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Claros y oscuros de invertir en desarrollo

Mirra Banchón25 de marzo de 2013

Una nueva agenda de desarrollo que reemplace a los Objetivos del Milenio está en gestación. En la UE el debate gira en torno al crecimiento económico, la inclusión y la inversión sostenible.

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La Venta en Oaxaca, MéxicoImagen: picture-alliance/dpa

Desarrollo, reducción de la pobreza, inclusión, lucha contra el cambio climático, energía limpia, economía verde son algunas de las palabras claves que en Bali, en Bonn, en Nueva York y Bruselas se utilizan en conferencias preparatorias, plataformas de intercambio y consultas previas a la Asamblea General de la Naciones Unidas de 2013, en la cual se definirán los objetivos para la agenda global post-2015.

Todo ha cambiado

Actualmente, aunque la UE sigue siendo el principal donante de ayuda al desarrollo, la crisis europea y el crecimiento económico de los países latinoamericanos han cambiado el foco de la cooperación. De los 19 países que –por ser de renta media- salen de la lista de receptores de ayuda bilateral al desarrollo, once están en América Latina.

No obstante, la cooperación europea no hace sus maletas y se va, sino que mantiene su presencia en la cooperación con el continente americano con diversos instrumentos regionales. Uno de estos instrumentos regionales es LAIF, la facilidad de inversión para América Latina: un mecanismo que combina subvenciones al sector público para favorecer su acceso a créditos para inversiones en infraestructura.  LAIF, puesto en marcha en mayo de 2010 en la cumbre entre UE y ALC en Madrid, es, según la información de la Comisión Europea, "una historia de éxito”. 

Futurando 19 Windpark
Imagen: DW

Invertir en desarrollar

Entre 2010 y 2011, con 34,5 millones de euros asignados a ocho proyectos se impulsó la inversión de 1.600 millones de euros. Ésta es, así la Comisión, una manera inteligente e innovadora de generar más desarrollo con menos recursos, combinando el sector privado y estatal.

Una central hidroeléctrica en El Salvador, mejora de la cobertura eléctrica en Nicaragua, mejora de la gestión forestal en México, aporte a carreteras rurales en Centroamérica están en la lista de logros de los fondos de LAIF, que –provenientes de los fondos de cooperación que por definición deben ser destinados a la reducción de la pobreza- se destinan en un 90% al sector público y el resto a pequeñas y medianas empresas. Hacia finales del 2012, 20 nuevos proyectos habían sido aprobados: con una donación de 55 millones europeos, se apalanca una inversión de 4.200 millones de euros.

Polémica en México

Para el 2013, 45 millones de euros de fondos europeos están previstos, entre ellos 3 millones, en donación, se destinarán al proyecto Stiipa Naya –un parque eólico en el istmo de Tehuantepec de costo total de 115 millones de euros. Éste está financiado con un cóctel de fondos de la Società Italiana per le Imprese all´Estero (SIMEST, 5 millones), un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 25 millones) y una inversión de la empresa Enel Greenpower (EGP) de 85 millones.  El objetivo de los fondos europeos es conectar la fuente eólica con el sistema central de electricidad.

¿Es esto ayuda al desarrollo orientada a disminuir la pobreza? Sí, responde la Comisión Europea: “se trata de la promoción de un desarrollo incluyente y socioeconómicamente sustentable, pues promueve la infraestructura de servicio social”.

“Tenemos nuestras dudas, pues la inversión se guía por la rentabilidad financiera y la ganancia es el principio fundamental, no qué impactos pueda tener esa inversión en términos sociales y medioambientales”, explica en cambio a DW Camilo Tovar, consultor de la Iniciativa de Copenhague para Centroamérica y México (CIFCA) y Grupo Sur, una alianza de ONG´s europeas. “La cooperación al desarrollo responde a otra lógica y tiene en cuenta la inclusión”, añade.

Camilo Tovar
Camilo Tovar, consultor de CIFCA y Grupo SurImagen: DW/M. Banchon

¿Pequeños agricultores contra molinos de viento? 

En este caso de la energía eólica en el istmo de Tehuantepec –la franja más estrecha entre el Pacífico y el Atlántico, así como una de las regiones con mayor presencia indígena de México-, el impacto en la población local es alto, independientemente de las bondades de la generación de energía limpia. De desestabilización social hablan diversos estudios: las tierras antes destinadas a la actividad agrícola y pesquera de los habitantes es ahora el emplazamiento de cientos de aerogeneradores de diversas empresas, no sólo la que colabora con el proyecto de LAIF.

“Donde antes había tierras estériles, hoy tenemos un bosque de energía”, es el argumento de los que favorecen el parque eólico, según un artículo del diario La Jornada de México.  Sin embargo, “no eran tierras estériles; comenzaron a llegar empresas como si estuviera vacío y ahí vivimos pueblos indígenas. Se instalaron en las mejores tierras de cultivo y donde pescamos. No nos consultaron”, cuenta Bettina Cruz, representante de las comunidades locales de Oaxaca.

“Con las empresas ha llegado empleo precario, la deforestación y la prostitución. No nos respetan como pueblo diferente. ¿Por qué quieren cambiar nuestro derecho a vivir de nuestro camarón y de nuestro maíz en vez de importarlo del África?”, cuestiona Cruz, que dice que varios dirigentes de la oposición a las eólicas se encuentran amenazados, ella incluida. De una fuerte emigración hacia las ciudades y hacia Estados Unidos informan observadores.

Bettina Cruz
Bettina Cruz, representante de los habitantes zapotecas en el istmo de Tehuantepec.Imagen: DW/M. Banchon

¿La versión del otro lado? “La propiedad de las tierras en las que se emplaza el proyecto sigue en manos mexicanas, los propietarios reciben una renta; la población local ha sido consultada sobre todo para la definición de las carreteras internas. Los edificios de la producción agrícola que no estén conectados al sistema eléctrico van a recibir paneles solares y pequeños aerogeneradores”, explican fuentes de Europaid, subrayando la rigurosidad en los criterios de selección, los estándares medioambientales, el monitoreo de las consecuencias socioeconómicas y el respeto a la población indígena. Tanto es así que, adicionalmente al proyecto eólico, en el área se construirá un campo de fútbol comunal y EGP donará fondos adicionales para apoyar el grupo de danza tradicional de una de las poblaciones afectadas. 

Criterios de desarrollo

Como fuere, “¿es esto sostenible? ¿Es éste el desarrollo que realmente queremos?”, plantea Tovar, haciendo hincapié que el nuevo concepto debería pasar por el fortalecimiento de los mercados internos y no sólo de la inversión. 

 “El único criterio del desarrollo  debe ser la sostenibilidad”, dice a DW el diputado luxemburgués Charles Goerens, del bloque liberal de la eurocámara, en el marco del debate “La ayuda al sector privado: ¿promueve inversiones responsables?” Por su parte, la Comisión Europea es firme en su posición: por un lado, la clásica ayuda al desarrollo tampoco ha solucionado mucho y, por otro, sin crecimiento no hay desarrollo; éste requiere de inversiones, eso sí, verdes, responsables, sostenibles.

Europaparlament Plakat EU Lateinamerika
Debate sobre ayuda al desarrollo e inversiones responsables en el Parlamento Europeo

Con todo, el especialista de CIFCA y Grupo Sur no ve en la canalización de los fondos de la cooperación un aporte al desarrollo inclusivo: “en los últimos 50 o 60 años, el desarrollo ha sido sinónimo de crecimiento económico. Y América Latina ha crecido, sí, y también ha habido reducción de la pobreza, pero no realmente importante. La teoría del derrame no funciona y estamos preocupados”, afirma Tovar, haciendo referencia a las tasas de desigualdad en la región, pese al raudo crecimiento económico.

¿Se tiene esto en cuenta en el concepto de ayuda al desarrollo? Sí, responde Europaid. La equidad es un criterio que la UE está considerando en el debate, como se afirma en su recientemente presentado concepto de desarrollo para la agenda global post-2015: “Una vida digna para todos: acabando con la pobreza y dándole al mundo un futuro sostenible”.

Autora: Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas