Carlomagno al “Papa de la globalización”
5 de mayo de 2016Desde 1950, una asociación de la ciudad alemana de Aquisgrán otorga el Premio Carlomagno a las personalidades que se distinguen en el ámbito europeo en sus logros por la paz. Entre los ganadores se hallan políticos de alto rango, cancilleres, un presidente estadounidense, los habitantes de Luxemburgo, el euro y también un Papa. En 2004 lo obtuvo Juan Pablo II, ya enfermo, por su rol durante la caída del régimen comunista en Europa del Este. El Premio Internacional Carlomagno de la Ciudad de Aquisgrán goza de gran renombre en todo el mundo, ya que es el premio político a nivel europeo más antiguo de Alemania, y reúne cada año a un círculo de políticos y figuras sobresalientes.
El creador del premio
El comerciante textil Kurt Pfeiffer, uno de los primeros alcaldes de la ciudad después de la II Guerra Mundial, tuvo la idea de crear un premio que honrara la unificación europea. Fundó una asociación y logró convencer a muchos ciudadanos de Aquisgrán de que lo apoyaran. Las fuerzas de ocupación británicas no estaban muy de acuerdo con la idea porque Pfeiffer y algunos de sus compañeros de lucha habían sido miembros del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP), el partido nazi. Sin embargo, Pfeiffer demostró que no había nada que temer eligiendo a personalidades ilustres y despertando interés más allá de su ciudad natal.
El nombre del premio
El emperador Carlomagno era para los creadores del premio el padre de la unificación de Europa. Carlomagno fundó –a pesar de hacerlo por la fuerza de las armas y con guerras sangrientas, entre otros, contra los sajones paganos– un reino europeo occidental con una administración eficiente. Creó con ello el fundamento de la identidad europea. Aquisgrán era la sede imperial, y esa ciudad está ligada a Carlomagno de diversas maneras. Fue sede de la coronación de los reyes alemanes hasta al siglo XVI. Kurt Pfeiffer eligió bautizar así el premio para construir un puente desde el pasado hacia el futuro.
La elección
Los 17 miembros del directorio de la Asociación Carlomagno eligen en secreto al candidato teniendo en cuenta las propuestas enviadas por cada uno de ellos y sin que salgan a la luz los criterios por los cuales los eligen ni los debates previos. Las actas permanecen bajo llave durante al menos 30 años. Los partidos del ala izquierda de Aquisgrán siempre han criticado que se elija sobre todo a políticos conservadores para el premio. Los cancilleres socialdemócratas Willy Brandt y Helmut Schmidt no fueron designados a recibir el Premio Carlomagno, mientras todos los democratacristianos, inclusive la canciller Angela Merkel, fueron galardonados con él. Hasta hubo protestas delante de la alcaldía de Aquisgrán durante la ceremonia de entrega del premio, por ejemplo, contra Henry Kissinger, responsable como ministro de Exteriores de la Guerra de Vietnam.
El galardonado
El Papa Francisco recibió el Premio Carlomagno por su “autoridad moral sobresaliente, que nos recuerda, a modo de advertencia y al mismo tiempo como mediador, que Europa tiene la tarea y la obligación, sobre la base de los ideales de sus padres fundadores, de hacer realidad la paz, la libertad, el Estado de derecho y la democracia, la solidaridad y la conservación de la creación”. Ese es el argumento del directorio del Premio Carlomagno. Durante su discurso ante el Parlamento Europeo, el Papa Francisco se refirió en tono amonestador al estado de debilidad en el que se encuentra la Unión Europea. Criticó a través de palabras y obras la falta de compasión de la política europea ante la llegada de refugiados. Visitó a los refugiados en Lampedusa en 2013 y, hace poco, en Lesbos. Y se llevó con él a doce de ellos al Vaticano.
“El Papa Francisco es alguien que aboga hoy en día por la unidad europea, que pronunció un discurso notable ante el Parlamento Europeo y que les dijo a los europeos que conserven sus valores y no vuelvan a caer en el nacionalismo. Que justamente en la crisis de los refugiados dijo palabras sumamente importantes para Europa. Ese es el motivo por el cual creo que es merecedor del Premio Carlomagno”, dijo Armin Laschet a DW. Laschet, nacido en Aquisgrán, fue eurodiputado y ministro de Integración de Renania del Norte-Westfalia. Pertenece a la CDU y forma parte del directorio del Premio Carlomagno, por lo que participó en la elección del Papa Francisco. Según él, un católico practicante, Francisco podría ser, como primer “Papa de la globalización”, un ejemplo para muchos europeos. “Tengo la impresión de que su forma de obrar va más allá de todas las fronteras confesionales, y que muchos ven en él la autoridad moral que están buscando en este tiempo. Por eso, tengo plena confianza en que el hecho de que reciba el Premio Carlomagno hará que su mensaje vuelva a ocupar el centro de atención”.
Marco Politi, periodista especializado en temas eclesiásticos e íntimo conocedor de la política papal, dijio a DW que "con sus palabras sobre la situación geopolítica, el Papa ha demostrado cuánto silencio hay en Europa, que se dirige en una especie de sonambulismo hacia la disolución". Según Politi, el Papa Francisco es realmente un "Papa de la globalización", ya que no nació en una pequeña aldea de Baviera o de Polonia, sino en Buenos Aires, una gran metrópoli de varios millones de habitantes. Francisco tiene una visión distinta del mundo, y pide que la gente se ocupe de las necesidades de los demás. "Creo que el mejor mensaje que se puede transmitir hoy a Europa es que los pueblos europeos tienen que entender una vez más que hay que esforzarse por lograr la unidad, y que solo una Europa unida puede enfrentarse a los problemas del mundo moderno".