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Asilo: Orbán vuelve a “ser alguien” en la UE

6 de julio de 2018

En materia migratoria, la política de “mano dura” del primer ministro húngaro se impone en el bloque comunitario; la mayoría de sus socios la apoya pese a que choca con la visión defendida por la canciller Angela Merkel.

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Belgien - EU-Gipfel in Brüssel - Orban
Imagen: Reuters/Y. Herman

La Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Alemania, la formación política de la canciller Angela Merkel, y la Unión Cívica Húngara (FIDESZ), el partido del primer ministro Viktor Orbán, pertenecen a la misma fracción en el Parlamento Europeo; pero las posiciones de ambos jefes de Gobierno en materia de asilo y migración se mantienen irreconciliables desde hace tres años. Ese es el tiempo que pasó entre el último viaje de Orbán a Berlín y su visita de esta semana. En el otoño boreal de 2015, Merkel se rehúso a cerrarle las puertas de su país a las 890.000 personas que llegaron a sus fronteras buscando refugio, mientras Orbán blindaba a Hungría y auguraba que la acogida descontrolada de quienes huían de la guerra destruiría la cultura occidental.

El “hombre fuerte” de Budapest llegó a describir la política de Merkel como una forma de “imperialismo moral”. Y, dado que los dos líderes no superaron sus diferencias fundamentales este jueves (5.7.2018), lo más probable es que Orbán siga viendo la postura de su homóloga alemana con los mismos ojos. “Siempre debemos tener en cuenta que lo que llega a nuestras fronteras son seres humanos”, dijo Merkel durante la rueda de prensa conjunta. Esa frase trae a la memoria la perseverancia con que ha propuesto una distribución justa de los refugiados en la Unión Europea, incluso usando sanciones como herramienta de persuasión.

“Europa se orbaniza”

Pero el afán con que Alemania tiraba de la cuerda hacia una dirección se vio desafiado por la fuerza con que el Grupo de Visegrado lo hacía en dirección opuesta: Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia rechazan categóricamente la repartición equilibrada de refugiados en el bloque comunitario hasta el día de hoy. Y, con el tiempo, es la política común de este cuarteto de países la que ha ido ganando adeptos en el club de los 28. Eso quedó en evidencia en la cumbre más reciente, donde la moción más popular era la de aislar a la Unión Europea. Después del evento, el propio Orbán no pudo evitar celebrar el “inmenso éxito” de sus tesis.

Los medios continentales lo secundaron. “El viento cambió de dirección en Europa”, escribía el diario húngaro Magyar Idök, de tendencia oficialista. “Europa se orbaniza”, titulaba el semanario alemán Der Spiegel. De hecho, en una entrevista con la televisora pública alemana ARD transmitida en junio, Merkel misma llegó al punto de elogiar las cercas erigidas por Orbán entre su país y Serbia, alegando que, hasta cierto punto, su homólogo estaba “haciendo el trabajo por nosotros” en la frontera exterior de la Unión Europea. Ahora, el paso de Orbán por la influyente Berlín refuerza la impresión de que sus palabras adquieren cada vez más peso.

La hora del Grupo de Visegrado

“Al principio del debate sobre la recepción de refugiados, las opiniones de algunos Estados de Europa Central parecían relegadas a los márgenes; ahora están en el corazón de la discusión. Esos países defendían un argumento minoritario; ahora, ese argumento refleja probablemente lo que piensa la mayoría de los miembros del bloque”, explica Kai-Olaf Lang, de la Fundación Ciencia y Política (SWP), de Berlín. Y ese cambio de marea podría terminar ejerciendo su influjo sobre otras cuestiones, como la evaluación negativa que la Comisión Europea ha hecho de los Gobiernos de Polonia y Hungría por sus arremetidas contra el Estado de derecho.

Lang no cree que Orbán reciba de vuelta a refugiados que se registraron primero en Hungría y terminaron en territorio alemán, a cambio de que Berlín proteja a Budapest de la injerencia de Bruselas. Pero, por sí solo, el reciente encumbramiento de Gobiernos de derecha en Italia y Austria puede incrementar la resistencia, entre los 28, a que se castigue la actuación de los Ejecutivos de Polonia y Hungría. “Ahora hay más países dudando que Bruselas deba intervenir en asuntos de democracia y Estado de derecho”, advierte el experto del SWP. A su juicio, lo que el Grupo de Visegrado quiere es una Unión Europea económica, no política.
    
Christoph Hasselbach (ERC/ERS)

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