El CO2 es muy nocivo para el clima global. Separar esta sustancia e inyectarla en el suelo para deshacerse de su nocivo efecto es un proceso caro y polémico. El productor de energía RWE quiere intentarlo de otra manera: Convertir el gas en biomasa con la ayuda de organismos microscópicos. Para ello RWE junto con la biotecnológica BRAIN destinan 2 millones de euros en investigación.