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Blair: un triunfador debilitado

Emilia Rojas5 de mayo de 2005

El primer ministro británico, Tony Blair, obtuvo un tercer mandato consecutivo en las elecciones del jueves, batiendo un récord en la historia del laborismo.

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Tony Blair camino a las urnas.Imagen: AP

El electorado británico se abstuvo esta vez de dar sorpresas y, tal como lo auguraban las encuestas, otorgó a Tony Blair el magno honor de convertirse en el primer jefe de gobierno laborista en conseguir tres mandatos consecutivos. No obstante, su amplia mayoría parlamentaria se vio abruptamente reducida a sólo 66 escaños. La cifra suena confortable, pero no lo es tanto, teniendo en cuenta la existencia de numerosos laboristas instisfechos.

Economía y política exterior

El resultado electoral ha sido interpretado como una bofetada indirecta para Tony Blair, que le resta brillo a su logro de mantenerse en el poder. Los analistas no se han cansado de recalcar los logros económicos del gobierno, que ha conseguido mantener el crecimiento y, lo que es aún más importante, exhibir tasas de desempleo envidiablemente bajas para el resto de Europa. Un gobierno así no suele ser defenestrado, pese a la dolorosa pérdida de simpatías que le valió al líder laborista la azarosa incursión militar en Irak de la mano del George W. Bush.

Podría pensarse que, puestos a elegir entre el bienestar del propio bolsillo y las convicciones en cuanto a la justificación de la aventura iraquí, los ciudadanos optaron por lo primero. Sin embargo, en este caso, no fue esa la verdadera disyuntiva que enfrentó el electorado.

El voto pacifista

La oposición a la guerra de Irak no pudo traducirse en un voto de respaldo a la oposición conservadora, considerando que los tories defendieron la ofensiva. De hecho, el único partido que rechazó en todo momento esa intervención fue el liberal-demócrata. Y, obviamente, eso le ha valido las simpatías de más de un laborista que se inclinó esta vez por esta opción. Pero se trata sólo de la tercera fuerza política y eso constituye una desventaja enorme en Gran Bretaña, un país donde el sistema electoral por mayorías prácticamente circunscribe la lucha por la jefatura de gobierno a los dos grandes partidos. Por esta razón, aunque aumentaron su votación, los liberales sólo pudieron capitalizar hasta cierto punto el descontento con la política de Blair.

El primer ministro seguirá pues en su sitio. Lo que muchos se preguntan ahora es por cuánto tiempo. Porque parece claro que su ministro de Hacienda, Gordon Brown, ya se está preparando para el relevo.