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Bush es una especie de "paria" en campaña política por cancillería alemana

José Ospina Valencia30 de julio de 2005

Angela Merkel apoyó fervientemente la Guerra contra Irak y abogó por el envío de tropas alemanas a Bagdad. ¿Errores del pasado?

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Merkel (antes su candidatura) y Bush en Maine, Alemania.Imagen: dpa - Bildfunk


La candidata de la Unión Cristianodemócrata alemana, Angela Merkel, a la cancillería alemana sufre de un síndrome posconflicto muy peculiar: no se acuerda de su apoyo a George Bush, es la conclusión de Nico Fried en un artículo del diario muniqués Süddeutsche Zeitung. "Una de las columnas de la política exterior del programa de la cristianodemocracia alemana es "la revitalización de la cooperación trasatlántica con Estados Unidos", afirmó Wolfgang Schäuble, emisario de Merkel, al regreso de su reciente visita a Washington en donde la representó.

Ella misma se dedicó en estos primeros días de campaña política a elucubrar sobre el sentido y el valor de la promoción de la cultura y a asistir al anual Festival de Wagner en Bayreuth. Para volar un día a Washington parece no haberle quedado tiempo.

Irak: "tendón de Aquiles" de Merkel

Ya el ministro de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer, había expresado la sospecha en el Bundestag de que "Angela Merkel está evitando ser relacionada con Bush e ir a la Casa Blanca". Esto quedó demostrado con la preferencia de enviar a un emisario. Es más, en el programa de su partido, en efecto, el término Irak brilla por su ausencia.

Para Los Verdes este es "el talón de Aquiles de Angela Merkel". El que la candidata conservadora rechace la acogida de Turquía a la Unión Europea y sea escéptica a la pronta inclusión de Bulgaria y Rumania está claro y, por ello, cuenta además con el apoyo de amplios sectores populares, pero en el tema Irak, el Gobierno socialdemócrata-verde está en ventaja, concluye Fried.

El problema de Merkel

Para los socialdemócratas hay también otra cosa clara: "Si Merkel fuera ya la canciller, hoy habría soldados alemanes apostados en Bagdad", como lo dicen expresamente en su manifiesto programático. Afirmación que Merkel desmiente. "El problema de Angela Merkel", según Fried, "es que al decidido no del Gobierno de Gerhard Schröder a la invasión militar de Irak, ella siempre respondió con ambigüedad". En los meses previos a la incursión armada en Irak Merkel consideraba que era "equivocado descartar a priori la opción militar". Ello, aunque fuera diplomático, no le trajo tantos adeptos como al canciller con su "conmigo no".

Schröder mostró al mundo la imagen de una Alemania más segura de sí misma. La abierta crítica a la "aventura Irak", dio la impresión de que Berlín había logrado madurez. Eso le gustó a la mayoría de los alemanes y al mundo.

Violación de regla de oro

Merkel, en cambio, quebró una regla de oro de la ética entre Gobierno y oposición en tiempos de una crisis internacional. Se fue a Estados Unidos, expresó su respaldo a Bush y escribió un artículo en el Washington Post atacando al Gobierno alemán: "Schröder no habla por la mayoría de los alemanes", titulaba la funesta nota que le costó muchas simpatías en Alemania. Lo que queda del zigzag de declaraciones de Angela Merkel sobre la invasión de Irak es la innegable impresión de que consideró y sigue considerando la invasión de Irak como un acto legítimo.


Pero mientras su ambigua posición le sigue amargando la boca a muchos ciudadanos que temen un coprotagonismo bélico de Alemania al lado de Bush, en caso de que Merkel llegara a la cancillería, tiene asegurado un trato más benigno en Washington, así no se quiera dejar ver con Bush antes de las elecciones del 18 de septiembre.