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Cataluña en declive

Barbara Wesel
23 de octubre de 2017

Otra ronda de escalada entre Madrid y Barcelona: el primer ministro Rajoy limitará la autonomía de Cataluña y destituye al Gobierno catalán. El sueño de independencia se convierte en una pesadilla, opina Barbara Wesel

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Spanien Demonstration für Unabhängigkeit Katalonien in Barcelona
Imagen: Reuters/R. Marchante

Unos cientos de miles de personas salieron el fin de semana a las calles de Barcelona después de que el primer ministro español, Mariano Rajoy, anunciase la destitución del Gobierno catalán. Difícilmente podría haberlo evitado tras las maniobras del presidente regional, Carles Puigdemont. A pesar de todos los errores políticos que Rajoy y su gobierno han cometido en el periodo previo a esta disputa, ningún estado puede consentir que se burlen de él.

Entusiasmo revolucionario en Barcelona

Una parte de la población en Cataluña da rienda suelta a sus sentimientos revolucionarios. Banderas, cantos y consignas rebeldes crean un sentimiento de unión y orgullo. Existe una atmósfera de fiesta independista que abarca a jóvenes y viejos, parejas burguesas y universitarios rebeldes.

Un portavoz del gobierno en Barcelona dijo que ahora se debe proceder con sensatez sobre el desarrollo de los acontecimientos. Esta advertencia llega un poco tarde, después de que Carles Puigdemont y sus seguidores han hecho todo para echar leña al fuego  en los últimos dos años.

Paralelos con el "brexit"

Hay paralelos con el "brexit". El entusiasmo por la independencia de Cataluña en partes de la población se ve impulsado por una campaña masiva de desinformación. Sus partidarios se hacen tremendas ilusiones sobre el futuro político de una "República de Cataluña" y sus posibilidades económicas. Muchos no quieren saber nada de eso. Les estropearía los ánimos y la ilusión.

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Muchos independistas todavía creen que Cataluña seguiría siendo un miembro de la UE, que la vida continuaría igual como hasta ahora y que Europa, de alguna manera, vendría a ayudarlos. Cierran los oídos a todas las advertencias. De la misma manera que los seguidores del "brexit" no quisieron escuchar las advertencias sobre las consecuencias de una salida de la UE.

Los líderes del movimiento independista proporcionaron las informaciones falsas a las que ahora se aferra la gente. Ellos fomentaron un entusiasmo ciego que se apartó de la realidad. Y Carles Puigdemont también ayudó en ello. Se puso al frente de un carro que no pudo controlar. Finalmente, también la cadena regional TV3 se convirtió en un instrumento propagandístico a favor de la independencia.

Un campo político minado

Esta semana obligará a todos los actores de este drama a moverse dentro de un campo minado que fácilmente puede producir algunas explosiones incontrolables. Cuando el viernes se suspenda en parte la autonomía en Cataluña, la situación puede empeorar.

Barbara Wesel Kommentarbild App *PROVISORISCH*
Barbara Wesel, corresponsal de DW en Barcelona.

Mariano Rajoy necesita escuchar a conocedores de la región para encontrar un camino entre la necesidad legal y la provocación evitable. Será muy difícil manejar una región semiautónoma desde Madrid sin provocar a los catalanes más de lo necesario. Este barril de pólvora puede explotar fácilmente.

A su vez, Carles Puigdemont tiene que demostrar si es capaz de manejar la situación con sensatez y racionalidad. Lo mejor sería que, después de su destitución, abriera paso a un líder menos radical que establezca un diálogo con Madrid. Por otro lado, podría decidirse a proclamar la independencia y hundirse con toda la gloria de un mártir del nacionalismo catalán.

Los próximos días mostrarán que camino tomará Cataluña. Mucho apunta hacia una crisis larga y desgastante que pondrá a prueba la democracia en España y a su economía en riesgo durante años. Pero para Cataluña, el precio político y económico de su sueño independista aumentará a medida que pasen los meses.

Autora: Barbara Wesel (GG/CP)