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Cese el fuego: ¿otra jugada de ETA?

José Ospina Valencia23 de marzo de 2006

Esperanza, reservado optimismo, pero también el escepticismo cunden en España y Europa tras el anuncio de la banda terrorista ETA de dejar las armas desde este viernes 24 de marzo. Pero la paz no se anuncia, se hace.

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José Luis Rodriguez Zapatero se pronuncia sobre el caso ETA.Imagen: AP
"Esperanza porque los españoles son un pueblo pacífico y hay que estar abiertos a la paz", dijo a DW-WORLD, Javier Pomes, representante por España al Parlamento Europeo en Estrasburgo. Su mismo entorno de familiares y amigos en Navarra ha sido víctima repetida de ataques de dicha organización terrorista vasca. Desde su fundación en 1968, ETA ha matado a 850 personas y herido a muchas más.

En el Parlamento Europeo la alegría era inocultable. Incluso la de la socialista española Bárbara Dührkop, cuyo esposo fue asesinado por ETA, que apeló a la "unidad de todos los demócratas en la guerra contra el terror". Todos los representantes europeos en Estrasburgo estuvieron de acuerdo en que esta es una excelente oportunidad para pensar en las víctimas y honrarlas.

El Estado no puede ceder

Por su lado, el parlamentario alemán Hans-Georg Poettering, experto en seguridad, advirtió que había que guardar cautela porque "no puede haber regalos políticos por dejar las armas".

A la presente oferta del alto el fuego de ETA le preceden cuatro décadas de terror y 10 declaraciones de tregua anteriores que fueron rotas con la misma decisión como fueron anunciadas. El último paso de la organización armada es considerado como una condición básica para iniciar el diálogo de paz prometido por el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, al llegar a La Moncloa.

También para los optimistas, si ha de tener lugar el proceso de paz esperado, "será muy difícil", como lo expresa Rodríguez Zapatero, que evoca "los años del horror y el terror". Sin embargo, "hay que conservar la esperanza", es el tono oficial en Madrid.

Los golpes surten efectos

Pero mucho de lo que tiene que ver con ETA siempre ha estado lleno de contradicciones y dobles fondos. Y esta no parece ser una excepción. La oferta de dejar las armas definitivamente bien puede ser consecuencia de los duros golpes infringidos a su organización criminal en los últimos años, desde que Francia empezó a entender que el problema ETA también era suyo.

Pero si bien ETA anuncia un cese el fuego permanente, lo hace imponiendo, a la vez, condiciones irrevocables a Madrid y París, que "tienen que aceptar este proceso democrático sin chistar". Es de presumir que lo que ellos llaman "proceso democrático" es la independencia vasca, ahora esperada de Madrid como retribución al silencio de las armas.

Presión desde tres ángulos

Y es aquí en donde se presume la doble jugada de ETA: una declaración de paz supuestamente incondicional, ejerce presión sobre Madrid desde "tres" polos; el que apoya toda concesión al País Vasco, el que se opone, en nombre de las víctimas, a una impunidad negociada, y el que, en nombre del Estado de Derecho, impedirá cualquier concesión que hiera la constitución española.

Sea como sea, "el presidente de los españoles no debe desaprovechar esta oportunidad histórica", advierte el investigador alemán Günther Maihold, subdirector de la Fundación Ciencia y Política, con sede en Berlín. "Un fracaso ahora sería un error, igualmente histórico", agrega Maihold.

Europa quiere acabar con el terrorismo

Pero la pacificación de España no sólo le sirve a España. "Europa también está interesada en desterrar el terrorismo del continente, de una vez por todas", concluye el analista alemán, estudioso de América Latina y España.

La pacificación de Irlanda y el rendimiento de Sinn Fein pudo haberle servido a ETA para "visualizar" la situación. Entendiendo que en procesos de paz no hay automatismos, las experiencias de los llevados a cabo, aunque no siempre con éxito, en Irlanda, Nicaragua, Sudáfrica o Colombia, demuestran que una vez sentadas las partes a la mesa de negociaciones, las posiciones se endurecen y sólo la razón y el tesón que defienda la integridad de las víctimas, la del Estado, pero también la de los victimarios lleva a la paz duradera.