Carnaval: Vampiros en la calle

Héroes de películas y cuentos son los disfraces más requeridos por los niños y adolescentes. Así lo informan los encargados de tiendas especializadas en moda carnavalesca. En ellas, la crisis no ha entrado. En promedio, unos 40 euros cuesta un traje del vampiro de Twilight o del Guasón de Batman. Ambos son la sensación de la temporada.

Lo más importante es el disfraz

Los preparativos para la fiesta que empieza el jueves y acaba el martes a la medianoche andan a toda máquina. Los esfuerzos se concentran en el disfraz apropiado. El carnaval se festeja en la calle; y como es invierno y hace mucho frío, que sea calentito es muy importante. En la llamada quinta estación del año –donde todo el mundo puede transformarse en algún otro ser- en las calles de los bastiones del carnaval como Colonia, Dusseldorf y Maguncia se ven los clásicos piratas, diablos brujas, sacerdotes y vaqueros. Conejos, osos y leones tampoco faltan nunca –el fieltro con que están hechos protege especialmente bien de las bajas temperaturas.

Twilight y Batman

Y siempre algún nuevo personaje que esté de moda: este año le toca a los vampiros y a un archienemigo de Batman. Para los trajes de personajes del mundo fantástico de elfos, hadas, brujas y ángeles no hay límites para la fantasía y las habilidades individuales en el diseño y la costura pueden lucirse. “Los ángeles blancos son muy comunes”, opina una niña que prefiere disfrazarse de ángel negro.

Los carnavalistas están en plena acción en Renania. A los hombres que decidan salir el jueves con traje y corbata haciendo caso omiso de los imperativos de la quinta estación del año, las mujeres –que tienen el mando el primer día del carnaval- tienen autorización para cortarles la corbata.

Helga Resch, autora de un libro especializado en costumbres de carnaval, opina que “durante esos seis días hay que disfrazarse. De lo contrario, uno llama la atención. En Colonia –a diferencia de lo que pasa en Múnich- es más importante que sea el disfraz sea gracioso a que sea sexy. En Colonia es mejor ser payaso, que los hombres se vistan de mujeres y al revés”.

El clásico pirata

Curiosamente, las tiendas de disfraces no se han sentido afectadas por la crisis. El precio de los disfraces se paga sin más, aunque al parecer los más jóvenes son más cautelosos a la hora de gastar. Usar el mismo del año pasado es una solución; alquilar uno es otra. Herbert Geis, dueño de un alquiler de disfraces, comenta: “Vestirse de pirata no ha pasado de moda; la película Piratas del Caribe ha aportado a ello”.

Los soldados son bien vistos

Vestirse con el uniforme de una de las tradicionales guardias carnavalísticas tampoco pasa de moda. Los de los Rote Funken (Chispas rojas) son especialmente populares. El uniforme de este club de carnaval combina chaqueta roja con pantalones blancos y se lleva desde 1823. Es una copia de los uniformes que usaban los soldados coloneses hasta 1794, cuando los soldados de las tropas napoleónicas tomaron el control de la ciudad. Costureros especializados hacen esos trajes, cuyo precio puede ascender a 3500 euros.

Dieter Szary, portavoz de los Rote Funken explica por qué siempre hay gente dispuesta a gastarse esa pequeña fortuna: “Uno se pone el uniforme, sale a caminar con él y todos los problemas y las preocupaciones desaparecen. Es un sentimiento indescriptible: uno es, de pronto, otra persona. Además le prestan más atención; es muy divertido”. Por eso será que entre las niñas es muy popular vestirse de las “Marías” de los Rote Funken, que llevan falditas rojas en vez de pantalones blancos.

Como fuere, Rote Funken, osos, conejos, vaqueros, ángeles, leones… todos se aprestan a comenzar a festejar junto a piratas, guasones y vampiros.