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China: los desafíos de la nueva cúpula

5 de marzo de 2013

Hu Jintao y Wen Jiabo se retiran, pero los problemas quedan. En China, la brecha entre pobres y ricos crece, los problemas medioambientales empeoran, y la pérdida de legitimación preocupa al nuevo gobierno chino.

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Imagen: Reuters

En China, el ambiente sociopolítico está caldeado y los problemas están saliendo a la superficie, como lo demuestra una carta abierta de fines de febrero publicada en Internet, en la que un grupo de 100 intelectuales, periodistas y abogados manifestaron sus reclamos poco antes de inaugurarse la Asamblea Nacional Popular. La carta comenzaba así: “Como ciudadanos, apelamos seria y abiertamente al Comité Permanente de la Asamblea Nacional Popular para que ratifique el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, a fin de mejorar la protección de los derechos humanos y la democracia en China”.

El mencionado Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, junto con el Pacto Social de la ONU y la Declaración Universal de Derechos Humanos conforman los acuerdos fundamentales sobre derechos humanos de las Naciones Unidas. Si bien el Gobierno chino firmó ese pacto en 1998, la Asamblea Nacional, el pseudo-parlamento chino, aún no lo ha ratificado.

La posición conservadora de Pekín

“Lo que quería conseguir Pekín al firmar el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de la ONU era ingresar a la Organización Mundial de Comercio”, señaló el politólogo Wu Qiang en entrevista con DW. El experto, docente de la Universidad Qinghua, de Pekín, es uno de los intelectuales firmantes de la carta abierta. El hecho de que el pacto aún no haya sido ratificado después de más de 10 años demuestra, según él, la actitud cautelosa y conservadora de los altos mandos en Pekín, ya que el pacto también garantiza la libertad de opinión y de reunión, así como otros derechos ciudadanos que siguen violándose en China.

Apertura de la Asamblea Nacional Popular en Pekín. (Archivo).
Apertura de la Asamblea Nacional Popular en Pekín. (Archivo).Imagen: picture-alliance/dpa

La carta abierta no es la única que preocupa a los nuevos líderes chinos. A fines de febrero, más de 140 premios Nobel exigían la liberación del escritor crítico del régimen Liu Xiaobo, que en 2010 fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz. Liu fue condenado por “socavar la autoridad del Estado” y cumple una condena de once años en prisión desde 2009.

Dominio del Partido Comunista

El mayor desafío para los nuevos gobernantes chinos es intentar solucionar los problemas en varios frentes al mismo tiempo, explicó el sinólogo Eberhard Sandschneider, director de la Sociedad Alemana de Política Exterior, en entrevista con DW. “La tarea más difícil consiste, seguramente, en mantener la estabilidad social y política del país, al tiempo que se sigue impulsando el crecimiento económico, una tarea hercúlea y compleja”, opina el experto.

El Partido Comunista le debe una parte importante de su legitimación como órgano gobernante al progreso económico producido en China en los últimos 30 años. Amplios sectores de la población se vieron beneficiados con ese desarrollo, pero, entretanto, la brecha entre pobres y ricos aumenta sin pausa, y los casos de corrupción en los ámbitos político y económico han provocado el descontento y enojo de la gente. La contaminación del medioambiente, que llega a niveles catastróficos, así como la pobreza y la falta de alimentos hacen que también aumenten las dudas en la nueva clase media china, es decir, en aquellas personas que, hasta hace poco, aún aprovechaban los resultados positivos del boom económico.

Eberhard Sandschneider: "Tarea hercúlea" espera al nuevo Gobierno chino.
Eberhard Sandschneider: "Tarea hercúlea" espera al nuevo Gobierno chino.Imagen: DGAP/dapd

Xi Jinping, elegido nuevo jefe del Partido Comunista chino en noviembre de 2012, será designado por el Congreso Nacional como jefe de Estado el 14 de marzo. En estos casi cuatro meses a la cabeza del partido, Xi anunció varias veces su intención de combatir duramente a la corrupción, promesas que también hizo el gobierno anterior, sin éxito alguno.

La causa principal de la corrupción en China reside en la ausencia de división de poderes, y solo se podría empezar a combatir si se reforma ampliamente el sistema político. Pero ese no parece ser el camino que seguirá Xi Jinping. Eberhard Sandschneider piensa, en cambio, que la prioridad para el nuevo gobernante será lograr más estabilidad manteniendo el antiguo sistema, antes que establecer reformas para un mejor funcionamiento de la democracia en el sentido occidental.

Autor: Yuhan Zhu/ Cristina Papaleo

Editora: Emilia Rojas-Sasse