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A sufrir en la Champions

Daniel Martínez9 de diciembre de 2013

La temporada pasada dos equipos alemanes disputaron la final de la Champions League y el mundo entero habló del “poderío” de la Bundesliga. Hoy, apenas un par de meses más tarde, este parece haberse desvanecido.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Cuando resta solo por jugar una jornada de la fase de grupos, únicamente el actual campeón de la Champions League, el Bayern Múnich, ha demostrado estar a la altura de la competencia en la presente temporada, clasificándose con suficiente antelación a la siguiente fase e imponiendo un nuevo récord de más partidos ganados en serie (10).

Los otros representantes de la Bundesliga, cuyo fútbol fue inundado con una avalancha de elogios en el verano, están sufriendo para lograr pasar a la ronda de los mejores 16 equipos del momento en Europa y en la fecha de cierre de la primera etapa de la Champions League disputarán verdaderas finales. Dortmund, finalista de la temporada pasada, viaja a Marsella; Schalke recibe al Basilea; Leverkusen visita a la Real Sociedad. Los tres equipos comparten la misma angustia, los tres necesitan un triunfo.

El mejor ejemplo

Lo que está sucediendo con los clubes alemanes en la Champions League le ha permitido a la afición reflexionar sobre la verdadera posición de la Bundesliga en el escenario internacional y aceptar que, con excepción del Bayern, sus equipos deben pagar un precio muy alto si desean perseguir el sueño de aspirar a tres títulos en tres competencias diferentes (liga, Copa y Champions League).

El Dortmund ejemplifica perfectamente esta situación. Futbolísticamente los dirigidos por el entrenador Jürgen Klopp no tienen nada que envidiar ni temer a otras potencias internacionales. A todas ellas las puede encarar y jugarles de tú a tú sin problemas, incluso con opciones altas de salir vencedor en cada uno de sus partidos.

Pero el derroche de fútbol del Dortmund es proporcional a la escasez de personal en su plantilla. Los subcampeones de la Bundesliga y la Champions perdieron en el verano a su gran estrella Mario Götze, y hoy por hoy la columna vertebral del equipo titular está lesionada como consecuencia del desgaste físico que trae consigo el abultado calendario que enfrenta. Ilkay Güundogan, Mats Hummels, Neven Subotic, y Marcel Schmelzer estarán ausentes en Francia, Sven Bender y Nuri Sahin quizás también. Los sustitutos de todos ellos tienen talento, pero todavía no la constancia que se requiere a alto nivel.

Para entender mejor la importancia de un banco de suplentes con calidad en el fondo, basta poner la situación del Dortmund al lado de la del Bayern. El club de Múnich marcha a paso firme en la Champions League, la liga y la Copa, pese a que durante largos periodos no ha podido contar, por lesión, con figuras importantes como Mario Götze, Thiago Alcantara, Javi Martínez, Bastian Schweinsteiger, y recientemente el capitán Philipp Lahm y la estrella holandesa Arjen Robben. Mientras Jürgen Klopp se ve obligado a arriesgar inventos en sus alineaciones, Pep Guardiola se da el lujo de atreverse a hacer experimentos.

El equilibrio como reto

Junto al problema de personal surge otro no menos importante, el del equilibrio. Los clubes públicamente dicen querer todos los títulos que disputan, algo que sinceramente desean. Pero una cosa es querer, y otra poder. Los equipos son conscientes de sus limitaciones, y la Bundesliga no es una excepción.

La actual temporada del Leverkusen refleja fielmente el esfuerzo de un plantel por encontrar el equilibrio en todas sus competencias, y muestra también cuán difícil es conseguir igualar las cargas. En el campeonato alemán son segundos y a la defensa de esa posición escoltando al Bayern, que es donde el club se ve a largo plazo, le ha invertido mucho esfuerzo.

La falta de constancia es uno de los mayores obstaculos del Leverkusen en la Champions League.
La falta de constancia es uno de los mayores obstaculos del Leverkusen en la Champions League.Imagen: picture-alliance/dpa

Este fin de semana derrotaron al Dortmund jugando un partido impecable pese a que apenas unos días antes, en la Champions League, se había desmoronado en casa enfrentando al Manchester United, que le propinó una dolorosa derrota de 0-5. Leverkusen no consigue estabilizar su rendimiento y de los últimos 20 partidos disputados cada cuarto es un empate o una perdida.

Schalke sufre de algo similar. La falta de tiempo, la presión de la competencia, la necesidad de estar entre los grandes, ha frenado el proceso de introducción al primer equipo de los talentosos valores de la cantera y de consolidación de una cultura futbolística propia, meta del club truncada por las emergencias de la realidad.

El proyecto del Schalke, considerado por los analistas alemanes como uno de los más interesantes del país, no termina de arrancar porque el club no solo quiere, sino que necesita, estar compitiendo en la Champions League. La consecuencia de esa falta de equilibrio es que muy probablemente el propósito de reformar la identidad del club tenga que aplazarse una vez más por culpa de los malos resultados en la Bundesliga, en la Copa (donde fue eliminado) y en la Champions.

Así las cosas no debe sorprender que el “poderío” internacional de la Bundesliga este en entredicho, y que los equipos alemanes tengan todavía que sufrir en la Champions League para alcanzar los octavos de final.