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Brasil: "Polarización, el mayor peligro"

Mirra Banchón (DZC)18 de marzo de 2016

La situación de Brasil se percibe desde el otro lado del Atlántico como caótica, delicada, escandalosa, en todo caso preocupante. ¿Debilita a Brasil como actor internacional? DW recogió opiniones, divergentes.

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Protest gegen Brasiliens Präsidentin Dilma Rousseff in Brasilia
Imagen: Wilson Dias/Agência Brasil

“¿Cómo es posible que un expresidente que está bajo investigación pueda ser nombrado miembro del gobierno para darle inmunidad? Esto debilita la credibilidad del poder. Crea un ambiente conspirativo. Es una situación muy preocupante”, dice a DW Paulo Rangel, eurodiputado portugués del bloque conservador. Aunque preside en el Parlamento Europeo la delegación para las relaciones con Brasil, habla a título personal. No existe una posición oficial.

Una cierta debilidad de las instituciones y niveles de corrupción en el fragmentado espectro político brasileño no son noticia de hoy y no han impedido ni impedirían que Brasil sea el actor global que es, opina Rangel. Es en la polarización actual donde ve un gran peligro para el país, para la región y para sus relaciones internacionales.

¿Qué es más escandaloso?

“Por un lado el poder político ha tomado una decisión escandalosa para los patrones del Estado de derecho; por otro lado, el poder judicial está exorbitado, está fuera del camino de la imparcialidad. Es una regresión enorme”, dice Rangel sorprendido de que la potencia emergente esté pasando por este singular trayecto de desarrollo económico y social.

“Este nombramiento de Lula junta dos realidades políticas paralelas: el gran movimiento de protesta contra Dilma –que empezó apenas elegida y que siempre tuvo la intención de que terminara en impeachment– y los casos de Petrobras y Lava Jato contra Lula. Ninguna previsión es posible, la situación es caótica. No sabemos qué va a suceder”, afirma Rangel.

Más que rasgar vestiduras por el nombramiento de Lula como ministro de la Casa Civil, Fabricio Borges –analista internacional del think tank europeo CIDOB– ve escandaloso que en un país como Brasil se utilice la justicia y los grandes medios para intentar sacar a la fuerza a una presidenta democráticamente electa.

Es más, “la entrada de Lula en el gobierno no significa que no pueda ser investigado. Si se prueban determinadas acusaciones, será el Supremo Tribunal Federal quien lo juzgue. Decir que Lula está huyendo de ser investigado es deslegitimar al Tribunal”, puntualiza.

El analista del CIDOB advierte de la falta de reflexión y profundidad de los análisis, “Se puede criticar al gobierno de Dilma Rousseff por muchas cosas, pero ninguna justifica romper el Estado de derecho para derrocar un gobierno”, sigue Borges. En su opinión, la fuerza impulsora de esto es una vieja clase privilegiada incómoda con la redistribución de la última década. También intereses internacionales que preferirían un gobierno que no destinara un alto porcentaje de los ingresos petroleros en educación y salud.

¿Efecto en Europa?

“No son buenas novedades ni para Brasil, ni para los latinoamericanos ni para Europa”, apunta Borges. Justo en un momento en que el cambio de gobierno en Argentina abría la posibilidad de avanzar a pasos de gigante hacia el acuerdo con el bloque del Mercosur, “un Brasil inestable significa que debemos volver a esperar. Mientras no haya claridad, tengo la certeza que la UE no va a dar un paso adelante”, afirma Rangel.

Brasilien Da Silva und Rousseff
Imagen: Roberto Stuckert Filho/Presidência da República do Brasil

“No creo que lo que está ocurriendo en Brasil vaya a afectar las relaciones con Europa. Tenemos un ministerio de Relaciones Exteriores muy profesional, protegido de intereses partidarios inmediatistas, con gran capacidad negociadora. Brasil seguirá empeñado en seguir las negociaciones con el Mercosur/UE”, opina, por el contrario, Borges.

“Así como la crisis de los refugiados no debilita la capacidad negociadora de la UE o como Alemania no deja de ser un socio creíble porque un partido de extrema derecha está ganando fuerza con un discurso antiinmigración, el momento delicado de Brasil no se traduce en debilidad en sus relaciones exteriores”, afirma Borges. “Brasil tiene una gran capacidad para lidiar con sus problemas internos”, concluye.