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Che: la figura histórica detrás del icono

9 de octubre de 2009

Este 9 de octubre se cumplen 42 años de la muerte del “Che” Guevara en Bolivia. DW-WORLD entrevistó a Gerd Koenen, autor de un elogiado libro* sobre el revolucionario argentino-cubano y la “figura detrás del icono”

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Desvelado de una estatua del Che Guevara en Rosario, su ciudad natal, 2008.Imagen: AP

DEUTSCHE WELLE: ¿Cuál es el momento culminante y cuál la hora más negra del Che?

Su momento culminante fueron naturalmente los combates de Santa Clara, contra la guarnición del cuartel local (una de las pocas grandes batallas de la revolución) y luego el ingreso sin combates a La Habana, a comienzos de 1959, una semana antes que Fidel Castro. No es sino en ese momento que este médico argentino pisa el escenario histórico con todo su carisma como “Che”. Su hora más amarga fue la evacuación del Congo, que sintió como una insoportable humillación moral. Con su muerte en Bolivia seguramente había contado. Pero con ello cumplió en todo caso con el poema que había escrito a los 18 años: “Morir sí, pero acribillado por las balas, destrozado por las bayonetas, si, no, no, ahogado no... un recuerdo más perdurable que mi nombre es luchar, morir luchando.” En ese sentido, la muerte del Che fue su gran momento, el momento de la última prueba.

¿Fue el Che un demócrata?

En mucho de lo que respecta al Che es necesario separar el plano personal del político. En su vida privada, Guevara podía ser democrático y confrontarse con puntos de vista divergentes. Como comandante militar, era por el contrario muy impaciente, para lo cual en una guerrilla puede haber quizás buenas razones. El problema fue que se imaginó el poder político y la construcción del socialismo en Cuba como una campaña militar. En sentido político fue de todo, menos un demócrata. Los revolucionarios representaban al “pueblo”, porque habían peleado “para el pueblo”. Y el pueblo manifestaba su opinión en forma espontánea u organizada durante los discursos del líder de la revolución y en la participación cotidiana en la construcción del socialismo. El modelo ideal de una democracia revolucionaria era para él, como lo describió en “El hombre y el socialismo en Cuba”, el “diálogo de Fidel con las masas”, aún cuando sólo hablara uno.

Ernesto Che Guevara, Kuba
Cartel con la imagen del Che en Guantánamo, Cuba (2002).Imagen: AP

¿Cuáles eran las posiciones ideológicas del Che?

Guevara desarrollaba constantemente sus posiciones. Eran un ambicioso teórico y trabajaba en la creación de un “marxismo-guevarismo”, que, en relación con el marxismo-leninismo soviético o chino adquiría caracteres cada vez más heréticos. Su socialismo era extremadamente puritano y rígido, acercándose alarmantemente a las ideas de por ejemplo un Kim Il-Sung. Ello se relacionaba a su vez con que Guevara tenía una imagen deformada, por no decir primitiva, de los Estados Unidos como Estado y sociedad. En su odio a los “yanquis” tuvo ya en su juventud rasgos de un fundamentalista latino romántico. Ésa fue quizás su marca ideológica primigenia, unida a un cierto “menosprecio por la civilización”, que él mismo se apuntaba.

¿Es cierto que el Che admiraba a Stalin? Y si así es, ¿por qué?

Sí, es cierto. Durante su segundo viaje de despertar político, en 1953, llegó a firmar incluso una tarjeta postal que envió a casa con “Stalin II”. Y ante la imagen del muerto juró antes de ir a Guatemala “templarse” como revolucionario. Fue, sin embargo, un romanticismo póstumo, dirigido contra los comienzos del “deshielo” en la Unión Soviética. También las revelaciones, en 1956, sobre los crímenes de Stalin fueron para Guevara pura “propaganda imperialista”. Todo ello era parte del cosmos mito-poético del “Canto General”, de Pablo Neruda, en el que vivió desde su juventud. En forma romántica similar admiraba también a Mao Zedong. Ello no le impidió, sin embargo, criticar tanto a Mao como a Stalin en los años sesenta en el desarrollo su propio “guevarismo” fragmentario. La crítica principal a Stalin fue, sin embargo, que con los koljoses había realizado sólo una reforma económica “mixta” (semicapitalista). En sus últimos textos, que escribió en Praga en 1966, calificó incluso a la Unión Soviética de semi-socialista, en el fondo “revisionista”. Los primeros brotes de la “Primavera de Praga” fueron quizás los que le parecieron allí en Praga una “degeneración burguesa”. Es como para tiritar un poco.

Che Guevara in Moskau
Ernesto "Che" Guevara (izq.) y Nikita Kruschov en Moscú, 1960.Imagen: dpa

¿Qué dimensiones tenían y de qué tipo era los intereses de Estados Unidos en Cuba antes de la revolución? ¿Es cierto que EE. UU. apoyó a los revolucionarios en la Sierra Maestra?

Con su gran revolución de 1933, Cuba había alcanzado ya su irrevocable independencia. Si bien EE. UU. intentaba controlar hegemónicamente a ese país delante de sus propias costas, no era su intención anexionarlo ni colonizarlo. ¿Para qué? Los intereses económicos que allí tenía EE. UU. eran relativamente insignificantes para los norteamericanos. En todo caso no es cierta la simplona imagen de que Cuba estaba dominada “por el capital estadounidense”. Incluso mucho capital estadounidense se había retirado, por ejemplo de la industria azucarera. No, Cuba poseía una amplia capa media y un empresariado propio. En su desarrollo socioeconómico se hallaba bastante a la cabeza de los países de América Latina. El golpe de Batista en 1952 tampoco fue inspirado por Estados Unidos, sino que fue un golpe local de oficiales jóvenes, hambrientos de botín. Estados Unidos reconoció finalmente al régimen de Batista y lo apoyó parcialmente, en tanto continuó existiendo una fachada democrática, prensa libre, etc. Cuando la oposición contra Batista comenzó a crecer cada vez más, EE. UU. se distanció y comenzó a mantener contactos con todos los grupos de oposición, tanto los civiles como los armados, entre otros, también con el “Movimiento 26 de Julio”, de Fidel Castro. Pero más importante que el apoyo a la oposición fue que a comienzos de 1958 EE. UU. se alejó de Batista y dejó de enviar equipos militares. Ése fue el comienzo del fin de Batista. La victoria del amplio frente democrático opositor fue por lo tanto sobre todo resultado de la implosión de ese régimen parasitario de corta vida, sobre todo por una insurrección militar y no por la victoria del ejército guerrillero de Castro, que no contaba con más de 700 hombres, si bien se había ganado una fama y una aureola legendarias.

¿Por qué hubo fusilamientos después de la Revolución Cubana? ¿Qué papel desempeñó en ellos el Che y cómo se llevaron a cabo?

Como “el argentino”, el Che asumió la función, como una especie de guardián político de los Tribunales Revolucionarios, que se formaron rápidamente, de organizar esa temprana justicia de la venganza. En la fortaleza de La Cabaña (donde residió el Che en esa época de los comienzos), fueron fusiladas personas noche tras noche, en parte esbirros de Batista, de los cuales la mayoría eran sin embargo, más bien subalternos (los peces gordos había huido con el dictador). Pero en parte también fueron fusilados otros opositores, reales o supuestos, a la dictadura de Castro en agraz. Paralelamente a unas 800 personas condenadas por los Tribunales Revolucionarios, existe seguramente un número desconocido de víctimas de una justicia de ajuste de cuentas en el resto del país. Un número mucho mayor de muertos y fusilados (algunos miles) se registró, sin embargo, en los posteriores levantamientos de campesinos, sobre todo en la Sierra de Escambray, entre 1961 y 1964, en cuya represión el Che no participó. Con los constantes gritos de ¡paredón, paredón!, gran parte del pueblo, que durante la Revolución había permanecido más bien pasivo, fue impulsado a una especie de “vínculo de sangre” con el nuevo régimen, un proceso psicológicamente muy abismal, registrado no sólo en Cuba.

¿Por qué tomó la Revolución Cubana un rumbo tan radicalmente antiestadounidense, siendo Estados Unidos el primer país que reconoció internacionalmente al Gobierno de Castro?

El núcleo del conflicto fue que esa revolución había sido llevada a cabo bajo premisas muy diferentes. El objetivo principal había sido que entrara nuevamente en vigor la Constitución democrática suspendida por Batista en 1952. Luego de la toma del poder, de ello no se habló más. Los hermanos Castro, apoyados por Guevara, crearon en un lapso de pocos meses su propia dictadura plebiscitaria. Para ello, Castro no sólo dejó caer a sus aliados democráticos, sino también a una gran parte de su propio “Movimiento 26 de Julio”, apoyándose cada vez más, a falta de fuerzas políticas experimentadas, en el Partido Popular Socialista, de cuño comunista, pequeño, pero bien organizado. Simultáneamente Castro urgió a la URSS a equipar a las nuevas Fuerzas Armadas de Cuba con armas modernas, en forma conspirativa y masiva. Todo ello sucedió todavía en 1959 o comienzos de 1960… y naturalmente Estados Unidos se dio cuenta. Ello desató en los norteamericanos el miedo histérico de que ante sus costas pudiera desarrollarse una base de la otra potencia, la URSS, prácticamente como portaaviones sobre una isla. Y así sucedió también, si bien los intentos del nuevo gobierno norteamericano, particularmente bajo Robert y John F. Kennedy, de derribar a Castro a través de una alianza de los ex aliados liberales de Castro y finalmente con un grupo armado de invasión patrocinado por la CIA y con obscuros complots de asesinato, impulsaron rápidamente también ese antagonismo. Pero en realidad, Castro fue quien desde un comienzo actuó soberanamente y con claros objetivos, mientras que Estados Unidos más bien reaccionó torpemente.

¿Hubiera arriesgado Guevara una guerra atómica durante la crisis de los cohetes en Cuba?

Él mismo había exigido de la URSS ya tempranamente (1961) el estacionamiento de cohetes atómicos y llevado adelante las negociaciones decisivas con respecto a esa “Operación Anadyr” de las Fuerzas Armadas Soviéticas, altamente conspirativa y muy masiva. Cuando Krushov y Kennedy acordaron en octubre de 1963 la retirada de los cohetes, el Che realizó una serie de ominosas declaraciones en discursos y entrevistas, en las que no sólo calificó a los soviéticos, como también lo hizo Castro, de “maricones”, sino que dijo también muy serio que, de ser necesario, el pueblo cubano estaba dispuesto a inmolarse en una guerra atómica y que si hubiera tenido él el comando, en caso de una invasión de Estados Unidos, con los cohetes también hubiera hecho cenizas Nueva York. Es necesario, sin embargo, acotar que se trata de una retórica machista a posteriori. Por suerte, el que tenía el comando sobre los cohetes era el “maricón” Krushov y no Guevara ni los hermanos Castro.

¿Cuáles fueron los logros del Che como director del Banco Central y ministro de Industria?

El Che fue quien impulsó quizás con el mayor ahínco la colectivización total de la industria y agricultura cubanas (más rápida y radicalmente incluso que en la URSS y China), y quien como ministro tuvo que hacerse cargo de los resultados. En lugar de superar a Estados Unidos en pocos años, como prometió, ya en 1963 debió introducir (“pasajeramente”, hasta hoy) el sistema de libretas, de racionamiento. El Che impulsó decididamente ese descenso galopante de la industria y la agricultura, en el cual tuvo un papel esencial el fin de todo tipo de división del trabajo con Estados Unidos y el desacoplamiento de la economía cubana de la estadounidense. El embargo impuesto en 1962 por EE. UU. no fue sino el punto final de ese proceso, que había comenzado con la confiscación de todas las empresas estadounidenses en la isla. Las misiones de trabajo que emprendió el Che, que lo llevaron hasta el borde de la autodestrucción, así como sus críticas ácidas y sarcásticas a los déficits y deficiencias en Cuba, que en su mayor parte él mismo había causado, sólo contribuyeron a aumentar el caos. Justamente su retórica puritana de los “incentivos morales”, es decir de un devoto trabajo por el salario divino revolucionario, lo muestra como un idealista en el peor sentido del término. La renuncia a todos sus cargos de Gobierno en 1964 adquirió ya rasgos de huida.

¿Qué buscó el Che en el Congo y porqué lo abandonó tan rápidamente?

La operación en el Congo fue hija de la idea fija de que allí podría hallarse el punto arquimédico de la revolución mundial contra el imperialismo norteamericano. Y de que él mismo con un grupo de cuadros militares negros, pequeño y bien seleccionado, podría enseñarle a los congoleños, además de la ideología correcta, también la forma correcta de luchar. Fue una empresa de una excéntrica falta de perspectivas y de un sangriento sinsentido, que no sólo no terminó con los tribalismos y los “war lords”, sino que más bien los potenció (piénsese sólo en su aliado principal, Kabila), y es en ese sentido parte de la historia de medio siglo de guerra civil en el Congo. Todos los nobles motivos, que en todo caso pueden suponerse, empalidecen ante ese hecho.

¿Tuvo la guerrilla en Bolivia alguna perspectiva de conquistar el poder?

El pequeño grupo guerrillero del Che se introdujo, al igual que en el Congo, conspirativamente en el país y tenía muy escasos contactos con pequeñas partes disidentes del Partido Comunista de Bolivia, que se había opuesto a esa intromisión. En la guerrilla del Che en Bolivia no se trataba de Bolivia, sino de crear un foco central, una “guerrilla madre” para la revolución continental. Se trataba de crear primero un campo de entrenamiento secreto y formar allí guerrilleros peruanos, argentinos, brasileños y también naturalmente bolivianos… y en algún momento, con un ataque a un cuartel, dar la señal para el comienzo de la revolución continental. En la propia Bolivia tenían lugar grandes luchas sociales, pero con éstas nada tenía que ver la guerrilla del Che, ni directa ni indirectamente y tampoco tenía contactos de relevancia. Toda el emprendimiento tenía rasgos de desesperación y precipitación. Ello tenía que ver con el hecho de que el Che, aunque suene absurdo, “no tenía adónde ir”. A Cuba no quería volver, a Argentina no podía ir, luego que su enviado Massetti fracasara ya en 1964 en forma estrepitosa. Sólo puede especularse acerca de si pensó que su ELN, que sacó de la galera, realmente podía tomar algún día el poder en La Paz. Su proyecto, de cualquier manera, era muy otro: crear un “segundo, tercer Vietnam” en América Latina, si Estados Unidos intervenía directamente, como él suponía y en cierta forma esperaba. Pero Estados Unidos no le hizo ese favor… entre otras razones justamente debido a Vietnam.

Che Guevara
Ernesto "Che" Guevara, luego de ser matado en Bolivia, el 9 de octubre de 1967.Imagen: AP

¿Fue matado el Che por orden de Estados Unidos?

No, sin ninguna duda. Queda abierta la cuestión de si EE. UU. lo quería tomar realmente prisionero y llevarlo a un juicio panlatinoamericano en Panamá, como sugieren algunos documentos y declaraciones. Washington no intervino, ni a favor ni en contra del Che. Quizás su ejecución no le disgustara. Pero la ejecución fue ordenada y llevada a cabo por el Comando Supremo de las Fuerzas Armadas de Bolivia, porque el régimen del general Barrientos no estaba muy firme en el poder y ya durante el proceso a Régis Debray, en vista de la intervención de la opinión pública mundial, incluso hasta del Papa, había decidido ejecutarlo si lo tomaba prisionero. A propósito, fueron las Fuerzas Armadas bolivianas, relativamente débiles, las que derrotaron a la guerrilla del Che. El puñado de entrenadores y agentes de la CIA, entre ellos dos o tres cubanos exiliados, no desempeñaron papel esencial alguno en ello, aún cuando el “guerrero en las sombras” Félix Rodríguez haya querido colocarse esa orden en el pecho.

¿Por qué es venerado el Che hoy por una gran parte de la población en América Latina?

El Che ingresó en el cielo de los dioses latinoamericanos, en algún lugar al lado de Bolívar, San Martín, Martí y muchos otros. En ese contexto, con toda su belleza y eterna juventud se adecua naturalmente en forma muy diferente para servir a jóvenes de hoy como pantalla de proyección para una difusa rebelión. Al fin y al cabo no puede negarse que sus tres “pasajes”, por Cuba, el Congo y Bolivia, que él mismo eternizó literariamente, poseen efectivamente cualidades de epopeya moderna. Por lo demás, sólo puede constatarse como observador que su estrella comenzó a ascender nuevamente en el firmamento en el momento del ocaso del “socialismo real” o de su cambio de color. De esa forma, el Che es una última estrella de esperanza para un vago anticapitalismo o de un nuevo “socialismo del siglo XXI”. En contra de ello no puede decirse nada, salvo que los textos e ideas del Che me parecen poco aptos para resolver los problemas de las sociedades latinoamericanas, tal como las realidades actuales de la región parecen estar muy distantes del fantasma de la revolución continental o tricontinental del Che. Suena como una mala idea, pero es un hecho: el nombre interno que el servicio secreto cubano dio a las actividades del Che en Bolivia fue “Operación Fantasma”.

Autor: Pablo Kummetz

Editora: Emilia Rojas

*Libro: “Traumpfade der Weltrevolution, Das Guevara-Projekt”, editorial Kiepenheuer & Witsch, Colonia 2008, 602 pp.

El Dr. Gerd Koenen es un historiador y publicista alemán, autor de numerosos libros, ensayos, artículos y documentaciones, sobre todo acerca de las relaciones germano-rusas en el siglo XX y la historia del comunismo. En 2007 recibió el “Premio al Entendimiento en Europa” de la Feria del Libro de Leipzig. En 2008 fue nombrado Senior Fellow en el Freiburg Institute for Advanced Studies (FRIAS), con un proyecto para una historia comparativa del comunismo en el siglo XX.