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Bolivia: entre el derecho al desarrollo y el "buen vivir"

Mirra Banchón (ER)9 de octubre de 2015

Enfoques frescos para la construcción del "buen vivir" saldrán de la II Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático en Bolivia. Contradicción entre discurso y práctica detectan sus críticos.

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Tiquipaya, en 2010.Imagen: picture-alliance/dpa/J. Abrego

En la boliviana Tiquipaya, entre el 10 y el 12 de octubre, se dan cita representantes de movimientos sociales de todo el mundo. Objetivo: debatir sobre el cambio climático y sobre propuestas alternativas al modelo del capitalismo, sobre la necesidad de defender el patrimonio común y de no mercantilizar la naturaleza.

“Se trata de identificar enfoques frescos para la construcción del 'buen vivir', en armonía con la naturaleza; para defender el conocimiento ancestral frente a las tecnología modernas”, explican fuentes oficiales del gobierno del presidente Evo Morales, anfitrión de la conferencia.

Las mejores intenciones

“En un escenario donde nuestra Madre Tierra se encuentra más herida y el futuro de la humanidad se ve en mayor peligro, los pueblos del mundo debemos seguir dialogando y defendiendo la vida”, se afirma en la convocatoria.

Desde la primera la primera conferencia en Tiquipaya, hace cinco años, uno de los mayores logros ha sido haber acuñado el término Madre Tierra en Naciones Unidas. Que sus derechos están garantizados por la constitución boliviana es uno de los caballos de batalla de un gobierno cuyo discurso ataca al modelo de desarrollo de los países capitalistas.

¿La realidad difiere?

No obstante, según la Fundación Amigos de la Naturaleza, también en el país andino es preocupante el incremento en el grado de deforestación, incluyendo zonas amazónicas, para favorecer especialmente la agricultura mecanizada.

Por otro lado, según un informe de Misereor (agencia de la Conferencia Episcopal alemana), “grandes extensiones de tierras son alquiladas o compradas para destinarlas a la producción de soja, girasol y caña de azúcar. Esta producción pone en serio peligro la seguridad alimentaria; además compite con el derecho a la propiedad de los pueblos indígenas y pequeños productores rurales. La 'necesaria' tala de grandes extensiones de bosque contribuye aún más a aunar los procesos de erosión y de cambio climático”.

A los planes de cuadriplicar el área de cultivo de soya hasta el 2025 –algo que afectaría directamente territorios ancestrales- se une la intensificación del extractivismo. Esto ha generado conflictos con organizaciones sociales que denuncian impactos ambientales y sociales, informa el Centro de Documentación e Información de Bolivia (CEDIB).

¿Contradicciones?

¿Cuán lejos están, entonces, el "buen vivir" y la conferencia de Tiquipaya de la realidad? “El concepto del 'buen vivir' está muy cerca de la sociedad”, responde a DW Marco Antonio Gandarillas, director ejecutivo del CEDIB.

“Se está discutiendo intensamente la necesidad de defender la naturaleza, de ir más allá del modelo extractivista. Hay una oposición tenaz a proyectos de nuevas hidroeléctricas en ríos amazónicos, a ampliar las actividades hidrocarburíferas en áreas protegidas o a evitar que se construya una planta nuclear en La Paz. La sociedad boliviana tiene en este momento mayor conciencia ambiental y voluntad de defender a la Madre Tierra”, afirma el analista.

I Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático en Bolivia, 2010
I Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático en Bolivia, 2010Imagen: AP

Por otro lado, “a nivel de autoridades sí hay contradicciones. Impulsan esas actividades porque generan ingresos, aunque se reconocen sus inconmensurables efectos en la naturaleza. Están atrapados en la cuestión del derecho al desarrollo. El gobierno boliviano cree que debemos seguir los pasos de los países que basaron su desarrollo en la explotación de sus recursos”, afirma Garandillas.

Cabe anotar que el CEDIB ha sido acusado por el gobierno boliviano de obedecer a intereses extranjeros que pretenderían convertirlos en “guardabosques”.

“Es curioso”, sigue Garandillas, “pues la izquierda históricamente buscó desacoplarse de la globalización, no depender de las transnacionales ni de los países del norte. Ahora somos francamente dependientes del extractivismo y la exportación de las materias primas”.

Debate de nivel internacional

Como fuere, los debates de Tiquipaya cuestionarán precisamente el actual modelo de desarrollo “que ha generado un modelo de vida cada vez más peligroso e inviable para la salud de la humanidad y del planeta”. De ellos saldrá una propuesta hacia la COP21 (París, diciembre 2015). Según informa el Foro Mundial para la Naturaleza, Bolivia y Venezuela están entre los 11 países que aún no han hecho llegar propuestas concretas.

Con todo, “no vale que el debate sea sólo con el mundo, debe ser hacia dentro de la casa, con la sociedad boliviana”, concluye Garandillas diciendo que, en su país y con miras hacia el "buen vivir", “las contradicciones se están volviendo insostenibles”.