Chile tiene su primera presidenta
16 de enero de 2006Más interés que el habitual despertó esta vez en Alemania la elección presidencial chilena. Quizá sensibilizada por el hecho de contar por primera vez con una jefa de gobierno en Berlín, la opinión pública germana veía con cierta simpatía la posibilidad de que también en el país sudamericano triunfara una mujer. La victoria de Michelle Bachelet en la segunda ronda electoral mereció pues sendos espacios en los informativos de radio y televisión, que no olvidaron de mencionar el período que pasó exiliada en la antigua RDA, tras el golpe militar de Pinochet.
La izquierda latinoamericana
Más allá de lo anterior, llama la atención de los medios alemanes el hecho de que las últimas elecciones celebradas en América Latina hayan inclinado el mapa político del continente hacia la izquierda. Así lo consigna, por ejemplo, la edición online de Der Spiegel, indicando que "como el venezolano Hugo Chávez, el argentino Néstor Kirchner, o el boliviano Evo Morales, también Bachelet se propone, sobre todo, erradicar las miserias de los pobres, las minorías y los postergados".
Ciertamente, esas metas son tan compartidas como difíciles de alcanzar en la práctica. Sin embargo, entre figuras como Hugo Chávez y Michelle Bachelet hay un abismo de diferencia. La presidenta electa de Chile no preconiza en absoluto un cambio radical, ni aspira a cambiar un ápice en el modelo económico liberal al que los gobiernos democráticos se han atenido rigurosamente en los últimos 16 años. Ser socialista en el Chile de hoy no implica lanzar diatribas contra el imperialismo estadounidense ni buscar alianzas ideológicas con Cuba.
Garantía de continuidad
El cambio de gobierno en Chile no supondrá un cambio de paradigma. Los empresarios europeos que tienen negocios en Chile bien lo saben. Y, de seguro, no estarán esperando impacientes la visita de Michelle Bachelet para pedirle garantías de seguridad para sus inversiones, como lo hicieron hace pocos días con Evo Morales, durante su primer viaje a Europa como presidente electo de Bolivia.
A lo sumo, la futura presidenta pondrá más énfasis en la lucha por la equidad social, que tres gobiernos consecutivos de la Concertación por la Democracia vienen prometiendo en vano. Como pediatra y madre separada que ha tendido que educar sola a sus hijos, cabe esperar de ella medidas concretas en beneficio de las mujeres y los niños, cuyos problemas conoce en carne propia. Pero, en lo sustancial, su gobierno promete continuidad y una línea mucho más afín al socialismo español -como lo demostró también la presencia de Felipe González en el cierre de su campaña- que al chavismo venezolano o al nacionalismo de un Evo Morales.