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Caso Khashoggi: la arruinada reputación de Riad

16 de octubre de 2018

Probablemente, el último giro en el caso Khashoggi: "Sí, hubo algo, pero no lo sabíamos". Con su cínica política, la familia gobernante saudí se interpone en su propio camino y en el del país, opina Kersten Knipp.

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USA Washington Protest von David Barrows  vor der Botschaft von Saudi-Arabien
Imagen: picture-alliance/AP Photo/J. Martin

Así es el mundo de las penumbras: quien se involucra con personajes cuestionables, no puede contar, en caso de duda, con su lealtad. Los 15 integrantes del comando especial que viajó, desde Arabia Saudita a Turquía, a principios de octubre, entró al consulado de su país en Estambul y supuestamente asesinó al periodista saudí Jamal Khashoggi. Los autores del crimen nunca se hubieran imaginado que el caso pudiera originar una oleada tan potente de protestas.

Después de las manifestaciones en todo el mundo y la fuerte presión ejercida por Washington, se espera que la familia real saudí realice una declaración pública, según el canal estadounidense CNN, sobre todo para exponer un dato: la familia real no sabía nada sobre el crimen. Aparentemente algunos tipos siniestros se reunieron, decidieron viajar a Turquía por su cuenta y cometieron el crimen. ¡Sin ningún conocimiento y para gran indignación de la familia real! Ahora se reponsabilizará a las personas que apoyaron el suceso. Un escritor especializado en asuntos mafiosos no se podría haber imaginado una trama tan brillante.

Un "canalla asesino"

Al menos un ciudadano no saudí cree la explicación del escandaloso suceso: el presidente estadounidense Trump. Después de una reunión con el rey saudí Mohamed Salman bin Abdelaziz, este hace ahora uso de la expresión saudí "banda asesina", que se confabuló para cometer el crimen. Khashoqqi, según Trump, probablemente murió a manos de un "canalla asesino". Corresponsable en la familia real saudí: ninguno.

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos, sin embargo, lo ven de manera diferente. Según informes de los medios de comunicación, escucharon conversaciones de funcionarios sauditas que planeaban secuestrar a Khashoggi a Arabia Saudita. En su opinión, el nuevo hombre poderoso del reino, el príncipe heredero Mohamed bin Salman, también conocido como MbS, debe haber tenido, como mínimo, conocimiento del suceso.

Kersten Knipp, redactor de DW.
Kersten Knipp, redactor de DW.

Política cínica

Por lo tanto, la reputación del príncipe heredero, ahora y ante la opinión pública mundial, está resquebrajada. El curso que ha tomado este caso no es nada sorprendente. Por el contrario, el asunto Khashoggi es la culminación de la carrera política de un gobernante, que llama repetidamente la atención durante su breve mandato, por practicar una política altamente cínica y despiadada. A esto se suma la disputa y el boicot con su vecino Qatar, porque al príncipe heredero le desagrada la orientación política del pequeño emirato. Como también la guerra aérea contra Yemen, el país más pobre del mundo árabe, que según cifras de la ONU, poco menos de 5.500 civiles fueron asesinados hasta agosto de este año; otros 10.400 civiles resultaron heridos, y unos 12 millones de personas corren el riesgo de morir de hambre debido al bloqueo naval saudí.

Con rudeza también gobierna el heredero saudí contra su propia población. El bloguero Raif Badawi, quien ha estado encarcelado durante años por críticas políticas inofensivas, es solo uno de los casos más conocidos de una larga lista de presos. En verano de este año, se arrestaron a más activistas que lucharon a favor de los derechos de las mujeres. Ellas también representaban asuntos que solo pueden considerarse provocaciones serias en el marco de un sistema absolutista. Otros lo han pasado peor: según Amnistía Internacional, varios activistas de la oposición fueron ejecutados en 2017.

El príncipe reformista

Mohamed bin Salman, el rostro de la supuestamente moderna Arabia Saudita, donde sus ciudadanas pueden ahora conducir automóvil e ir al cine, se presenta como un reformador apasionado. Sus apariciones han sido bastante exitosas: el país había cosechado hasta ahora un poco de simpatía, pero su curso es severo y de un autoritarismo brutal.

Auque el duro rumbo político del país parece estar pensado para asegurar el futuro político de la familia Saud, es más que dudoso que este pueda cosechar éxito. La "Iniciativa de Inversión Futura" en Riad, programada para la próxima semana, no para de recibir anulaciones por parte de la élite empresarial global. El riyal, la moneda del reino, cayó a su nivel más bajo en dos años.

El éxito económico es también una cuestión de imagen. En la actualidad, muchas compañías occidentales parecen darse cuenta de que trabajar con Arabia Saudita podría dañar seriamente su imagen. En los círculos relevantes de Riad, este hecho puede plantear la cuestión de si Mohamed bin Salman, el moderno reformista saudí, es realmente el hombre adecuado para dirigir al país hacia el futuro.

Kersten Knipp  (rmr/jov)

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