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Berlín va a las urnas

Kay-Alexander Scholz (ERC/ERS)16 de septiembre de 2016

¿Quién gobernará la capital alemana durante el próximo lustro? La diversidad de intereses en juego en Berlín hace difícil predecirlo. Dos millones y medio de personas han sido convocadas a votar este domingo (18.9.2016).

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El magnetismo de Berlín es innegable. Precisamente por eso, sus habitantes y su infraestructura está enfrentados a serios desafíos.
El magnetismo de Berlín es innegable. Precisamente por eso, sus habitantes y su infraestructura enfrentan serios desafíos.Imagen: Imago/J. Tack

Considerando la diversidad que caracteriza a la sociedad berlinesa, sobre todo en comparación con las otras grandes urbes alemanas, no es de extrañar que sea tan difícil pronosticar quién o quiénes gobernarán la capital germana durante el próximo lustro. Dos millones y medio de personas han sido convocadas a las urnas este domingo (18.9.2016) y los intereses en juego son bastante disímiles. El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) es la única formación respaldada por más del 20 por ciento de los consultados en las encuestas.

Tres rivales le pisan los talones: los principiantes de Alternativa para Alemania (AfD), por un lado; Los Verdes, por otro; y la Unión Cristianodemócrata (CDU), en el segundo lugar de los sondeos de popularidad. Algunos ponen en duda que los comicios regionales de Berlín puedan considerarse un barómetro fiable de cara a los comicios federales que se celebrarán en Alemania en 2017 porque los grandes temas de la campaña electoral capitalina son más locales que nacionales. Y los berlineses están muy insatisfechos con el estado de su ciudad.

Serios desafíos

El tránsito es un caos, las obras de construcción no tienen fin, no hay manera de conseguir citas próximas en las oficinas públicas, la construcción del Aeropuerto de Berlín-Brandeburgo Willy Brandt ha costado mucho más de lo estipulado y su fecha de inauguración –aún desconocida– ha sido pospuesta varias veces. Muchas de sus escuelas se encuentran en estado deplorable y su número es insuficiente para satisfacer la demanda de una población en constante crecimiento: un promedio de 40.000 personas se muda a Berlín cada año.

El magnetismo de esta metrópoli es innegable. Berlín es el corazón político de una potencia mundial, una exhibición a cielo abierto de enorme valor histórico, la capital de las fiestas, las drogas y el sexo; meca turística e imán de nuevos emprendedores. Precisamente por eso, sus habitantes y su infraestructura está constantemente enfrentados a serios desafíos.

“Pobre, pero sexy”

El índice de desempleo de Berlín está por caer bajo la marca del 10 por ciento, su crecimiento económico no tiene nada que envidiarle al de otras urbes germanas y sus ingresos tributarios son altos. No obstante, sus deudas ascienden a 60.000 millones de euros y su cancelación sigue estando pendiente. Bien lo dijo el exalcalde Klaus Wowereit, quien durante años fue un emblema viviente de la ciudad: Berlín es “pobre, pero sexy”. Su sucesor, Michael Müller, ha tomado algunas medidas para poner coto a ciertas estrecheces.

Mientras la industria de la construcción sigue erigiendo torres monumentales, el Gobierno local auspicia el desarrollo urbano a una escala más humana, estimulando experimentos y nuevas formas de convivencia. El objetivo: no dejar a Berlín sólo en manos de los inversionistas. Para frenar la proliferación de los apartamentos de vacaciones ilegales y controlar la especulación inmobiliaria se sopesa la posibilidad de fijar un impuesto especial para inversionistas extranjeros. Después de todo, la escasez de vivienda es un problema serio allí.

Berlín no debe cometer los errores de otras metrópolis: tiene que hallar la manera de seguir siendo una ciudad donde se pueda vivir sin pagar una fortuna por ello. El socialdemócrata Michael Müller, quien aspira a la reelección como alcalde, comparte esa postura. Está por verse si los berlineses lo apoyan.