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China y sus minorías étnicas: una bomba de tiempo

29 de julio de 2009

En China coexisten 56 minorías nacionales que en teoría se encuentran protegidas por una impresionante ley de autonomía. Sin embargo, la realidad es otra. En cuestiones decisivas, las minorías no tienen voz ni voto.

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Tibetanos piden un Tibet libre durante una manifestación en Nueva Deli.Imagen: AP

El Dalai Lama llega hoy a Fráncfurt en donde hablará en plazas públicas en calidad de líder espiritual de los tibetanos. El Dalai Lama simboliza sobre todo al Tibet autónomo, que se defiende de la tutela china, pero los tibetanos son una de las 56 minorías que coexisten en China. El pasado 5 de julio, violentos enfrentamientos estallaron entre los uigures musulmanes y los han, mayoritarios en China, en Urumqi, capital de la región autónoma china de Xiangyang, al noroeste del país, dejando un saldo de más de 200 muertos.

La jefa de la disidencia uigur en el exilio, Rebiya Kadeer, denunció este miércoles que "unas 10.000 personas desaparecieron en Urumqi en una noche" y se mostró "perpleja y decepcionada" por la actitud de EEUU tras los disturbios étnicos de principios de julio en China. Sobre todo si se recuerdan las declaraciones del presidente Barack Obama: “Los americanos creen firmemente en que la religión y la cultura de todos los pueblos deben ser respetadas y protegidas. Todos los seres humanos tienen derecho a hablar en libertad, y eso vale también para las minorías étnicas y religiosas en China”, declaró Obama el lunes pasado (27.07.09) durante la apertura de un foro económico sino-estadounidense.

China US Gespräche
Protestas ante la Casa Blanca, tras los enfrentamientos entre uigures y chinos-han.Imagen: dpa

Críticas de defensores de Derechos Humanos

La actitud de Pekín hacia los uigures y tibetanos siempre ha sido motivo de críticas por parte de defensores de los Derechos Humanos. Sin embargo, además de estas dos conocidas etnias, en el gigante asiático coexisten otros 54 grupos étnicos. Los zhuang, que habitan la Región Autónoma Zhuang de Guangxi, al sur de China, son la etnia más numerosa, después de los han. Uno de los grupos más pequeños es el llamado Lhoba, que a su vez se dividen en dos grupos: los boga’er y los yidu, ambos suman un total de 3,000 habitantes, que viven en la zona sudeste del Tibet.

Los territorios habitados por las minorías chinas equivalen a dos terceras partes del territorio chino, a menudo regiones ricas en recursos naturales y materias primas, y por ello estratégicas. Actualmente en China hay cinco grandes territorios autónomos y más de un centenar de regiones autónomas. En la década de los años 80 se fortalecieron formalmente los derechos de las minorías a través de la “Ley de Autonomía”, con la que fue enmendada la Constitución en 1984. Según el investigador estadounidense, Gardner Bovingdon, la lista de derechos adquiridos desde entonces, es impresionante.

Uiguren in Kashgar
Uigures musulmanes en la localidad de Kashgar.Imagen: picture-alliance/ dpa

Amplios derechos “de papel”

“La Constitución y la “Ley de Autonomía” de 1984 conceden el derecho a hablar la propia lengua y desarrollarla. Los miembros de minorías étnicas pueden ocupar altos cargos en administraciones locales. Tienen el derecho a observar y preservar sus propias tradiciones y costumbres, así como el derecho a practicar la religión que quieran. Los gobiernos de los territorios autónomos tienen adicionalmente el derecho a verificar las leyes nacionales, transformarlas e incluso rechazarlas si éstas son incompatibles con las propias tradiciones y costumbres”.

En la práctica estos derechos no tienen gran valor, según el sinólogo Bjorn Alpermann. “Los derechos autónomos en las regiones habitadas por minorías son básicamente derechos de papel que no son puestos en práctica y eso se debe en buena parte a que el Partido Comunista Chino controla muy de cerca lo que se pone en marcha políticamente en estas regiones.

Uiguren / Xinjiang
Policía fuertemente armada dispersa los enfrentamientos en Xiangyang.Imagen: AP

El poder del partido

El Partido Comunista Chino puede hacer esto porque el Estado y el Partido no se encuentran divididos en China. El Partido Comunista se encuentra situado por encima de la Constitución. Los acuerdos tomados en los Congresos del Partido incluso pueden echar marcha atrás a los acuerdos gubernamentales y la adopción de leyes.

La jerarquía partidista se encuentra al mismo nivel que la jerarquía gubernamental y administrativa. Es por ello que en las regiones autónomas los miembros de las minorías pueden ser gobernadores. Pero el cargo más alto, el de Secretario General del Partido, es ocupado siempre por un chino-han. De manera que en cuestiones decisivas las minorías no tienen voz ni voto. Un ejemplo de ello ha sido la demolición de la vieja ciudad de Kashgar a principios de año.

“Creo que a los uigures no se les consultó en lo absoluto. El argumento oficial para explicar la demolición fueron los temores por que se produzca un temblor, dado que Xingyang se encuentra en una zona sísmica. Sin embargo esos edificios han resistido durante siglos, por lo que no considero verídica esta argumentación”, afirma Bovingdon.

Uiguren Proteste
Policía china durante las protestas de los uigures.Imagen: AP

Ciudadanos de segunda

Las minorías tampoco tienen influencia sobre los nuevos asentamientos ocupados por el pueblo mayoritario chino, los han, lo que ha menudo se convierte en motivo de conflicto. Adicionalmente las minorías no se benefician de los recursos naturales provenientes de sus territorios. A finales de la década de los 90, un 80 por ciento de los habitantes de territorios poblados por minorías vivían por debajo de los límites de la pobreza. Expertos estiman que el desempleo en estas regiones es del 30 por ciento. La insatisfacción se ve acompañada por la represión estatal que no permite una libertad religiosa, particularmente en Tibet y Xiangyang.

Según Bovingdon el descontento de las minorías tiene como contraparte un ampliamente expandido chauvinismo de los han. “Los han pueden ver a los uigures con desprecio, como si fueran ciudadanos de segunda, discriminados y obligados a adoptar el lenguaje y la cultura de la mayoría Han, si es que quieren ser ciudadanos de primera clase”, concluye.

Autor: Matthias Hein/ Eva Usi

Editora: Claudia Herrera Pahl