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China ordena silencio: la masacre de Tiananmen sigue siendo tabú

4 de junio de 2009

A 20 años de la masacre de Tiananmen, en China no se habla aún sobre las protestas estudiantiles y sus consecuencias. El tema es tabú, y quien busca la verdad se topa con muros de silencio.

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Policías chinos controlan las fotos de periodistas en Tiananmen.Imagen: picture-alliance/ dpa

En el cementerio de Wan'an, al oeste de Pekín, el aire huele a pinos. Dos leones de piedra montan guardia a la entrada del jardín de paz más antiguo de la capital china, uno de los pocos lugares en los que los recuerdos de lo que sucedió en 1989 aún viven.

Pero hay que buscar muy bien para poder encontrar las lápidas con fecha del 3 ó 4 de junio de 1989, por ejemplo, la de Yuan Li. Sobre su tumba descansa una rosa mustia. Sobre la piedra fría cuelga la foto de un hombre de mirada seria. “No llegó a cumplir los 30 años cuando fue arrancado de este mundo”, se lee al pie.

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La tumba de Yuan Li guarda silencio.Imagen: Ruth Kirchner

Y a cerca de 15 kilómetros del cementerio, jóvenes estudiantes pasean en bicicleta por el campus universitario. Aquí, como en toda la ciudad, las huellas de la masacre de la Plaza de la Paz Celestial se van borrando, y con ellas también se van velando los recuerdos. A veinte años de la muerte de Yuan Li y de otros cientos de personas, los jóvenes de Pekín tienen sólo una vaga idea de lo que ocurrió entonces.


Ocultar el pasado es perder el futuro

“No sé mucho sobre el tema. No hay mucha información al respecto, por eso sólo conozco lo que pasó a grandes rasgos. Los motivos exactos de la protesta estudiantil del 4 de junio de 1989 no me quedan claros. Por eso, no puedo hablar sobre el tema.” Así explica un estudiante de química su desconocimiento de los hechos.

Y otros se ponen nerviosos al escuchar sobre las muertes, como un estudiante de economía de 24 años: “Claro que fue algo muy desagradable. Fue una injusticia. Pero es cosa del pasado. Pienso que debemos ocuparnos del futuro. No hay que pensar demasiado en las cosas negativas.”

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Foto de archivo de la masacre de Tiananmen (4 de junio de 1989).Imagen: picture-alliance/ dpa

El 4 de junio de 1989 es un tabú en la China de hoy. No hay debates ni discusiones, y los sucesos se describen con sólo dos números: 6 (el mes) y 4 (el día). La gente tiene miedo, como confirma el publicista Ling Cangzhou: “Los medios chinos están más abiertos hoy que hace 20 años. Pero aún hay dos campos minados sobre los que es mejor no moverse: el 4 de junio y Falu Gong. Si se tocan esos temas es como si se tocara un cable de alto voltaje. La muerte es instantánea. Ni siquiera se debe mencionarlos al pasar.”

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Ling Cangzhou: hablar sobre la masacre es tabú.Imagen: Ruth Kirchner

Sobre la Plaza de la Paz Celestial ya no hay estudiantes, sino cantidades de turistas. El desconocimiento sobre los hechos históricos es tan grande que, el año pasado, un periódico pekinés publicó “casi sin querer” una foto del 4 de junio que mostraba a estudiantes heridos. El redactor responsable no notó lo explosivo del contenido.


La memoria no se rinde

La madre de Jiang Jielian, un estudiante de 17 años, tiene hoy 72 años y no deja de luchar para romper el silencio sobre los asesinatos, tanto de su hijo como de los demás. El hijo de Ding Zilin intentó esconderse de los tiros de los soldados detrás de canteros de flores. Su único hijo murió en Tiananmen, y ella siente que los recuerdos no se borrarán jamás. “Tiananmen estuvo manchado de sangre. Hoy tal vez se lo vea hermoso, pero la sangre no se lava así, sin más. Los agujeros de las balas fueron cubiertos, pero la sangre de la historia siempre estará allí.”

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Ding Zilin, fundadora de las Madres de la Plaza de la Paz Celestial, lucha por conseguir justicia.Imagen: Ruth Kirchner

Todos los años, la fundadora de la organización “Madres de la Plaza de la Paz Celestial” escribe al gobierno de China pidiéndole aclarar los hechos y rehabilitar a las víctimas de 1989. Pero nunca recibió respuesta.

La profesora, ya jubilada, pudo recibir a algunos periodistas en su pequeño apartamento, pero no a reporteros chinos. Y las visitas de extranjeros se registran detalladamente y se comunican al servicio de seguridad policial. Pero ella no renuncia a seguir luchando. “En primer lugar, solicitamos que el gobierno deje de controlar permanentemente a los familiares de las víctimas. Exigimos el derecho de poder manifestar nuestro duelo públicamente. También pedimos que las víctimas de menos recursos reciban una indemnización sin condicionamientos políticos de ningún tipo. Y, por último, que los que fueron heridos reciban una pensión del Estado como todos los demás discapacitados. Eso es lo mínimo que podemos exigir, pero el gobierno no lo acepta.” Ding no es la única que exige una nueva evaluación de los hechos de 1989.

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Bao Tong vive en arresto domiciliario por hablar de los sucesos de 1989.Imagen: Ruth Kirchner

También Bao Tong, el entonces consejero del jefe del Partido y un defensor vehemente de las reformas, cree que es necesario elaborar el pasado. Pero tanto como Ding, también Bao es escuchado sólo en el exterior, y vive en Pekín a sus 76 años en arresto domiciliario, sin acceso a Internet y bajo vigilancia constante.


“El gobierno debe poner las cartas sobre la mesa”

Eso piensa Bao, y continúa: “Si la verdad está de su lado, no tiene por qué temer hablar abiertamente de lo que pasó. Si su autoestima es lo suficientemente fuerte, si está convencido de que el pueblo apoya su opinión, entonces debería dejar que el pueblo exprese lo que piensa y no taparle la boca.”

Pero la visión del Partido Comunista Chino es otra. Para ellos, el capítulo del 4 de junio ya concluyó. El desarrollo económico de las últimas décadas y los grandes cambios que se produjeron en China son para ellos la prueba de que hicieron lo correcto. Los debates, si los hay, sólo se producen en Internet, lejos de los medios controlados por el Estado, explica el publicista Cangzhou.

“Pero más allá de los medios bajo el control estatal hay muchos que quieren conocer la verdad. En Internet se encubre el tema del cual se habla, o se habla indirectamente. Ya se sabe cómo eludir a la policía de la red. Hasta que se pueda hablar de la masacre abiertamente en Internet pasarán otros diez años. Y no hay que contar con el gobierno de Hu Jintao.”

En el cementerio de Wan'an se cavan nuevas fosas, y guardias uniformados cuidan celosamente el portal de hierro. Hasta que China permita un debate sobre las protestas del 4 de junio de 1989 serán los cementerios los únicos lugares en donde el dolor por las víctimas pueda expresarse públicamente.

Autora: Ruth Kirchner, desde Pekín

Editor: José Ospina-Valencia