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China: Abuelita, ¿por qué te volviste comunista?

Mu Cui
1 de julio de 2021

La abuela de Mu Cui, reportero de DW, es comunista desde niña. Hoy, la nonagenaria no comulga con la línea del Partido Comunista Chino, que cumple 100 años de su fundación.

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La abuelita del reportero de DW Mu Cui, aquí en Shanghai
La abuelita del reportero de DW Mu Cui, aquí en ShanghaiImagen: privat

Mi abuela cumplió 90 años, solo diez menos que el Partido Comunista de China. La familia se los celebró en Shanghai. Debido a la pandemia, yo solo la pude llamar. Pero aproveché para preguntarle: "¿Cómo se te ocurrió unirte a una organización comunista entonces prohibida y clandestina en 1948?"

Yo conocía muy bien la historia de mi abuela y mi familia. Pero esos locos y azarosos tiempos de Mao siempre me interesaron más. Mis abuelos sufrieron mucho durante el periodo más tenebroso del Partido Comunista Chino. Pero, ¿por qué una colegiala de 17 años se hizo comunista incluso antes de que el partido llegara al poder en 1949?  Le pregunto ahora.

"Mi profesora era comunista y nos llevaba por los barrios bajos de Shanghai. Así conocimos la flagrante desigualdad social que reinaba en China. Los pobres apenas podían enviar a sus hijos a la escuela, y si lo hacían, no tenían suficiente para el almuerzo", cuenta mi abuela.

Promesas de democracia, libertad y prosperidad

¿Creías que el PCC podía acabar con esa miseria? "Claro. Nos decían que los comunistas estaban ahí para los pobres. Así que empecé a llevar un poco más de comida a la escuela para poder compartirla con mis compañeros. Más tarde, convencí incluso a mis padres para que ofrecieran trabajo a los padres de un compañero de clase que tenía problemas".

La abuelita de Mu Cui, en su juventud.
La abuelita de Mu Cui, en su juventud. Imagen: privat

En su opinión, el Partido Comunista Chino defendía el ideal de luchar siempre por los débiles y ayudar a los obreros y campesinos necesitados. Mi abuelo, hasta su muerte en 2014, siempre recalcó que se había hecho comunista revolucionario entonces para construir "una nueva China democrática, libre y próspera." Por ser comunista, fue perseguido, y cuando Mao llegó al poder, fue igualmente perseguido por su propio partido comunista y enviado al exilio por largos 20 años.

Hoy, la gente sigue preguntando: ¿Y dónde está la democracia? ¿En dónde están los ideales liberales que nos prometieron entonces? Para mi abuela, después de todo, el Partido ha conseguido en pocas décadas una prosperidad considerable en una China que era amargamente pobre, especialmente desde la muerte de Mao. "¡De arriba a abajo, todos se han beneficiado!", replica. Aun así, ella ya no confía en su propio partido, al menos no como lo hacía en 1948: "Y no es solo porque la democracia y la libertad se hayan quedado cortas".

Crecimiento para todos, crecimiento por encima de todo

¿Por qué no confía más en su partido?, le insisto. "Los poderosos empiezan a explotar de nuevo a los más débiles. Esto se parece a la 'vieja China', es decir, antes de que el PCC llegara al poder en 1949. Las disparidades sociales vuelven a aumentar rápidamente, a pesar de la creciente prosperidad para todos".

Mi tío, que trabaja como directivo en una gran empresa del sur de China, contaba en una reunión familiar que solo contrataba a obreras de las provincias más pobres del oeste de China porque costaban la mitad. "Así podemos seguir siendo competitivos en el mercado mundial", se jactó mi tío, que inmediatamente recibió una reprimenda de mi abuela: "¡A igual trabajo, igual salario! Lo que están haciendo ustedes no es otra cosa que explotación. ¿Acaso no se afilió usted mismo al Partido Comunista?"

A esos miembros "modernos" del PCC, mi abuela los llama "oportunistas" o "arribistas". Y le entristece que las fuerzas revolucionarias y progresistas del Partido hayan pasado a un segundo plano desde hace tiempo.

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¿Quién es hoy el demonio?

"La China de hoy solo busca poder y riqueza. Y ahí el Partido ha tenido éxito. Pero también han surgido desigualdades completamente nuevas, aunque el nivel de vida general esté aumentando. En China, las diferencias entre ricos y pobres siguen siendo mucho mayores que en otras superpotencias”, afirma Klaus Mühlhahn, profesor de Sinología e Historia de la Universidad Zeppelin de Friedrichshafen.

"El que lucha contra demonios debe procurar no convertirse por el camino en uno de ellos", es una cita del filósofo alemán Friedrich Nietzche que no olvido desde mi última charla con mi abuela. ¿Se está convirtiendo el partido que luchó contra el monstruo de la pobreza del pueblo chino en un nuevo monstruo? ¿O ya lo es?

Aparentemente, al pueblo chino no le importa mucho eso. Según una encuesta de la Universidad de Harvard, la satisfacción de los chinos con el régimen ha crecido de forma constante, y ahora supera ampliamente el 90%. Para el profesor de sinología Klaus Mühlhahn, esto se debe principalmente a que la economía, y por tanto la prosperidad de China, ha crecido año tras año en las últimas décadas. "Pero si un día el PCC no puede seguir cumpliendo su promesa de crecimiento sostenido, la protesta se hará sentir. La idea de la democracia, que nunca ha desaparecido del todo en el seno del PCC, a pesar de las purgas, desarrollará entonces un gran poder explosivo”.

Por último, le pregunté a mi abuelita si el partido, ahora centenario, se había convertido en el monstruo contra el que una vez luchó la colegiala de 17 años. Pero, no pudo o no quiso responder a esa pregunta. Solo exclamó: "Es muy triste ver que las fuerzas progresistas del Partido han sido relegadas cada vez más desde la llamada Revolución Cultural”.

(jov/er)