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Burundi: ¿crónica de una caída anunciada?

Sandrine Blanchard (JOV/RML)14 de mayo de 2015

Sobre las causas y consecuencias del golpe militar en Burundi, y el trasfondo que llevó al aún confuso derrocamiento, DW entrevistó a Jean-Jacques Wondo, experto en geopolítica y estrategias militares en África.

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Imagen: Reuters/G. Tomasevic

El golpista, Godefroid Niyombare, y el presidente de Burundi, Pierre Nkurunziza, ahora al parecer depuesto por el primero, lucharon hombro a hombro en la década del 2000 en la República Democrática del Congo. Cuando Nkurunziza llegó al poder, nombró como jefe de los servicios secretos a Niyombare, pero a principios de este año 2015 lo despidió.

DW: ¿Se debió este despido solo a que Niyombare le había aconsejado al presidente Nkurunziza no prolongar su presidencia por tercera vez?

Jean-Jacques Wondo: En parte, sí. Pero no era la primera vez que se peleaban. Las disputas se daban desde 2013. La ventaja de Niyombare es que tiene una gran influencia dentro del Ejército. La mayoría de los oficiales de Burundi son leales a él, de lo contrario, un golpe de Estado no habría sido posible.

¿No fue la ausencia del presidente (su viaje a Tanzania) una buena oportunidad?

Claro que sí. Una fuente diplomática en el oeste de Bujumbura confirmó mis sospechas de que este era un derrocamiento previsible. Además, países como Estados Unidos, y otros más, están interesados en que en Burundi se realicen elecciones y haya un cambio de poder. Así que creo que la cumbre en Tanzania no fue organizada por casualidad. Ya había habido esfuerzos diplomáticos para sacar del poder al depuesto Nkurunziza. Creo que potencias occidentales han apoyado estos esfuerzos.

¿Quiere decir que la cumbre en Tanzania era una mera excusa para que Pierre Nkurunziza saliera de Burundí?

No se puede descartar. Sabemos que esas cumbres entre jefes de Estado africanos, por lo general, no son nada más que retórica. Pero esta vez Nkurunziza fue a Tanzania. Y Tanzania juega un papel geoestratégico importante. Tanzania se ha convertido en un peso pesado regional y un punto de acción del gobierno de Estados Unidos.

¿Ve usted el golpe militar como un intento por evitar otro baño de sangre en la región?

Sí. Se trata del menor de los males. Pero el golpe militar probablemente no contaba con la venia de los Jefes de Estado de la región, porque lo que pasa en Burundi es observado atentamente en Ruanda y Kinshasa porque se puede convertir en un precedente.

Después de las caídas de Blaise Compaoré, en África Occidental y de Nkurunziza (si se confirma), en Burundi, el próximo en ser derrocado puede ser el mismo Joseph Kabila, presidente de la República Democrática del Congo, que en 2010 ayudó a Nkurunziza a parar brutalmente las protestas contra su gobierno. Por otra parte, no hay que olvidar que Nkurunziza fue un guerrillero ávido de sangre y que no le importaría que murieran 10.000 personas buscando defender sus intereses.

DW: ¿Puede el golpe en Burundi alentar a la oposición o los grupos de protesta en países vecinos, como la República Democrática del Congo o Ruanda?

Es una victoria indirecta. Especialmente en la República Democrática del Congo porque Nukurunziza es un gran amigo de Kabila. Son como hermanos. Ambos compartieron tienda de campaña en la segunda guerra del Congo.

DW: ¿Así que Joseph Kabila no podrá dormir ahora tan tranquilamente?

Así es. Sé que Kabila está muy inquieto desde el comienzo de la crisis en Burundi. Esto le dará ánimos a la sociedad civil congoleña, y podría llevar a Kabila a repensar su estrategia, si es que tenía pensado quedarse en el poder. La caída de Nkurunziza confirmaría la tendencia y sentaría un nuevo precedente: estamos ante una segunda ola de cambio del poder en África, en la que el Ejército republicano se toma el poder para destronar a un Presidente que quiere hacer caso omiso de la Constitución.