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Colombia: “Ahora es cuando empieza la construcción de paz”

José Ospina-Valencia
15 de agosto de 2017

Las FARC dejaron de ser este 15 de agosto un grupo armado. Con este “hito” del proceso de paz, empieza apenas su “construcción”. Las FARC han cumplido, pero ¿quieren los colombianos dejar atrás la violencia política?

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Destrucción de armas de las FARC en Buenos Aires, Cauca, Colombia.
Destrucción de armas de las FARC en Buenos Aires, Cauca, Colombia. Imagen: Getty Images/AFP/R. Arboleda

El proceso de paz de Colombia con las FARC ha tenido muchos hitos, pero el de este 15 de agosto es singularmente importante. "En esta fecha se terminaron verdaderamente las FARC como organización armada”, dice a DW Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC), un centro de investigación independiente, especializado en el análisis de conflictos armados y sus impactos sobre el desarrollo socioeconómico.

"Es ahora cuando los más de 7.000 excombatientes de la exguerrilla empezarán a reencontrarse con la sociedad colombiana”, agrega Restrepo quien se refiere al final del proceso de entrega de armas y a la transformación de las 26 zonas veredales transitorias de normalización (ZVTN).

Vidas cegadas, armas desechadas

El jefe de la misión de la ONU en Colombia, Jean Arnault, confirmó que, en efecto, "las FARC les entregaron 8.112 armas, así como casi 1,3 millones de cartuchos que ya fueron incinerados”. El último contenedor con esas armas salió del municipio de Fonseca, en el norte del país.

De las 873 "caletas” o escondites de armas, la ONU ya ha desocupado 510. En esos puntos las autoridades recogieron y destruyeron 795 armas, casi 300.000 municiones de diferente calibre, 22 toneladas de explosivos diversos, 25 kilómetros de cordón detonante, casi 4.000 granadas, así como minas antipersona y municiones de mortero.

La salida de las armas de las ZVTN fue, según Arnault, "una gran obra de logística para la que requirieron 16 operaciones aéreas, 10 terrestres, más de 50 horas de vuelto de tres helicópteros e inmensos esfuerzos del Ejército y la Policía colombianas.

Apuesta por el futuro en donde quepan todos

La guerrilla más antigua de América Latina dejó, definitivamente, las armas a favor de una opción política y ¿pocos se alegran? La incertidumbre sobre el futuro parece ser mayor a la alegría sobre las vidas salvadas.

De todos modos, "Colombia ha entrado en una fase decisiva: la construcción de la paz”, apunta Restrepo, profesor de la Universidad Javeriana de Colombia y especializado también en seguridad regional y ciudadana, violencia y crimen organizado.

"Esta es una apuesta a futuro para la sociedad colombiana”, dice, por su parte, la revista política La Silla Vacía. Las FARC han cumplido, ¿pero lo han hecho el Gobierno y el Estado?

Algunos exguerrilleros acusaron al Gobierno de "incumplimiento” porque no todos y no siempre han recibido el estipendio ofrecido, o porque no todas las instalaciones de las zonas de transición tenían las comodidades básicas. "Problemas logísticos”, dice Restrepo. Nada frente a la tarea de reintegrar a la vida civil, social y económica a más de 7.000 personas que, a menudo, solo sabían de guerra, pero no de la competencia por un puesto de trabajo.

Para Restrepo, especializado en conflictos y economía pública, "el primer reto que los excombatientes tienen que enfrentar es aceptar – o no - la oferta de reincorporación a la civilidad, de asumir las responsabilidades penales individuales o, en determinado caso, aprovechar la amnistía para aportar en paz a la sociedad”.

La vida sigue estando en riesgo

Las zonas en donde se entregaron las armas se convierten ahora en Espacios de Reincorporación y Capacitación. Aquí se decidirá si los exguerrilleros, el Gobierno, el Estado y la sociedad colombiana son capaces y tienen la voluntad de construir un país sin violencia política.

Además de las miles de cosas por hacer, lo verdaderamente vital, según el profesor Jorge Restrepo, es que el Gobierno y el Estado garanticen plenamente la seguridad e integridad física de los exguerrileros: "CERAC ha registrado el asesinato de 19 personas, entre exguerrilleros, milicianos urbanos y familiares”, desde que se firmó el Acuerdo de Paz el 24 de noviembre en el Teatro Colón de Bogotá.

Pero el reto de la paz no es solo de los demás. Restrepo concluye. "Cada vez que un colombiano se encuentre ahora  a un exguerrillero tendrá que decidir si lo acoge o no como parte de la comunidad de la que también hace parte”. Si ya la sociedad colombiana ha acogido exitosamente a la gran mayoría de los 56.000 exguerrilleros y paramiliares que habían  desertado antes, ¿por qué reintegrar a 7.000 tiene que ser imposible? Ahora se decantará en Colombia quién quiere, de verdad, acabar con la violencia política para llegar al poder, y mantenerse en él.

José Ospina-Valencia (vt)