Buttiglione desiste
31 de octubre de 2004Generoso se mostró, finalmente, el frustrado candidato a comisario de Justicia e Interior de la Unión Europea. Rocco Butiglione anunció la retirada de su postulación, aunque sin admitir errores. Por el contrario, asumió la posición de una víctima, castigada por haber defendido sus principios. Pero aseguró que no quiere “interponerse” en el camino del nuevo equipo encabezado José Manuel Durao Barroso, puntualizando que Europa necesita una Comisión “fuerte”.
Porcelana rota
Lástima que haya tenido que romperse tanta porcelana política antes de que el conservador italiano comprendiera lo que estaba en juego y decidiera dar marcha atrás. No lo hizo cuando los europarlamentarios rechazaron sus decimonónicos conceptos sobre sexualidad, ni siquiera cuando quedó en claro que la futura Comisión se arriesgaba a un veto prácticamente seguro. Fue necesario que Durao Barroso retirara su propuesta y, sobre todo, que el jefe del gobierno de Roma, Silvio Berlusconi, insinuara con bastante claridad que no seguiría luchando por su nominación, para que Buttiglioni recordara que había una causa superior: la firmeza de las instituciones europeas.
Ciertamente, el italiano no era el único candidato cuestionado por el Parlamento Europeo. También otras de las figuras propuestas merecieron críticas, ya sea por falta de competencia en las materias que se les pretendía asignar o por eventuales conflictos de intereses. Pero el hecho de que Buttiglione abandone la batalla sin duda aliviará la tensión y facilitará la búsqueda de acuerdos.
Más democracia
El Parlamento Europeo salió victorioso de este episodio. Esa es una buena noticia para la Unión Europea, que acaba de dotarse nominalmente de una Constitución, pero sigue bregando por la necesaria adhesión de la ciudadanía. Porque el hecho de que los parlamentarios de Estrasburgo hicieran valer sus atribuciones, refuerza el principio democrático de la representación popular en las instituciones comunitarias. Y eso quizá ayude a la población a recuperar el entusiasmo por la integración, que se verá puesto a prueba en los países donde la Carta Fundamental de la UE se someterá a referéndum.
Para la gestión de Durao Barroso, en cambio, lo ocurrido supone un mal punto de partida. Al insistir en sus propuestas hasta que no le quedó más remedio que dar pie atrás, no demostró fortaleza, sino falta de tino político. Cierto es que comparte la responsabilidad con los gobiernos de los países miembros, que son los que envían sus comisarios a Bruselas. Tras Buttiglione estaba, desde luego, Berlusconi. Pero el portugués tendría que haber negociado mejores candidatos y, sobre todo, no debería haber subestimado a los europarlamentarios.