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Berlinale: "El despertar de las hormigas"

Eva Usi
10 de febrero de 2019

La ópera prima de la cineasta Antonella Sudasassi, de Costa Rica, cuestiona el papel de la mujer en un mundo machista que le exige estar al servicio de los demás.

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Antonella Sudasassi Furniss y Daniella Valenciano, directora y actriz de la película "El despertar de las hormigas".Imagen: DW/E. Usi

Isa –Isabel- (Daniella Valenciano) está felizmente casada con Alcides (Leynar Gómez). Tienen dos hijas pequeñas, quienes, al igual que Isa, tienen una exuberante cabellera que cuidan con esmero. La tranquila vida familiar en una localidad rural en Costa Rica, empieza a trastocarse por la presión de Alcides y de la familia de él para que tengan un tercer hijo. Con suerte, un varón. Como costurera, Isa tiene pequeños ingresos y aspira a poner un local propio, pero no llega a verbalizar sus sueños. Ya no quiere un tercer embarazo y comienza a tomar píldoras anticonceptivas, que le oculta a su marido. En la lucha por su autodeterminación descubre y goza de una sexualidad más libre, que no conocía. 

El primer largometraje de Antonella Sudasassi, tiene su estreno mundial en la sección Forum, de cine joven, en la Berlinale y compite con otros 15 largometrajes por la mejor ópera prima. El despertar de las hormigas y la cinta brasileña Greta, de Armando Praça, son las únicas películas latinoamericanas en competencia por el Premio GWFF Best First Feature Award, dotado de 50.000 euros. En conversación con DW, la cineasta habló sobre los detalles de su primer largometraje.

 Daniella Valenciano, en el papel de Isa
Daniella Valenciano, en el papel de IsaImagen: Betta Films

DW: ¿Cómo te sientes en la Berlinale?

Antonella Sudasassi: Nos sentimos súper felices, estar aquí es para nosotros realmente un sueño y una sorpresa inmensa y todavía no tenemos la premier con el público, que es la prueba de fuego siempre, ver en dónde se ríen, en donde murmuran, etc...

¿Cómo llegaste a este tema, que refleja en buena medida el papel de la mujer en América Latina?

Llevo cinco años trabajando en el proyecto y lo que yo quería era hablar sobre cómo nosotras las mujeres transmitimos de generación en generación ciertas expectativas sobre lo que significa ser mujer. Sobre cómo debemos ser y comportarnos. Si tienes hijos te van preguntar: "¿cuándo llega el otro?". Si no tienes hijos, "¿cuándo te vas a casar?" "¿Ya tienes pareja?" Siempre hay una exigencia ajena que nos limita en la toma de decisiones.

¿En qué te inspiraste para construir la historia?

Creo que tiene que ver con mi entorno familiar. Yo vengo de una familia muy grande. Yo vi cómo mis abuelas, mis tías, se dedicaban en un cien por cien a los demás, andaban recogiendo y llevando niños, eran las que servían y atendían en las grandes fiestas familiares. Ese concepto de ser mujer y estar al servicio de los demás, creo que todavía nos sigue determinando. Seguimos entendiéndonos como mujeres en función de los demás. Yo quería hablar de eso, de cómo Isabel se va descubriendo y se va dando cuenta de que puede tomar decisiones. Tiene 30 años, tiene dos hijas, está casada y de repente empieza a preguntarse "¿qué quiero?" Creo que es muy aplicable a toda América Latina, en donde las mujeres todavía enfrentamos ciertas exigencias sobre cómo nos tenemos que comportar. Y quería poner eso en tela de duda.

El papel masculino en cambio, es muy dependiente de la protagonista, no sabe hacer nada en casa. 

El personaje masculino controla la plata, pero no la casa, demanda que le sirvan, que lo atiendan, aunque no de una manera violenta. Es un padre buenazo, que está ahí, pero que no se da cuenta de que, con sus pequeñas exigencias, está obligando a su mujer a servirle. Creo que tanto hombres como mujeres tenemos que empezar a dialogar.


Madre e hijas cuidan de su larga cabellera.
Madre e hijas cuidan de su larga cabellera.Imagen: Betta Films

A la protagonista Daniella Valenciano. ¿Cómo fue para ti interpretar a este personaje, enojado por la constante intromisión de la familia de él?

Daniella Valenciano: Es la primera vez que trabajo en cine, partí de lo que yo conozco del teatro en la construcción de un personaje, desde el conflicto que ella tiene y esta incertidumbre, que es muy importante para ella. Estuvimos trabajando mes y medio, a veces hasta 15 horas, lo que me hizo ir entendiendo el personaje, una mujer muy reservada, que es explosiva sólo cuando la presión está al máximo, es una mujer introvertida y yo soy más expresiva, yo trabajé el personaje reduciendo la expresividad.

Isabel es una mujer fuerte que busca la autodeterminación incluso sexual, que disfruta el sexo cuando empieza a tomar píldoras anticonceptivas.

Claro, porque no va a quedar embarazada.  Ha pasado ya dos embarazos, en los que el cuerpo cambia por completo. Ella había experimentado la sexualidad desde lo que es la reproducción, así que descubrir el sexo sin el miedo a quedar embarazada le abrió un mundo que no conocía. Para ella y para cualquier mujer eso es algo muy importante.

Se ve un machismo sutil, pero no hay violencia, cuando Isabel comunica que no quiere tener más hijos, sorprendentemente, su marido acepta la decisión. ¿Hay un machismo menos violento en Costa Rica?

La realidad es muy diferente dependiendo de la procedencia de la persona. En el área metropolitana, hay más acceso a la educación, ahí estos papeles parecen estar cambiando.  La película no es confrontativa, no es una violencia explícita, sino que es una presión diaria, que también hay que romper porque nos moldea. Alcides (el papel masculino) acepta las cosas, pero con algo de escepticismo. Pero eso no significa que no haya machismo violento en Costa Rica. El año pasado se registraron 26, 27 feminicidios, sigue habiendo muertes por violencia de género, es un tema que urge hablar y que, definitivamente, todavía no ha cambiado como quisiéramos. En la película no hablo de esa violencia, pero sí del machismo que se hereda de la mujer, la suegra, la madre, la hija. La protagonista se da cuenta de que no puede cambiar ella, pero tal vez puede cambiar a sus hijas. Hay un quiebre de una manera sutil, el cambio no se da de un día para otro, sino que es largo y paulatino.

Autora: Eva Usi desde Berlín (ms)

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