Bolivia- Chile: el fallo de La Haya no archiva el caso
1 de octubre de 2018El alto nivel de las expectativas bolivianas, tras una campaña política, diplomática y mediática de años que dio alas a la antigua reivindicación marítima de ese país, quedó en evidencia con la presencia del presidente Evo Morales en La Haya. Esas expectativas se ven ahora defraudadas por el claro fallo de la Corte Internacional de Justicia, que por amplia mayoría avaló la postura legalista de Chile: del hecho de que haya habido conversaciones dirigidas a superar a mediterraneidad boliviana, no se deriva una obligación jurídica de negociar. Desde el punto de vista del derecho internacional, lo contrario habría podido sentar un precedente de graves consecuencias. Si la sola tentativa de buscar soluciones mediante el diálogo obligara a las partes a sostener negociaciones, muchos se abstendrían de entablar cualquier conversación sobre diferendos pendientes.
Los argumentos de Bolivia no convencieron a los jueces de La Haya. Pero Chile no tiene motivos para el triunfalismo. Porque el fallo de este lunes no implica que el asunto haya quedado zanjado. Las primeras reacciones bolivianas ya anuncian que los esfuerzos por obtener una salida soberana al mar no cejarán. El tema se mantendrá en alto en La Paz. El presidente Evo Morales de seguro no se dará por vencido, tras haber ligado tan estrechamente su prestigio político a la campaña para la recuperación de un acceso al Pacífico. Sus aspiraciones de continuar al mando -que enfrentan no poca resistencia en el país- podrían quedar enterradas por una derrota de esta magnitud en el plano internacional, si el presidente no se las ingenia para volver a levantar sin demora la bandera de esta aspiración, que aglutina a la ciudadanía por encima de cualquier color político.
Evo Morales no puede darse el lujo de guardar en silencio una de sus mejores herramientas para movilizar adhesiones. Ni de permitir que se le achaque la responsabilidad por un revés que paralice los esfuerzos reivindicatorios. En consecuencia, Chile no debería contar con que el asunto desaparezca de la agenda. Menos a largo plazo. El estricto apego a la letra de la ley rindió esta vez fruto en la Corte Internacional de Justicia. Pero los recurrentes roces que genera esta centenaria controversia con el país vecino también tienen un costo político e incluso económico. Baste recordar, por ejemplo, que en 2004 los bolivianos decidieron no vender gas a Chile mientras no se resuelva el diferendo marítimo. No es ni será la única oportunidad desbaratada por el lastre histórico. Y eso vale tanto para Bolivia como para Chile.
Chile no tiene obligación de negociar. Pero puede hacerlo, sin imposiciones, con miras al futuro.
Autora: Emilia Rojas
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