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Barenboim: “Hay que reconocer a los otros”

Peter Zimmermann (DZ)15 de noviembre de 2012

El artista abrió en Berlín una academia para músicos de Israel y los países árabes con el fin de ayudar a superar décadas de conflictos. En conversación con DW, el músico habla en profundidad sobre esta iniciativa.

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Daniel Barenboim.
Daniel Barenboim.Imagen: picture alliance/dpa

El músico argentino Daniel Barenboim fundó en 1999 -junto a su amigo, el profesor de origen palestino Edward Said- la Orquesta del Diván Oriente-Occidente. La idea era que, a través de la música, dos pueblos distanciados por las guerras y los desencuentros, como son los árabes y el israelí, tuvieran un lugar de concordancia en el seno del arte.

Ahora, y sin su amigo fallecido el 2003, Barenboim vuelve a la carga con la Academia Barenboim-Said, que insiste en la integración, esta vez merced a un plan de estudios musicales que fue muy bien acogido en Alemania. Tal es así que el Parlamento Alemán aprobó una partida de 20 millones de euros para ese proyecto, que se suman a los ocho millones que aportaron instituciones privadas.

En un antiguo depósito de la Ópera Estatal Unter den Linden, los becarios de Israel y los países árabes tendrán sus salas de clases y ensayos. Los arquitectos Frank Gehry y el experto en acústica Yasuhisa Toyota trabajan en el diseño de la sala de conciertos Pierre Boulez, con capacidad para 800 personas.

DW: Señor Barenboim, desde niño usted quiso que su vida estuviera ligada a la música. Pero usted mismo dice que “del dicho al hecho hay mucho trecho”. ¿Qué quiere brindarles usted a los becarios de Israel y de los países árabes que lleguen a Berlín a lo largo de ese trecho?


Daniel Barenboim: Obviamente, quiero enseñarles que la calidad técnica en la interpretación es imprescindible. Pero que también es más que eso. La música no es un trabajo. Es, como se dice en inglés, "a way of life“, una forma de vida que exige mucho profesionalismo. Cuando los jóvenes estudiantes viajaban a Weimar para aprender con Franz List, el compositor y pianista esperaba que, a través del estudio, ellos se convirtieran también en mejores personas. Esto no es retórica del siglo XIX, es un hecho tangible: debemos sacar a la música clásica de la torre de marfil en la que se encuentra, porque de otra manera no sobrevivirá al siglo XXI. Por desgracia, la música ya no forma parte de nuestra cultura. Los niños en las escuelas algo aprenden de música, como también aprenden literatura, geografía y biología. Pero si hablamos de música, hablamos, en verdad, de nuestra reacción a ella. Uno dice: “Ah, la música es poesía“; otro dice: “No, es matemática pura“, y un tercero dirá: “La música es sensualidad ante todo“. Todo eso es cierto. Pero la música no es solo una de esas cosas, la música es todas ellas juntas. Y cada uno de nosotros encuentra en la música lo que busca en ella. El compositor italiano Ferruccio Busoni dio con la mejor definición: “La música es aire sonoro”. Eso lo dice todo. Y a la vez no dice nada… Pero bueno, eso significa que debemos también ocuparnos de los aspectos emocionales y espirituales cuando enseñamos música a la gente joven.


Su academia tiene una intencionalidad política muy clara. ¿Cómo funciona eso según usted?

Esto no es político, ¡es antipolítico! Político sería decir que tomo partido por lado o por el otro. Yo digo que no tenemos intencionalidad política ni estamos en negociaciones de ese tipo. Lo que debemos hacer ahora es entender y aprender a conocer al otro.


¿Entonces pretende enviar un mensaje político desde la capital de Alemania hacia Medio Oriente?


Sí, y evidentemente estoy muy agradecido al gobierno alemán por la ayuda financiera que nos ha brindado. Además, dijeron “Esta es un situación difícil. Todos debemos ayudar en este conflicto. No estar el uno en contra del otro”. Siento una profunda admiración por cómo muchas generaciones de alemanes se han preocupado por elaborar el pasado. De lo contrario yo, como judío, no podría vivir acá. Pero llegó el momento de pensar también en el presente y en el futuro. Y ahí Alemania tiene, a mi juicio, incluso una responsabilidad adicional.


La Academia Barenboim-Said en Berlín espera trabajar hasta con 80 estudiantes del mundo árabe e israelí en los próximos cinco años. El proyecto en el que usted se ha basado es su Orquesta del Diván de Oriente y Occidente. ¿Qué espera para ella?

La Orquesta del Diván tendrá la dimensión completa que necesita cuando toque en todos los países que en ella están representados. Es decir, si hacemos una gira por Estambul, Beirut, Tel Aviv, Damasco, Amán, Jerusalén, El Cairo y Ramallah. Solo entonces alcanzará su máxima dimensión.

Entrevista: Peter Zimmermann (DZ)

Editora: Cristina Papaleo