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Cambio climático: riesgo para la salud

14 de junio de 2011

Si el clima del planeta goza de salud, también lo hace su población. Pero los cambios en el clima repercuten en los cuadros clínicos y la evolución de las enfermedades. Cada vez más investigaciones se ocupan de ello.

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El cambio climático amenaza a los pueblos indígenas de Rusia con nuevas enfermedades.Imagen: CC/Evgeniy Zotov

El clima en el que viven los seres humanos influye en su bienestar. Cuanto más ideales son las condiciones de vida, más garantizadas se encuentran la salud y la supervivencia. El viento, las condiciones meteorológicas y el sol influyen directamente sobre el acceso al agua potable, a una alimentación suficiente o a un aire para respirar lo suficientemente limpio. Pero las condiciones climáticas cambian. A menudo, influyendo negativamente en el suministro básico de las personas afectadas. Y generando, con ello, nuevos riesgos para la salud.

Bauer auf seinem trockenen Feld- Indonesien
La pérdida de cosechas por el calor o las inundaciones afecta especialmente a países subdesarrollados.Imagen: CC/Danumurthi Mahendra

La Organización Mundial de la Salud alerta

La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en 140.000 las muertes anuales atribuibles al cambio climático. Una circunstancia que, como recoge un estudio de la OMS, afecta especialmente a los países en vías de desarrollo. Según la organización, las diarreas ocasionadas por la ingestión de agua contaminada constituyen una de las principales causas. Pero también la escasez de agua, las olas de calor y la pérdida de cosechas influyen en este trágico balance. A menudo, además, los sistemas sanitarios de los afectados -en gran parte, países pobres- no están en disposición de reaccionar a las nuevas condiciones.

La OMS parte de la base de que enfermedades como la malaria y el dengue seguirán provocando un aumento de la mortalidad en los países en vías de desarrollo. Los agentes patógenos son transmitidos por mosquitos, que encuentran buenas condiciones para anidar principalmente en zonas húmedas y cálidas.

El avance del mosquito tigre

Unas condiciones, sin embargo, que los insectos hallan cada vez más a menudo en regiones templadas. El mosquito tigre y el mosquito japonés, originarios de Asia, encuentran desde hace años condiciones de vida cada vez mejores, por ejemplo, también en Alemania. Los insectos son capaces de superar incluso los más crudos inviernos. El creciente transporte de mercancías a nivel global es una de las principales causas de la llegada de estos animales a nuevos países, como explica el doctor Egbert Tannich, del Instituto Bernahard Nocht de Medicina Tropical.

Asiatische Tigermücke
El mosquito tigre originario de Asia llegó a Alemania: un riesgo para la salud.Imagen: CC/somaskanda

Eso sí, los insectos no serían capaces de asentarse en sus nuevos hábitats si éstos no ofrecieran las condiciones adecuadas. "Que haga más calor y se disponga de buenas condiciones de anidamiento son circunstancias propicias para el desarrollo y la propagación del mosquito", explica Tannich, quien añade: "cuantos más mosquitos haya, más probable es el riesgo de recibir una picadura". Según el experto en enfermedades tropicales, el peligro sigue siendo bajo en Alemania.

"Hasta ahora, no tenemos constancia de ninguna infección con agentes patógenos transmitidos por mosquitos llegados a Alemania desde otras latitudes", explica Tannich, a quien preocupa especialmente el mosquito tigre. Un insecto responsable de la transmisión del peligroso dengue.

Olas de calor con miles de víctimas

Christina Koppe, meteoróloga del Servicio Meteorológico Alemán, está convencida de que los veranos extremadamente calientes se convertirán en norma también en Europa a finales de este siglo. "Aunque un verano caliente no confirma por sí solo la existencia del cambio climático, la tendencia a registrar temperaturas más cálidas es algo palpable también en Alemania", afirma Koppe. Según su opinión, resulta difícil establecer una cifra exacta de víctimas del cambio climático, dado que la mayoría de causas de muerte sólo pueden vincularse de forma indirecta al aumento de las temperaturas.

Roter Platz Moskau im Rauch im Sommer 2010
Los incendios de turba generaron una espesa humareda sobre la Plaza Roja de Moscú.Imagen: CC/Centalasian

"Enfermedades como las relacionadas con el sistema cardiovascular figuran entre las principales causas de muerte por olas de calor", explica. Un ejemplo de ello lo encontramos en el verano de 2003. Como recuerda la meteoróloga, entre 35.000 y 50.000 personas fallecieron entonces a causa del calor registrado. Según las mediciones de la NASA, la última década fue la más calurosa desde el inicio de los registros de los datos meteorológicos, en el año 1880.

Una circunstancia que se hizo evidente también en la capital rusa, en Moscú, en el verano de 2010. El humo procedente de centenares de incendios de turba desencadenados por el enorme calor, cubrió a la gran urbe durante casi un mes. El Ministerio de Economía ruso responsabiliza en un informe al cálido verano de muchas de las muertes: "debido al anormal calor, a los incendios forestales y al 'smog', entre julio y agosto se registraron 55.600 muertes más de lo habitual", se puede leer en el informe.

Torflandschaft nördlich von Glasgow
La turba almacena grandes cantidades de CO2.Imagen: CC/Patrick Mackie

Dos tipos de aumento de las temperaturas

Pero temperaturas en ascenso no es, necesariamente, sinónimo de canícula. En el norte de Rusia, cerca del Ártico, la población debe enfrentarse al deshielo de los terrenos. Los pantanos que se originan son caldo de cultivo ideal para el surgimiento de transmisores de enfermedades. A ello hay que añadir que lo impracticable de los terrenos dificulta de forma ostensible el abastecimiento de la población. Alimentos y medicinas apenas sí llegan a estas regiones. Las consecuencias exactas de esta situación aún no se han investigado.

Pero no todo son efectos negativos. Según la OMS, inviernos más suaves tienen como consecuencia una mayor producción de alimentos en determinadas regiones del mundo. Algo que podría incluso beneficiar a algunas personas. Pero a grandes rasgos, según la OMS, predominan las consecuencias negativas. Además, queda una ingente tarea de investigación por realizar. Sin duda, los sistemas sanitarios del mundo tienen todavía ante sí grandes desafíos.

Autor: Kerstin Schnatz
Redacción: Emili Vinagre