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Bayern München: las lecciones del triunfo

31 de marzo de 2010

Hablar de una revancha por lo sucedido en la final de la Champions League de 1999 sería exagerado. Pero el triunfo que anoche consiguió el Bayern München ante el ManU trajo a la Allianz Arena una catarsis muy especial.

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Ivica Olic, de rojo, se enfila rumbo a la portería del ManU.Imagen: AP

El principio del partido no pintaba nada bien para los bávaros. Éstos mostraron fallas evidentes en la zona defensiva central, debido a la incertidumbre de Martín Demichelis y a la lentitud de Daniel van Buyten. En general, el Bayern había salido en inferioridad psicológica, que se acentuó de modo que parecía irremediable tras el gol de Wayne Rooney en el segundo 45 del partido.

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El Bayern dominó la mayor parte de un encuentro en el que se peleó cada centímetro.Imagen: AP

Sin embargo, dos factores pesaron en la voltereta que habría de dar el partido. Uno, la resurrección del ánimo muniqués, basada en un Mark van Bommel como impasable último hombre, y en el empuje enjundioso pero poco certero de Halil Altintop. Franck Ribéry realizó un primer tiempo muy regular.

El otro aspecto que definió el curso del partido apareció sobre todo en el inicio de la segunda mitad. Por momentos, parecía que el Manchester United dejaba llegar al Bayern en la expectativa de rematar al conjunto local con un contragolpe fulminante. Pero éste jamás se produjo, y al transcurrir de los minutos, quedó en evidencia la abulia –y acaso la soberbia- de los ingleses.

A todo ello podría agregarse el azar, que también juega en el fútbol. El partido hubiera sido muy distinto si Rooney hubiese resuelto bien la enorme oportunidad que tuvo al minuto 37, o si el cabezazo de Vidic hubiese corrido un par de centímetros más abajo en vez de estrellarse en el travesaño, ya muy avanzado el partido.

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Martín Demichelis (der.), enmascarado y desconcertado.Imagen: AP

O si Rooney no hubiese rozado el balón para el primer gol del Bayern (debe recordarse también que el tiro libre para esta anotación fue regalado por Neville al tocar de manera infantil el balón con la mano en los linderos del área).

Pero nada de ello sucedió. Por el contrario, el Bayern presionó de manera muy efectiva, prestándole cada vez menos el balón a los británicos. El pressing partía desde la propia área defendida por van der Sar, a quien Ivica Olic no le daba cuartel para sacar con precisión.

En la segunda mitad, el Bayern se mostró como un equipo europeo de máximo nivel. Ribéry tomó por fin la batuta y dio una lección de compromiso y liderazgo. Olic mostró una enorme entereza física. Al final, ésta y su instinto goleador llevaron al croata a robar el balón en el área del Manchester United para, con tremenda carrera y tiro raso, definir el partido.

Las lecciones concretas

El triunfo del Bayern München en la Champions League ante el Manchester United, en el partido de ida, fue una buena noticia que no alcanza para alimentar la autosuficiencia, y por supuesto, no basta para hablar de una revancha de aquella final de 1999.

Sin embargo, el partido dejó varias lecciones concretas. La primera es que el Bayern, como buen equipo alemán, ya sale del letargo y es capaz de crecer ante retos mayúsculos como el duelo contra el ManU. La calidad del conjunto, empero, quedará de manifiesto sólo después del partido de vuelta, en el Old Strafford.

Una segunda conclusión es que el Bayern München tiene en Ivica Olic un delantero que ha madurado enormemente. El gol de ayer reposiciona al croata dentro del equipo, y en adelante será difícil verlo como alternativa. El Bayern deberá empezar a hacerle justicia a este hombre que ha aportado al equipo goles, energía, disciplina, y espíritu de lucha.

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Franck Ribery (der.) se mostró como un auténtico líder.Imagen: AP

La juventud del Bayern aún da resultados contrastantes. El ariete Thomas Müller, muy fuerte en la Bundesliga, se apagó por completo en este partido. En cambio, el defensor Holger Badstuber mostró reciedumbre, aunque poca precisión en los centros.

Luego, Louis van Gaal exageró al colocar a Müller como titular, teniendo a Mario Gomez en la banca. El equipo necesitaba un ariete, pero sobre todo, una presencia que abriera espacios como el que logró Gomez en el agregado, y que permitió la genialidad de Olic para anotar, entre cuatro defensivos del ManU, el gol decisivo.

El partido fue también una prueba de carácter superada por Franck Ribéry. El francés sacó el coraje necesario para remontar la cerrada marca y alzarse como guía del equipo, aun en ausencia de Arjen Robben. En cuanto a sus perspectivas profesionales, el triunfo le complica la decisión de marcharse o no del Bayern.

Y por último, lo más relevante: con todo y la apoteosis, faltan 90 minutos por jugar, y en cancha ajena. Si quiere jactarse de haber recuperado el nivel para competir a alturas máximas en Europa, el Bayern München deberá hacer un gran partido ante el Manchester United la semana próxima, fuera de la Allianz Arena.

Autor: Enrique López Magallón

Editora: Cristina Papaleo