‘seguros’”.
Cuando Estados Unidos invadió Afganistán en 2001, los talibanes afganos fueron expulsados del poder. Algunos de ellos se quedaron; otros se fueron a Pakistán y crearon el Quetta Shura, una organización que opera bajo las órdenes de Mullah Omar, su líder espiritual. También surgió otro grupo de talibanes paquistaníes, organizados menos rígidamente en una estructura conocida como Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), que proclama el extremismo religioso islámico.
Weinbaum comenta que aunque todos estos grupos comparten doctrinas religiosas comunes, existen diferencias considerables entre los talibanes afganos y paquistaníes. El experto explica que, al menos por el momento, una parte atúa para derrocar al régimen de Kabul, mientras la otra trata de imponer la ideología de la Sharía (la ley islámica) en Pakistán. “Mientras que los Talibanes paquistaníes contribuyen con la insurgencia afgana, los talibanes afganos evitan atacar al estado paquistaní”.
Los talibanes no operan bajo una estructura organizada similar a la de las fuerzas militares de un Estado. “Las evidencias muestran una falta de organización y de control. La mayoría de sus operaciones son independientes, planeadas y ejecutadas por comandos locales”, agrega Weinbaum. El grupo más parecido a una fuerza de combate coherente es la red Haqqani, liderada por Sirajuddin Haqqani, que fue responsable de ataques de alto nivel en Kabul y otros lugares.
Tácticas que cambian
Los talibanes han adaptado sus tácticas de combate. “Los objetivos son instalaciones militares y policiales, y blancos menos resguardados”, señala Weinbaum. Los ataques han sido diseñados para paralizar instituciones locales e intimidar a los pobladores. Por ejemplo, los extremistas raramente preparan ataques convencionales en posiciones fuertemente protegidas. En cambio, realizan más ataques suicidas o hacen estallar bombas en carreteras.
Y se han vuelto más audaces. Antes de que los legisladores paquistaníes comenzaran a elegir a un nuevo presidente el 30 de julio, los talibanes perpetraron un ataque masivo en una prisión en Dera, un pueblo al norponiente del país. Más de 40 hombres armados y vestidos con uniformes de policía bombardearon los muros de la cárcel y abrieron fuego contra el personal de seguridad. Lograron liberar a más de 250 de sus camaradas, incluyendo algunos terroristas considerados altamente peligrosos.
Los especialistas hacen hincapié en cómo los talibanes diseñan sus operaciones y en su habilidad para estudiar a sus oponentes. Tophoven señala que tienen acceso a manuales de la era soviética y a material estadounidense. “Esto les ayuda a estudiar al enemigo”, indica, agregando que cuentan también con una red local de informantes para vigilar los movimientos de las tropas extranjeras.
Combatientes experimentados
Muchas de las personas que se integran a los talibanes han aprendido a pelear y a utilizar las armas desde jóvenes, señala Michel Kugelman, un experto en Asia Meridional en el Centro Internacional Woodrow Wilson. Los talibanes llegaron al poder en Afganistán en 1996, tras derrotar a la Alianza del Norte (integrada por diversos grupos étnicos y religiosos que lucharon contra ellos) en una sangrienta guerra civil.
El régimen talibán forzó a las mujeres a utilizar burkas y prohibió la televisión, música, danza y fotografía. Pero fue derrocado por una coalición liderada por Estados Unidos, después de que rechazara tomar medidas contra la red Al Qaeda, dirigida por Osama Bin Laden, a quien se le acusa estar detrás de los ataques del 11 de septiembre de 2011.
“El apoyo local es crucial”
La mayoría de los talibanes son reclutados en escuelas religiosas, conocidas como madrasas, y en campos de refugiados de la frontera entre Afganistán y Pakistán. El grupo lanza en general ataques contra personas o entes que no comparten sus puntos de vista: gobierno, empresas, mezquitas, hospitales, escuelas. Un ejemplo es el caso de Malala Yousafzai, una niña paquistaní que fue atacada por los talibanes por pedir que las niñas tuvieran derecho a la educación.
A pesar de la brutalidad de sus ataques, los talibanes tratan de ganarse el corazón y la mente de las personas. Sus reclutamientos son exitosos gracias a los fuertes incentivos financieros. La mayoría de sus fondos de financiamiento, en Afganistán, proviene del tráfico de drogas, de los pagos de tropas extranjeras a cambio de la protección de sus miembros, o bien de materiales de contrabando.
Weinbaum cree que el apoyo de la población local, obtenido muchas veces a través de intimidaciones, ha sido crucial para la estrategia de los talibanes, sobre todo porque el gobierno de Kabul no es percibido por los habitantes como legítimo.
El apoyo de Pakistán es también crucial. “Incluso mucho antes de los ataques del 11 de septiembre, los talibanes recibían entrenamientos, fondos y municiones de los servicios de inteligencia paquistaníes”, comenta Tophoven a DW.
A pesar de los planes para entablar conversaciones de paz, la desconfianza entre los talibanes y el gobierno afgano es todavía grande. “Los talibanes sienten que les queda todavía mucho tiempo y esperan que puedan efectuar operaciones a escala mayor una vez que las tropas extranjeras se hayan ido”, detalla Weinbaum. “Los extremistas esperan que el gobierno de Hamid Karzai, presidente de Afganistán, pierda credibilidad en los próximos años y que sus fuerzas de seguridad se fracturen por razones étnicas y religiosas”.
Autor: Gabriel Domínguez /Israel Ayala
Editora: Emilia Rojas